Actúa en complicidad de médicos y jueces
Al día de hoy, es incierta la cifra de víctimas que ha cobrado pues no todos los casos salen a la luz pública. De la larga lista de nombres, dos han quedado grabados en la conciencia colectiva recientemente: Charlie Gard y Alfie Evans. Desechados en vez de cuidados. Pequeños guerreros que con su fragilidad cuestionan nuestra humanidad.
Por: Miguel Ángel Cárdenas Lizarazo, [email protected]*
El procedimiento es monstruoso y despiadado, pero es necesario que usted lo conozca porque las víctimas de este asesino en serie tienen un perfil definido y su procedimiento de cinco pasos suele ser el mismo con algunas variantes. Conocer esta información, le permitirá detectarlo oportunamente y evitar su actuación.
Perfil de las víctimas:
Este asesino se concentra en niños enfermos, en estado inconsciente y que, aparentemente, no responden a los tratamientos ofrecidos por el hospital al que fueron ingresados.
- La sentencia:
El asesino en serie inicia el procedimiento con la complicidad de los médicos. Los persuade para emitir un dictamen, según el cual lo mejor para el niño es dejarlo morir.
- El encierro:
Los papás saben que el sufrimiento y la muerte no son lo mejor para su hijo. Precisamente por eso lo llevan al hospital: buscan su mejoría, su recuperación o, por lo menos, un cuidado esmerado. Lo aman como nadie y, ante semejante dictamen, buscan alguna alternativa en favor de su calidad de vida. ¿Quién no lo haría en su lugar?
Cuando la encuentran, sin embargo, el asesino actúa de nuevo con la complicidad del personal médico e impide sacar al niño del hospital, haciendo oídos sordos a las mejores alternativas encontradas.
- La tranca:
Entonces el asesino perpetra el tercer paso de su procedimiento: acude a los jueces y obtiene una orden que impide intentar otra alternativa diferente a propiciarle la muerte en el hospital.
En ocasiones el debate se hace público. La gente se solidariza. Los líderes mundiales brindan su apoyo. Especialistas internacionales ofrecen alternativas claramente mejores. En otras ocasiones, la situación no se conoce y los papás siguen batallando en el silencio y el anonimato. No importa, igual, el asesino asesta su siguiente golpe.
- El laberinto:
El asesino agota en un laberinto legal el tiempo que debería emplearse en recibir un mejor tratamiento. Así, los papás apelan desesperadamente ante todas las instancias posibles para escuchar, una y otra vez, fallos en favor de la muerte. En un gesto despiadado y hasta irónico, los jueces aseveran que es una decisión difícil y triste, pero que es lo mejor para el niño.
Los papás no logran explicarse cómo es que se les priva del más elemental derecho: velar por el bienestar de su hijo y proteger su vida.
El asesino en serie ha corrompido el sistema médico y judicial hasta lo más hondo.
- La ejecución:
Finalmente, el niño enfermo, que debería recibir el cuidado más profesional, es asesinado. Los médicos son cómplices de su muerte en lugar del cuidado de su vida. Los jueces obran en iniquidad, no en justicia. Los papás pagan con impotencia y más dolor su necesidad de ayuda. El asesino en serie se sale con la suya. El telón de la obra siniestra cae una vez más.
Al día de hoy, es incierta la cifra de víctimas que ha cobrado pues no todos los casos salen a la luz pública. De la larga lista de nombres, dos han quedado grabados en la conciencia colectiva recientemente: Charlie Gard y Alfie Evans. Desechados en vez de cuidados. Pequeños guerreros que con su fragilidad cuestionan nuestra humanidad.
No alimentes al monstruo, debería ser la lección. Sin embargo, esta lógica básica parece ser ignorada por nuestros países pues se favorece la proliferación de asesinos en serie de este tipo, con un ordenamiento jurídico que aprueba la eugenesia, la eutanasia infantil, el aborto, el alquiler de vientres, entre otras medidas en contra de los niños.
Mientras tanto, las personas de bien se preguntan: ¿cómo proteger a los niños de nuestros países para que no se conviertan en las siguientes víctimas de este asesino en serie?
*Sobre el autor:
Imagina un niño. Lo amas. Quieres que crezca sano y feliz. Que desarrolle plenamente sus talentos. Yo quiero eso mismo que tú para todos los niños, jóvenes y sus familias. Por eso, me dedico con alma, vida y corazón a la formación integral.
**Imagen principal: tomada de https://www.psicomemorias.com