Comedia
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Hombre de negocios neoyorquino de poca monta, Norman Oppenheimer sabe “nadar muy bien”, la expresión que usa para explicar sus trapicheos. Por ejemplo, regala unos zapatos a un secretario de Estado de Israel en horas bajas, para ir después dándoselas de que le conoce a un millonario de cara a que les invite a cenar, de los negocios que puedan salir de ahí algo sacará, piensa. El asunto no saldrá tal como él esperaba, pero el destino tiene reservado a Norman un curioso giro.
Primer film escrito y dirigido en inglés por Joseph Cedar, tras varios filmes en hebreo, como Pie de página. Crítica en tono de fábula las relaciones interesadas en el mundillo de los negocios, donde manda el cinismo, se valora a las otras personas únicamente por su utilidad. En la política hoy en día todo vale con tal de mantenerse arriba, por lo que los principios quedan muy atrás, y si se tiene que traicionar a un amigo, da un poco igual. Aunque se pinta un panorama desolador, donde resulta imposible encontrar a alguien honesto, se deja cierto espacio para la esperanza, pues hasta los personajes más turbios pueden tener un gesto altruista.
Quizás le sobra metraje, mientras que el guión a veces precipita demasiado la descripción de los negocios del personaje central. Pero cuenta con actores de categoría en pequeños papeles, como Michael Sheen, Steve Buscemi, Dan Stevens, o Charlotte Gainsbourg. Aunque todo está al servicio del lucimiento de Richard Gere, que tras encarnar a un mendigo en Invisibles, aquí da un paso más para que se le acepte en papeles distintos al galán de Pretty Woman. Consigue darle cierta humanidad a un personaje del que se desconoce absolutamente todo. (DECINE21)
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Es ocioso pensar que los británicos se han hecho raros a través de los siglos. Ya eran realmente diferentes desde sus mismos orígenes. Como los británicos no pelean nunca durante las horas del té, o en los fines de semana, al César le resultó muy fácil derrotarles, a pesar de haberse presentado de una manera increíblemente desorganizada. Afortunadamente, ¡una aldea bretona aislada sigue resistiendo! Habiendo sido solicitada su ayuda, los romanos se apoderan de todos los barriles de vino que pueden encontrar en Londinium, incluido el de los Galos, demasiado ocupados en recuperarse de su primera comida inglesa. Cumpliendo órdenes, los legionarios comienzan a catar todos los barriles para averiguar cuál es el que contiene la pócima mágica. La ceremonia de la cata se convierte en un caos cuando los soldados se emborrachan bebiéndose hasta la última gota.
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