Aunque en realidad la condena fue por el delito de «disparo de arma de fuego sin justa causa», los medios en general, así como la dueña del perro en este caso particular, han presentado la condena como un triunfo de la justicia contra el maltrato animal.
En declaraciones a El Tiempo Marina Isaza, la dueña del perro baleado, Príncipe, dijo: «Es mi deseo que este sea el antecedente que todos necesitamos para que sea protegida la vida de los que no tienen voz”.
Por su parte Danilo Mosquera, en el momento de los hechos era un corredor de autos internacional, a pesar de pedir disculpas perdió el apoyo de sus patrocinadores, lo cual prácticamente acabó con su carrera deportiva.
Si bien la condena puede ser justa, y como católicos simpatizamos con el buen trato a los animales, es muy significativo confirmar la inversión moral que se va dando en la sociedad, humanizando y encumbrando a las mascotas, el tiempo que se devalúa y sacrifica cruelmente la vida de seres humanos inocentes.
Contrasta la indignación que generó ese hecho, con la poca atención y por supuesto, ninguna indignación que recibió el caso del bebé de cinco meses de gestación, lanzado por el inodoro de una universidad de Cali.
Los calificativos del descubrimiento se enfocan en lo estético, lo «desagradable» de haber encontrado el cadáver, y no hacen referencia a lo «ético», porque en ese campo la posición que se va imponiendo desde la élite social colombiana, es que es un asunto «privado de la mujer».
Lo irónico es que en los medios se pretenda «dar voz» a los que por naturaleza jamás podrán tenerla, mientras que se ignore a los que, como todo ser humano, están llamados a tener una.
Y si no la tienen, los que sí podemos hablar deberíamos estar de acuerdo en abogar por su respeto y dignidad.
Y esa transformación ética de la sociedad, evidencia de un eficaz programa de reingeniería social adelantado desde los postulados del humanismo ateo, no sería posible sin el impacto de las decisiones de la Corte Constitucional, ayudada de la manipulación de la opinión pública a través de los medios de comunicación.
Instituciones que son, sin duda, las mayores amenazas para el progreso social y moral de nuestro país.