Suecia legalizó el aborto en 1938, y actualmente una cuarta parte de los bebés engendrados en ese país, son voluntaria y legalmente sacrificados a través del aborto, por el deseo de la madre.
Los países nórdicos como Suecia, son los principales responsables del lobby internacional que busca a través de organismos multilaterales como Naciones Unidas, y de sus agencias de cooperación, normalizar el aborto y la ideología de género que promueve la homosexualidad.
Uno de los principales argumentos para promover la legalización del aborto, consiste en decir que el bebé hace parte del cuerpo de la mujer, y que ella es soberana para decidir sobre su cuerpo. De modo que nadie (ni el padre ni la sociedad) tendría ningún interés legítimo en la decisión «de la mujer» sobre dejar o no nacer a su hijo en gestación, y generalmente acusan a quienes defienden la dignidad del bebé por nacer, de ser opresores patriarcales, que quieren convertir a las mujeres en un «mero instrumento de reproducción». Según esta visión feminista la decisión de ser madre le compete exclusivamente a la mujer, y ni el Estado ni la Iglesia (que defiende la dignidad de toda vida humana) no puede meterse en sus ovarios.
Sin embargo, una vez que logran legalizar la decisión de la mujer de sacrificar a su hijo en el altar de la «conveniencia personal», no ven ningún problema en que el progenitor sea forzado a responder por su sostenimiento, sin importar en absoluto si era su decisión o no ser padre, y sin que sientan la necesidad de argumentar si quiera superficialmente, por qué el derecho de elegir la paternidad es sólo de las mujeres, y por qué el Estado y la sociedad si se pueden meter en el bolsillo de los hombres para obligarlos a asumir un hijo que no eligió tener, y convertirlos en «material reproductivo» y «proveedores forzado».
Pero si las personas pueden vivir tranquilamente con grandes contradicciones en su interior (como toda feminista abortista), las sociedades tienden a ser implacablemente coherentes a largo plazo, incluso si toma 80 años como en el caso de Suecia.
El Partido Liberal Sueco acaba de proponer que se extienda el derecho al aborto a los hombres, durante el mismo periodo de 18 meses que se le concede a las mujeres para hacer esa elección (ver).
La autodeterminación reproductiva es la razón por la cual los hombres suecos entrarían a disfrutar, 80 años después, de ese supuesto «derecho» a la libre autodeterminación reproductiva, que desde 1938 tienen las mujeres.
Según el presidente del Partido Liberal (LUF vast), Marcus Nielsen, los hombres se beneficiarían de que haya una verdadera equidad a la hora de decidir sobre la paternidad, renunciando a los derechos y deberes de la paternidad, al tiempo que las mujeres también se beneficiarían de saber si el hombre realmente estaría dispuesto a asumir la responsabilidad de ser padre.
La propuesta fue recibida con gran polémica entre el público sueco, el cual no encontró mejores argumentos que insultos y amenazas en las redes sociales.
Ante la pregunta de una periodista sobre cómo le explicaría la mamá a su hijo quién es su padre, Nielsen explicó que esa situación ya está resuelta legalmente, en el caso de los donantes de esperma anónimos.
Ante las acusaciones de que los miembros del Partido Liberal sueco son misóginos (que odian a las mujeres), Nielsen tranquilamente respondió que la propuesta fue presentada al partido por un grupo de trabajo compuesto sólo por mujeres.
Por otra parte, un influyente líder de opinión escribió en su twitter: «No, los hombres no deberían tener derecho al aborto legal. Simplemente deberían hacerse cargo de sus hijos. Punto».
Y pensar que en Colombia todavía se escuchan consignas feministas, cantadas por hombres en muchas ocasiones, según las cuales «Si los hombres se embarazaran, el aborto sería un derecho». Pero una vez que las mujeres tienen el infame e inicuo «derecho al aborto», el sentido común les dice «No, simplemente que se hagan responsables. Punto».
La verdad es que desde que se aprueba legalmente el aborto, la dinámica social lleva a que la mujer que tiene un embarazo difícil, ya no espere la solidaridad social para sacar su hijo adelante, sino más bien la justificación de la marginación, bajo la fórmula: «pero tienes el derecho a abortar, si lo tienes es porque quieres». De modo que las mujeres que tienen un poco de respeto por la vida humana y mayor sentido de la justicia, se quedan cada vez más solas y se les hace moralmente más difícil que forcen al padre a responder por el hijo «que ellas solas eligieron tener».
Para darse una idea del desconcierto que genera la idea entre las feministas, puede oírse el audio del programa de BLU radio, en el cual los argumentos van y vienen, desde la voz de alarma de que esto sería un atentado contra los niños que son nuestro futuro, hasta la evasiva que propone que si el bebé nace, de malas, papá y mamá deben ser responsables (Ir a la página del audio haciendo clic aquí).