Ayer al final de la tarde, pandillas feministas echaron pintura y golpearon a algunas personas que defendían la Catedral de Santa Cruz, Bolivia. El hecho sucedió alrededor de las 18:30 Hrs y derivó en una mujer pateada en el piso a la que las feministas le sustrajeron sus pertenencias.
Diana Jordán, víctima del hecho, señaló que unas diez mujeres encapuchadas echaron huevos y pintura a la Catedral sin importar que había personas de diferentes edades ahí presentes. Luego de eso, agredieron al marido de una de las mujeres que defendía el templo y le quitaron su camiseta.
Jordán, al ser testigo del hecho, acudió a su auxilio: «Yo en ese momento me acerqué a ellas y les dije “basta, por favor, no hagan eso”». Sin embargo, ella también terminó siendo agredida, la empujaron y cayó: «Yo ahí en el piso, queriéndome parar, me comenzaron a patear ». También le quitaron su cartera y un zapato, pertenencias que después logró recuperar.
«Quería mi cartera, ahí estaba mi billetera, dinero, mi celular. Entonces “denme mi cartera” les dije desesperada. Ellas no sabían en ese momento qué hacer. La conseguí, no me la dieron ellas. Me la dio otra mujer que quiso ayudarme». – Diana Jordán
Las pandillas feministas habían coordinado una marcha a escala nacional, que en el caso de Santa Cruz partió desde la Plaza del Estudiante hasta la plaza 24 de Septiembre. La consigna era supuestamente pedir justicia por ser el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Las marchistas fueron impulsadas por instituciones del gobierno como la ‘Plataforma de Lucha Contra la Violencia hacia las Mujeres’.
Mikole Jiménez, una de las mujeres que resguardaba la Catedral, aseguró que el alcalde Jhonny Fernández ordenó la retirada de los indígenas que residían en los alrededores de la plaza, para que ellos abandonaran el lugar antes de que las feministas lleguen. Una vez sin protección, la plaza fue invadida por las pandillas criminales que cantaron consignas anticristianas y quemaron objetos en la zona norte del lugar, frente al edificio de la Alcaldía.
«Dejaron todo manchado y se fueron como si nada. Estaban ahí gendarmes y ni siquiera ayudaron en nada. Los presentes, los testigos que estaban ahí les dijeron que hagan algo, que no puede ser posible que tengan impunidad. Pero no quisieron hacer nada los gendarmes.» – Diana Jordán
Según indica Jordán, alrededor de 80 personas se acercaron a la Catedral para provocar a los que la resguardaban. «Dijeron un montón de cosas que habitualmente suelen decir las muy irrespetuosas, que los curas pedófilos, que la Iglesia se mete en lo que no le importa, Iglesia-Estado asunto separado, aborto, niñas no madres, y todas esas consignas que siempre dicen», aseguró.
Rectificación: en realidad, los indígenas del oriente se habían retirado de la plaza después de haber llegado a un acuerdo con el alcalde y el viceministro de Seguridad Ciudadana justo un día antes. En otras palabras, quedaron satisfechos y regresaron a sus municipios.
Estos grupos se encontraban en vigilia ahí desde septiembre para reclamar al gobierno por la invasión de sus tierras. Anteriormente, algunos de ellos habían demostrado celo por su fe al expulsar a algunas criminales feministas de la Catedral en legítima defensa por su vandalismo.
La Paz: defensa contundente
En la ciudad de La Paz, hombres y mujeres de distintas edades rezaron padrenuestros y avemarías gritando vivas a Cristo Rey mientras protegían la Basílica María Auxiliadora durante la noche. Las pandillas feministas no respetaron edades y arrojaron globos con pintura al templo y a las mujeres mayores que lo resguardaban, entre otros.
Daniel Paredes, uno de los jóvenes que resguardaba el templo, aseguró que las feministas tiraron también globos con orina y heces fecales, no solo con pintura. Paredes detalló también que la Policía llegó en un momento oportuno para poner orden, justo cuando las pandillas se estaban alterando más. Esto debido a que cerca de la zona había un edificio público también atacado por ellas y los policías estaban ahí.
Como Razón+Fe, pedimos actos de desagravio por esta agresión tan terrible a nuestra Santa Iglesia Católica.
Acto de desagravio de Pío XI
¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.
Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.
Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos fundada.
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.
¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.