Respecto al escándalo generado por el informe publicado por la Corte Suprema de Pensilvania sobre abusos sexuales de la Iglesia Católica en ese estado de EE. UU., que revela más de mil presuntos casos cometidos por miembros del clero durante los últimos 70 años. El Vaticano ya expresó su «vergüenza y dolor» y reiteró la llamada del Papa Francisco a una política de «tolerancia cero» con estos casos, iniciada por Benedicto XVI.
Médico psiquiatra
Miembro Fundador de Voces Católicas Colombia
Traductora de Monseñor Rosetti, (consultor para la Comisión Pontificia para la Prevención del Abuso de Menores y director del St Luke’s Institute, USA), durante su visita a Colombia
La película “Spotlight” (los católicos que no se la hayan visto se las recomiendo) evidencia el escándalo doloroso de los abusos de la Arquidiócesis de Boston, y el encubrimiento por parte de la institución.
Se publica entonces, luego de esta crisis, en el año 2002, el estudio del John Jay College (escuela de criminología de New York University) para analizar la naturaleza y el alcance de los casos de abuso de menores en la iglesia por parte del clero y los religiosos.
El estudio evidencia que la tasa de abuso dentro de la Iglesia es menor que en la población general (la mayor tasa de abuso sexual a menores se da por hombres casados heterosexuales), que está a la par con otras instituciones como los boyscouts, el ejército y equipos de deportes. Y aunque un solo cura pederasta en la Iglesia es demasiado, esto no es un fenómeno derivado de las opciones de vida que se hacen dentro de la Iglesia.
El error de la Iglesia fue (y sigue siendo) poner el prestigio de la institución por encima del bien de los menores y de sus familias, dado la cultura del “tapa tapa” y de “hagámonos” pasito, lo que ocurre cuando alguien en tu gremio se equivoca y eres el encargado de juzgarlo (canónicamente hablando), ¡hay un conflicto de interés! Y este nubla el buen criterio y discernimiento que se necesita para el manejo de estos casos.
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La era de la «tolerancia cero»
Fue así como, en el año 2001, el entonces Cardenal Ratzinger, prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, ante estos escándalos, pidió que todos estos casos se juzgaran en Roma y así evitar estos vicios de procedimiento.
En una entrevista, ya como Papa Benedicto XVI, habló al respecto y dijo que había sido el año más oscuro de su sacerdocio. Se había tomado el año para leer todos los casos, y en su viaje a Malta en 2010 habló de “eliminar la basura de dentro de la Iglesia”, además de reunirse con las víctimas y pedir perdón. Él mismo fue quien lideró políticas para acabar con este flagelo.
Hoy existe una Comisión Pontificia para la Prevención de Abuso de Menores, iniciada por Benedicto XVI, y sus lineamientos son muy claros:
1) Desarrollar políticas y manuales de prevención de menores.
2) Denunciar ante las autoridades civiles los casos de abuso.
3) Mejorar los procesos de selección de ingreso a los seminarios.
4) Formar a los colegios católicos, grupos apostólicos y laicos involucrados en el trabajo con menores en la prevención de abuso de menores, informar a la comunidad que existen mecanismos para denunciar.
También hacen recomendaciones como la formación afectiva dentro de la formación permanente de los sacerdotes y la formación de equipos multidisciplinarios de laicos para manejar estos casos.
Lo crítico es ¿qué tanto hemos seguido estos lineamientos? ¿Por qué insistimos en el “tapa tapa”? ¿Por qué las familias no denuncian a las autoridades civiles? Muchas veces hay obispos que insisten en manejar estos casos, según su parecer, o sacerdotes que nunca han sido denunciados ante las autoridades civiles. Y en esto, la ley canónica no está por encima de la ley civil.
Hay que ayudar a generar una cultura de cuidado dentro de nuestra Iglesia, los primeros debemos ser nosotros. Formarnos en el tema, ¿será verdad que la iglesia está llena de pederastas?, ¿qué se puede hacer?, ¿cómo puedo yo, como laico, formarme y ayudar a prevenir este flagelo?
Después habrá que hacernos cargo de los procesos de recuperación de víctimas y la sanación para ellos y sus victimarios, pero eso será otra historia.
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*Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la línea editorial de este medio de comunicación.