Mientras varios medios de comunicación hicieron eco de la columna de Margarita Rosa de Francisco sobre el aborto que le practicaron cuando era “demasiado joven”, destacándola por ser “valiente” y posicionando de esta manera el discurso proaborto en Colombia, el cantante y predicador católico Felipe Gómez metió el dedo en la llaga de este vital asunto, llamando la atención sobre el horror que implica abortar y, al tiempo, pidiendo misericordia para esta actriz y presentadora colombiana.
Por: Felipe Gómez
No son muchas las mujeres que confiesan abiertamente haberse provocado un aborto. La mayoría carga con esa terrible cruz en silencio y unas pocas mujeres deciden recurrir al sacramento de la confesión, aunque saben que esa herida es difícil de sanar y deja profundas cicatrices.
Hoy Margarita Rosa cuenta públicamente cómo abortó a su hijo y no creo que lo esté escribiendo con orgullo, pero sí con una profunda tristeza que siempre se ha leído en su alma. Es una confesión pública y tal vez un grito de su alma que le pide no guardar silencio ante el horror de arrancarle la vida a un bebé.
Comete un error, entre su ornamental manera de escribir, comparando el dolor de parir al de abortar, olvidando que el primero da vida y el segundo definitivamente la niega.
Que nadie se atreva a lanzar piedras contra esta mujer, al contrario, roguemos a Dios para que sea alcanzada por su misericordia, pues el honor y la belleza de ser mujer, para ella, se han convertido en una tragedia.
Dios la perdone y la bendiga.
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