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La persecución del gobierno de Ortega y Murillo a la Iglesia Católica

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La persecución del gobierno de Ortega y Murillo a la Iglesia Católica
Daniel Ortega y Rosario Murillo

Por: Francisco E. González, cientista político nicaragüense. Hizo un diplomado en Liderazgo y Gerencia Política impartido por la George Washington University. Apasionado por la filosofía y la psicología cognitiva.

Cuando los nicaragüenses, en abril de 2018, cansados de los abusos del gobierno de Daniel Ortega, salimos a protestar, la respuesta del gobierno fue un diálogo de balas. Sobre las espaldas de la policía de Nicaragua pesa la muerte de más de 300 ciudadanos, de los cuales 340 fueron varones, 24 mujeres y 27 niños/adolescentes. Esto según los datos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Todos estos crímenes simple y sencillamente, quedaron impunes.

La saña del gobierno se extendió a la Iglesia Católica y a sus obispos, a quienes desde 2018 ha calificado de ‘golpistas’. Desde entonces hasta mayo de 2022, la Iglesia ha sido víctima de por lo menos 190 ataques que pueden clasificarse de la siguiente manera: pintas en las paredes y mensajes anónimos en templos católicos; agresiones, amenazas y exilios forzados a sacerdotes, obispos y laicos católicos; obstáculos a Organizaciones Sin Fines de Lucro (OSFL) de la Iglesia Católica; mensajes orales agresivos de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra sacerdotes diocesanos y religiosos; profanaciones de templos; robos.[1]

La distribución de los ataques contra la Iglesia en Nicaragua hasta mayo de 2022 es la siguiente: el 37% de las hostilidades son agresiones y exilios, 19% profanaciones a los templos católicos, un 17% de hostilidades como el asedio policial, bloqueos a los servicios básicos, invasiones a la propiedad privada entre otros semejantes. 9% mensajes de odio y discursos anticatólicos, 9% son robos, 6% de pintas y mensajes en las paredes de los templos y un 3% obstáculos a las Organizaciones de la Iglesia.

Todo esto desde abril de 2018 hasta mayo de 2022. Sin embargo, el 20 de mayo de este año, la policía sandinista mantuvo en asedio al obispo de la diócesis de Matagalpa (norte del país), Rolando Álvarez, durante todo el día cuando este se dirigía hacia la capital a realizar diligencias personales. Monseñor Álvarez tuvo que resguardarse en una parroquia de Managua y rodeado de agentes policiales, empezó un ayuno indefinido. A pesar de que tanto la persecución como el ayuno concluyeron, la institución que regula los medios de comunicación en Nicaragua (Telcor) cerró el canal católico del servicio de pago, canal que pertenece a la Conferencia Episcopal de Nicaragua.

Monseñor Álvarez ha sido una de las voces más fuertes en contra de la tiranía de Ortega, por ello el gobierno ha dirigido sus ataques contra su persona, de tal modo que, el 1º de agosto, el régimen mandó a cerrar 7 medios de comunicación católicos de la diócesis de Matagalpa, que se encuentra bajo el gobierno del señor obispo. En el municipio de Sébaco, la policía acompañada de paramilitares sandinistas, irrumpió en el templo de La Divina Misericordia y profanó la capilla del Santísimo, con el fin de robarse los equipos con los que funcionaba la emisora católica de ese lugar. Los fieles católicos asistieron al llamado de su párroco para defender los equipos y proteger la vida del sacerdote.

La policía golpeó a los que se plantaron contra el allanamiento ilegal que la institución que controla Ortega quería ejecutar. Por algunos días, tanto al párroco como a los fieles que llegaron a la parroquia, los dejaron presos sin luz y sin agua. Entre otras acciones contra la Iglesia, encontramos una denuncia de supuesto abuso sexual de un sacerdote de la ciudad de Boaco y la condena de un sacerdote de la ciudad de Masaya porque supuestamente había golpeado a una fanática sandinista. De estos casos lo que menos hubo fueron pruebas o evidencias de lo que se les acusaba. Es más, el ‘abogado’ que la fiscalía le puso al sacerdote de Boaco, se presentó a las audiencias vestido con una camiseta del partido sandinista. Ya con eso uno se puede imaginar lo creíble que pudo haber sido ese juicio.

Los eventos más recientes contra la Iglesia Católica y en particular, contra Mons. Álvarez, sucedieron el 4 de agosto, cuando la policía no dejó salir de la curia al obispo y durante 16 días se lo mantuvo secuestrado tanto a él como a otros sacerdotes, seminaristas y laicos para un total de doce personas mantenidas apresadas en la Curia Episcopal. Pero además, la policía a través de la División de Relaciones Públicas, difundió una nota de prensa en la que leíamos lo siguiente:

Ante la situación que se ha generado en el departamento de Matagalpa, Mons. Álvarez y altas autoridades de la Iglesia, prevaliéndose de su condición de líderes religiosos, utilizando los medios de comunicación y redes sociales, están intentando ejecutar actos terribles contra la población, provocando zozobra y desorden, alterando la paz y la armonía en la comunidad, con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades. Como se puede inferir, el objetivo de la policía era inventar un delito para inculpar al obispo, llevarlo a juicio, condenarlo a la cárcel o quizás el destierro de su patria, de tal modo que el gobierno ya no pueda tener voces públicas y autorizadas que lo puedan criticar.

Fueron 16 días que pasaron el obispo y sus acompañantes en la curia hasta que este 19 de agosto a eso de las 3 de la madrugada, la policía irrumpió con violencia en la curia y secuestró a Mons. Álvarez y a sus acompañantes. No se los llevaron en un mismo vehículo, sino que los llevaron en unidades diferentes. De acuerdo a la nota de prensa N° 078-2022 emitida por la policía, leemos lo siguiente:

  1. La madrugada del viernes, 19 de agosto se realizó, en las instalaciones de la Casa-Curia de la Ciudad de Matagalpa, un operativo que permitió recuperar la normalidad para la ciudadanía y las familias matagalpinas.
  2. Durante varios días se esperó (…) una comunicación positiva del obispado de Matagalpa, que nunca llegó a darse y que, al persistir las actividades desestabilizadoras y provocadoras, hizo necesario el citado operativo de Orden Público.
  3. El señor obispo se mantiene en resguardo domiciliar en esta ciudad capital y ha podido reunirse con sus familiares esta misma mañana.
  4. Las otras personas que fueron trasladadas a Managua continúan cumpliendo las diligencias respectivas en la Dirección de Auxilio Judicial.

Como podrá apreciar el lector, la policía pretende culpar al obispo de cualquier cosa con tal de callar la voz crítica que ha sido el obispo en contra de la tiranía de Ortega.

Intente imaginar el lector el estado de indefensión en que nos encontramos los nicaragüenses en nuestro propio país, pues la policía se ha convertido en el brazo armado de Ortega y sus pretensiones de imponer un sistema político totalitario donde la disidencia sea penalizada con la cárcel o el exilio. No solo la policía está controlada por el sandinismo, también lo está el ejército, además de que los paramilitares siempre están listos para matar a quienes se opongan al régimen cuando así lo ordene Daniel Ortega y Rosario Murillo. Nuestra situación es difícil. Pero creemos en las promesas de Nuestro Señor Jesucristo, confiamos en su intervención divina y esperamos ser liberados de las manos del tirano que nos tiene sometidos en nuestro propio país.

[1] Estos y otros datos detallados se encuentran en Nicaragua: ¿una iglesia perseguida? Puede descargarse en www.observatoriopta.org.  

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