Por fin, la activista Pro Vida Sara Winter está en libertad. El hecho ha sido presentado por ella misma en su cuenta de Twitter, como una «Victoria de la Libertad de Expresión», de la cual dice:
VICTORIA DE LIBERTAD DE EXPRESIÓN
«Vivimos en un país donde la libertad de expresión es libre, pero n es aceptada, al menos no cuando tiene un sesgo conservador y hoy, la libertad de expresión ha ganado, ¡Sara Winter es libre!».
Este es el trino original, en Portugués:
¿Qué podemos decir?
En principio, obviamente, alegrarnos y expresarle dicha alegría a Sara Winter, por la recuperación de su libertad, de la cual nunca debió haber sido privada, bajo ningún pretexto.
Y eso es lo otro que hay que decir, con ella. Porque de su breve mensaje se desprenden varias consideraciones relevantes:
- La libertad de expresión existe, pero no es aceptada.
- Al menos no, cuando tiene un sesgo ‘conservador’.
Es decir, cuando lo que se expresa hace alusión, destaca o defiende Principios y Valores fundamentales, como la Defensa de la Vida; o cuando se opone a actos nefandos y atroces como el asesinato de un inocente en el mismo vientre de su madre; o cuando denuncia las falacias detrás de las que se ocultan supuestos «derechos» que acaban con la vida de estas criaturas.
Al menos por hoy, la Libertad de expresión ha ganado. Pero esta será una larga batalla, considerando cómo la izquierda no sólo copa el espectro ideológico en el mundo, sino cómo se abandera de supuestas causas con las que ahora arremete para sembrar el caos, la anarquía y desestabilizar a los gobiernos que aún tienen la dignidad de sustentarse en instituciones como la Familia y de defender y promover su entidad y su valor.