Vida

Encarceladas mamá e hija tras salvar a bebé de ser abortado

Encarceladas mamá e hija tras salvar a bebé de morir en aborto
Escrito por Redacción R+F

Claudia Castillo le compartió con Aleteia la pesadilla que vivió junto a su mamá al ser acusadas de robar a un bebé, siendo exhibidas como criminales en televisión y su ingreso a una cárcel mexicana.

Vivieron un infierno y al tiempo la misericordia infinita de Dios.

Claudia Castillo, de 37 años y radicada en el Estado de México, es profesional del turismo, pero su pasión está en el movimiento provida, en donde participa en distintos eventos como charlas, talleres, congresos, y “Días por la Vida” en parroquias.

Fue vocera y fundadora de la “Marcha Pasos por la Vida”, y ayudó a organizar la primera campaña de “40 Días por la Vida” en Ciudad de México.

Una detención irregular

Claudia y su madre, Guadalupe, fueron detenidas en noviembre del 2012 por el supuesto robo de un bebé. A la mamá la detuvieron al salir del trabajo, y a ella cuando fue a preguntar la por la suerte de su madre.

(Así presentaron la noticia los medios mexicanos)

Me detuvieron sin decirme que yo era sospechosa, me crearon una declaración falsa, la cual no firmé, y me pasaron a los separos junto a mi mamá.

La denuncia se originó por una mujer a la que Guadalupe le había orientado para que no aborte a su hijo. Sin embargo, luego del nacimiento la acusó de haberlo robado. Nunca se presentó ante la justicia a ratificar su acusación.

Estuvieron 30 días en una habitación pequeña, afortundamente juntas, vigiladas las 24 horas de los 7 días de la semana: “tenemos un policía enfrente todo el tiempo, observando cómo nos comportamos”, detrás del vidrio de la habitación, incluso cuando se bañan.

Cuando reciben visitas no pueden abrazar a los familiares, sólo tocarnos de las manos, y el policía escucha toda la conversación, sin ninguna privacidad.

Ahí pasaron juntas la Navidad y Claudia cuenta que tuvo una experiencia muy especial: “percibí cómo Jesús fue a abrazarme en Navidad. Nunca antes había vivido algo como eso y no lo he vuelto a vivir, pero ha sido la experiencia más real y cercana que he tenido con Jesús”.

Sin avisar a los abogados se hizo una rueda de prensa, para presentarlas como una “banda de secuestradores de bebés”, la cual salió en medios internacionales.

“No hay palabras que puedan decirse en ese momento. No hay expresión alguna que describa el dolor tan profundo que siente tu corazón ante un mundo que juzga sin saber la realidad y que además se cree con el valor moral para emitir ese juicio y condenar a alguien del que no conoce nada y tampoco está seguro que hizo mal”.

Luego de los 30 días de investigación, un juez ordena trasladarlas a reclusión penal, en Santa Marta Acatitla, y la esperanza de volver a la libertad cada vez se ve más lejana.

La verdad es que me acuerdo de ese momento y mis ojos se llenan de lágrimas y mi cuerpo tiembla de miedo; jamás en mi vida sentí tanto miedo, y le pido a Dios no volver a sentirlo de esa manera.

Tuvieron que ingresar con protección policial porque las demás detenidas en la penitenciaría ya sabían del delito del que las acusaban y les tenían una “bienvenida”.

«¿Y qué encontré? Gente buena, la mayoría inocente; mujeres heridas profundamente por una realidad cruel que les tocó vivir; ávidas de una palabra de esperanza, de fe; con una necesidad profunda de una mirada de amor y comprensión, de que alguien les regrese la dignidad que les fue arrebatada y les diga: “Vales porque eres hija de Dios, y Dios es el Dios de las mil oportunidades, Él jamás se cansa de esperar por tu corazón contrito, que quiere volver a empezar desde el amor”».

Para Claudia su estancia en la cácel fue como “un gran retiro espiritual, lleno de experiencias místicas, en donde tuve la certeza de que Dios estaba con nosotras”, y contaron con la oración de familiares y amigos.

“La verdad es que salimos libres gracias al poder de la oración de intercesión, y desde ahí comprendí la importancia y la fuerza que existe cuando oramos unos por otros. Mi mami y yo también hacíamos mucha oración e invitamos a nuestras compañeras a rezar; nos uníamos en el rezo del Rosario, y en la lectura de la liturgia diaria, donde Dios siempre nos hablaba con mucha claridad y nos hacía saber que estábamos en sus manos y no había nada que temer”.

También se encomendaban a san Miguel Arcángel en cada audiencia y  cuando sentían que estaban en peligro.

La condena podía ser de más de 20 años de prisión, y fue testigo de la corrupción del sistema judicial:

“Fui víctima de la corrupción, cambiando de abogados 3 veces; y yo salí de prisión a los 4 meses y sin ningún cargo, sin ningún rasguño más que gritos y maltratos psicológico, mientras que a otras mujeres las golpean, las pican y las violan”.

Su liberación fue como un “milagro”

Un Viernes Santo comenzaron a rezar con unas amigas que hicieron en el penal;  la novena del Señor de la Misericordia.

Claudia les dijo: “Ahora sí van a ver los verdaderos milagros, les aseguro que con esta novena nos vamos a ir libres”.

“Y así fue: antes de terminar la novena mi mamá y yo salimos libres y sin ningún cargo; así es Dios de fiel, y pude ver con claridad ese día que todas mis oraciones habían sido escuchadas”.

El martes 2 de abril del 2013 les dieron las actas de libertad: “me acuerdo que exactamente antes de salir miré el reloj y eran las 12am, hora del Ángelus, y era ya día miércoles, dedicado a san José”.

Frente a la mujer que las acusó, Claudia cuenta que lograron perdonar:

En cuanto al perdón, pues yo ya perdoné a esta mujer por sus injurias. Entiendo que es una mujer muy herida, con una historia difícil, adicta a las drogas, viviendo en la indigencia, dispuesta a todo con tal de conseguir dinero; en fin, cosas que me hacen comprender el porqué de sus acciones.

Claudia y Guadalupe siguen en su apostolado provida, en especial en el “Proyecto Guadalupe”, acompañando a hombres y mujeres que han pasado por la herida del abortopara reconciliarse con Dios, con su bebé y con ellas mismas.

Hace 3 años volvió al penal, como misionera carcelaria con las mujeres jóvenes. “Ha sido la experiencia más bonita y sanadora que me puede haber regalado Dios”, concluye.

Fuente: El artículo fue redactado con base en el trabajo de investigación y reportería realizado por Jesús Picón para Aleteia

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