El que la más poderosa agencia de control del Estado, la Procuraduría General, y la entidad encargada de las elecciones, la Registraduría, se identifiquen a través de las redes sociales con los colores de uno de los movimientos políticos más radicales y agresivos, el LGTB, lejos de ser un acto de inclusión, es un preocupante signo de politización de estas entidades, que a través de estos actos simbólicos se ponen al servicio de grupos de interés, en lugar de estar al servicio de la población y del interés general.
https://platform.twitter.com/widgets.jsEsta #ProcuraduríaCiudadana es hogar de todos los que luchan por los #DerechosHumanos, en contra de la desigualdad y la discriminación; un espacio de diálogo y formación permanente de nuevos liderazgos para la vida, la democracia y la igualdad. #Orgullo2020
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https://platform.twitter.com/widgets.jsApoyar una sociedad diversa, cultural e inclusiva, independientemente de la orientación sexual, es un compromiso para la #RegistraduríaDelSigloXXI.
— Registraduría Nacional del Estado Civil (@Registraduria) June 28, 2020
Hoy conmemoramos el Día Internacional del #OrgulloLGBTI ?️? pic.twitter.com/YMeMFLdzDo
El “Orgullo Gay” representa el rechazo de la complementariedad sexual que existe entre un varón y una mujer, que es el fundamento de la familia y de la vida social, e implica la negación de una realidad biológica, social y moral, para favorecer un estilo de vida que presenta el placer sexual y la satisfacción personal como regla suprema de la moralidad.
El “Orgullo Gay” es también un grito de batalla, una declaración de repudio a la moral cristiana que defiende la existencia de un orden y unos fines propios del comportamiento sexual, de cuyo respeto dependen el bien personal, de la familia como una institución natural y el bien común de la sociedad.
Por eso, el asociarse al movimiento del “Orgullo Gay” implica una posición hostil hacia las personas e instituciones sociales que reconocen y aceptan la moral cristiana.
Basta ver cualquier desfile de este tipo para darse cuenta del odio y la animadversión que hay hacia la fe cristiana, y en especial, contra la Iglesia católica.
El presentar la bandera del movimiento gay como un símbolo institucional de la Procuraduría y de la Registraduría es un acto proselitista, que excluye a la gran mayoría de colombianos que no comparten esa visión moral, y quienes además se ven afectados por el daño que la ideología de género y el estilo de vida homosexual le hacen a la educación, a la convivencia pacífica y a la familia como institución básica de la sociedad.
Firma este derecho de petición dirigido al Procurador General y al Registrador, para que rectifiquen públicamente por ese acto sectario y proselitista en el que incurrieron en sus redes sociales:
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