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¡Insólito!: Sacerdotes reclaman la reapertura de los Templos

Sacerdotes reclaman la reapertura de los templos
Escrito por Redacción R+F

Después de que han sido los fieles quienes han clamado por todas las vías posibles la reapertura de los templos, ahora comienzan a hacerlo abiertamente los mismos consagrados. ¡Por fin!

Esta imagen es de la Santa Misa de la Arquidiócesis de Manizales, transmitida el lunes 24 de agosto de 2020 a través de sus redes sociales. Si se observa bien, abajo, a manera de “banner” aparece un texto precedido del signo #, es decir, un “hashtag” que dice:

#PEDIMOSAPERTURADETEMPLOS

Sacerdotes reclaman la reapertura de los templos
Sacerdotes reclaman la reapertura de los templos

Aunque allí han sido constantes pidiendo verbal y gráficamente la apertura de los templos, éste ha sido uno de los muy pocos casos en que se ha hecho.

Por ello nos atrevemos a presentarlo como algo “insólito”, no sin cierta ironía. Y lo hacemos para referirnos al paciente y obediente silencio que los mismos sacerdotes han guardado durante los cinco meses que llevamos sin poder asistir a Misa.

Desde el 16 de marzo comenzó una primera semana de cuarentena a manera de “prueba”, que se hizo obligatoria a partir del 23. Y entonces, de pronto, los feligreses católicos nos vimos sin Misa ni acceso a los Sacramentos, sin podernos confesar ni comulgar. Y, pasmados, comenzamos a escuchar de boca de los mismos consagrados, Obispos incluidos, expresiones tendenciosas y manipuladoras para justificar el cierre de los templos e inducir a los fieles a comulgar en la mano, como:

«Vamos a ver, si yo creo en la vida desde el primer impulso hasta más allá del último suspiro, ¿cómo pensáis que pueda jugar a la ruleta rusa con la vida de los creyentes de estas comunidades que debo presidir en la caridad? ¿O es que no exponer la vida de los creyentes, muchos de ellos ancianos, no es también defensa de la vida? En esto no caben paños calientes».

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Realmente convincente. O como esta otra:

“Hay que pensar en la vida del sacerdote, en la vida del fiel y en la vida de los demás, pues está en juego el cumplimiento del quinto Mandamiento, “No Matarás”: no podemos convertirnos en transmisores del virus por un capricho personal”.

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Por supuesto, hay que ser prudentes. Pero no invertir la realidad. Menos aún, las realidades sagradas. Si no, aunque esa no sea la intención, se justifica lo que acaba siendo un desafuero y un atentado contra los Derechos de Dios, contra la Virtud de la Religión, por la cual nos relacionamos adecuadamente con Él.

Luego vino el tema de los “protocolos” y las “pruebas piloto”. Y después de muchas reuniones, extraña y finalmente, el gobierno anunció el 25 de junio de 2020 el Decreto 878 por el cual se regulaba la apertura de los templos católicos. Esta debía regirse por el cumplimiento de unos protocolos de bioseguridad. Aunque se tardaron tres meses para llegar a tan ardua consideración, podemos decir que “hasta ahí todo bien”.

Pero no. Enseguida vinieron unos condicionamientos un tanto difusos y extraños para un sector tan caracterizado en su actuación y en su Liturgia, como la Iglesia Católica: la reapertura de cada templo debía ser autorizada por las respectivas alcaldías “en coordinación con el Ministerio de Salud y del Interior”. ¿Por qué?

Mientras tanto, y sin demasiados misterios, los centros comerciales, los supermercados y hasta el mismo transporte público ya habían descubierto el santo grial de la bioseguridad: alcohol al 60% glicerinado, toma de temperatura, uso obligatorio de tapabocas, rociar el calzado con amonio, cloro u otro viricida antes de ingresar a un local, y registrarse por aquello del “cerco epidemiológico”. Lo demás, puro autocuidado como mantener la distancia social y el lavado de manos.

Pero, después de dos meses de la emisión de dicho Decreto, o sea cinco meses exactos después del inicio de la cuarentena, parece que las parroquias y los templos no han logrado dar pie con bola para el cumplimiento de tales medidas, para seguir y aplicar los lineamientos y protocolos…

Y mientras tanto, las realidades Sagradas, como la Santa Comunión, han sido denigradas e irrespetadas por alcaldes y periodistas, refiriéndose a ellas como fuentes y focos de contagio… Como si Dios estuviera jugando en contra de nosotros.



Pero, gracias a Él (a Dios, por supuesto), después de algunos tímidos pronunciamientos de unos cuantos jerarcas, y de otros más valerosos por parte de algunos sacerdotes que se han ido atreviendo a romper el silencio, hoy –pasados cinco meses y cuando los fieles estamos cansados del irrespeto a nuestros derechos y de la discriminación a la Fe– se va formalizando el clamor. ¡Por fin!

Hoy, cuando los ciudadanos comienzan a exigir por las vías judiciales el Derecho a vivir y a practicar su Fe en los lugares de culto específicamente construidos y dispuestos para ello, siempre dentro de la disciplina eclesial, litúrgica y social, empezamos a ver algunos carteles que reclaman su apertura, aunque sea en las pantallas.

Sugerimos ver: «Si tuviéramos puntos de venta sin IVA en los templos, mañana podríamos abrirlos», dice Sacerdote.


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