La isla

2006112 min

Anatoli, un marinero capturado por los nazis en 1942, es obligado a cometer un imperdonable acto de barbarie. Treinta años más tarde corren rumores de que un hombre santo, conocido como el padre Anatoli, que vive en una isla casi desierta, es capaz de hacer milagrosas curaciones y puede ver el futuro. Así, una joven poseída por demonios llega hasta la isla en busca de ayuda. (FILMAFFINITY)

A pesar de una introducción más bien agria, esta película rusa de 2006, comienza con una explosión. La escena inicial muestra un encuentro prematuro con oficiales de la Marina de Guerra alemana en el mar, donde el joven marino Anatoly y su capitán, Tijón, se encuentran inmersos en el fragor de la Segunda Guerra Mundial. Frente a una muerte casi segura, el principal protagonista de la película, Anatoly, traiciona a su compañero a instancias de los oficiales alemanes.
Su traición lleva a los soldados nazis a ridiculizar y burlarse del capitán, y después de colocar dinamita en la bodega de su nave, lo dejan morir en la cruel oscuridad de la noche.

Este sombrío comienzo da pie a la emocionante y bella transformación de su alma. Porque cuando todo parecía perdido, cuando Anatoly se vio zarandeado por el mar de un lado a otro, cuando su alma se cernía sobre el precipicio del infierno, su cuerpo llegó a la orilla en el más improbable de los destinos: El jardín de un monasterio ortodoxo ruso, ubicado en una isla.

El resto de la película narra la vida de Anatoly en el monasterio. Después de treinta años de oración y penitencia, se convirtió por la gracia de Dios, en un taumaturgo.
Su presencia en el monasterio atrae a gente de la Rusia continental, que desean su sabio consejo o buscan consuelo y curación de sus dolencias físicas y espirituales. La atención que este ministerio de curación atrae al monasterio, hace que la sospecha y la animosidad crezcan en el corazón de ciertos monjes, especialmente debido al comportamiento bastante austero y divertido de Anatoly.

De hecho, Anatoly es una rara avis. Durante una escena memorable, este santo loco se deleita imitando los sonidos y movimientos de un gallo, de manera impresionante.
El sentido común, que subyace en su extraña conducta y en su comportamiento holgado, evade la mente de los otros monjes, bastante serios y dolorosamente sombríos.
A todos los efectos, estos últimos monjes parecen representar el emblema del monaquismo oriental. Cada uno está marcado por la devoción y la piedad.
Sin embargo, la presencia del santo loco Anatoly, les revela lo poco que saben de los designios ocultos y misteriosos de Dios.

El relato es mucho más inspirador que muchas reflexiones monásticas.
Se trata de una historia de lucha entre el pecado y la gracia, una descripción del dolor y el sufrimiento, un verdadero microcosmos de la vida ortodoxa y cristiana, en general.
Se nos introduce en las características existenciales del monaquismo oriental: El canto metódico, la iconografía impresionante, el rico simbolismo de la Cruz, una experiencia de estar solos con el Solo por antonomasia.
Con su ejemplo este santo loco enriquece el fondo reticente del invierno con la promesa segura de la primavera. Es, por la gracia de Dios, un icono de la Sabiduría Eterna.

Tanto en Oriente como en Occidente, la presencia y la influencia de los santos locos ha adornado la historia del cristianismo, desconcertando a los hombres y mujeres de este mundo, y siendo, sin duda, motivo de santo entretenimiento para aquéllos que, habiendo puesto su mirada en el Señor, entienden la sabiduría de la Cruz.

“Porque la palabra de la cruz es locura para los que perecen, pero para nosotros, que somos salvos, es el poder de Dios. Porque está escrito: “Destruiré la sabiduría de los sabios, y frustraré la inteligencia de los inteligentes. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está investigador de este mundo? ¿Acaso no ha hecho Dios necia la sabiduría del mundo? Porque ya que, el mundo no conoció en la sabiduría a Dios, plugo a Dios a través de la locura de la predicación, salvar a los que creen.” (1 Co 1, 18-22).

El final de la película podría dejarte sin palabras. La película proporciona una visión real de la condición humana y su respuesta (o falta de ella) a la gracia, y sólo por esa razón, vale la pena ver La Isla, una y otra vez. (Gloria TV)

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Anatoli, un marinero capturado por los nazis en 1942, es obligado a cometer un imperdonable acto de barbarie. Treinta años más tarde corren rumores de que un hombre santo, conocido como el padre Anatoli, que vive en una isla casi desierta, es capaz de hacer milagrosas curaciones y puede ver el futuro. Así, una joven poseída por demonios llega hasta la isla en busca de ayuda. (FILMAFFINITY)

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