Este fue el asunto central que reunió a la Asamblea Plenaria del episcopado colombiano a inicios de julio. Según un estudio inicial -no definitivo-, se cuentan por lo menos 811 “realidades eclesiales” en el país, lo que evidencia el crecimiento de estas nuevas comunidades lideradas por laicos y acompañadas por sacerdotes, que requieren del visto bueno del obispo. Laicos afirman que estos movimientos son necesarios para crecer y perseverar en la Fe.
Un movimiento eclesial es “una acción de la Iglesia que nace de una persona carismática y se desarrolla en el tiempo, aportando un carisma específico a la labor evangelizadora de la Iglesia”, afirma el padre Rubén Darío García, Director del Departamento del Estado Laical de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC).
¿Persona carismática? “Sí”, responde el padre. Explica que se refiere a un laico -no sacerdote o religiosa- que recibe un carisma o inspiración del Espíritu Santo para evangelizar y servir en la Iglesia según un llamado específico. Por ejemplo, cuando el pintor español “Kiko” Argüello inició en los años 60 el Camino Neocatecumenal, junto con una catequista y un sacerdote, para volver a lo básico de la iniciación cristiana y evangelizar a los adultos, o cuando el colombiano Rodrigo Jaramillo -quien fue secuestrado por el ELN- empezó en 1999 un grupo de oración que se convirtió en la asociación de Lazos de Amor Mariano.
La conclusión de la edición 106 de la Asamblea Plenaria del episcopado colombiano frente a este tema es que “hay muy buena acogida de los obispos”, aseguró el padre García, reconociendo la resistencia que ha habido en anteriores épocas, y la importancia de que los jerarcas hagan un serio discernimiento para determinar, por ejemplo, si el servicio que un determinado movimiento o nueva comunidad puede prestar en una diócesis realmente se necesita allí.
En efecto, según un estudio inicial -no definitivo- que realizó la CEC, se cuentan por lo menos 811 “realidades eclesiales” reportadas por la mayoría de diócesis del país. Ahora sigue, como precisa el padre García, la depuración y validación de esa información preliminar, pues esa cifra global incluye movimientos: que promueven la vida espiritual (297), que promueven la vida cristiana en general (235), vinculados a carismas de la vida consagrada (79), que se dedican primordialmente al ejercicio de la caridad o promoción de la dignidad humana (41), que se conocen poco en el ámbito eclesial colombiano (25), así como aquellos que no son propiamente movimientos eclesiales (134), por ejemplo, un centro de atención a la familia, que es un servicio.
Hablan los laicos
Razón+Fe entrevistó a tres líderes de movimientos eclesiales, quienes participaron en una Eucaristía solemne el 5 de julio en la Catedral Primada de Bogotá y presidida por el Cardenal Rubén Salazar.
- ¿Cuál es el carisma o la espiritualidad del movimiento/comunidad eclesial?
- ¿Cuál es la clave para vencer la posible resistencia de los obispos y sacerdotes e integrarse con el trabajo de las parroquias?
- ¿Qué considera usted que aportan los movimientos eclesiales en la perseverancia de los laicos en su Fe?
*Salma Gabriela Calderón, misionera de Lazos de Amor Mariano (Bogotá)
- Somos una asociación privada de fieles laicos, aunque ya tenemos seminaristas y religiosas. Nuestro carisma se basa en dos pilares: la conversión de las almas y la Virgen María, a quien nos consagramos por el método de San Luis María Grignion de Montfort. Este movimiento nació en 1999 en Medellín a partir de un grupo de jóvenes que se reunían a rezar el Santo Rosario.
- La rectitud de intención. Cuando la intención única del misionero o el movimiento “x” es la búsqueda de la santidad y la conversión de las almas simplemente no va a chocar, porque su interés no será competir contra otra comunidad o parroquia.
- Aportan mucho porque “el que anda entre santos, santo se vuelve”. Una persona que está en una comunidad constantemente está viendo que otras personas pueden vivir cristianamente, sobre todo en santidad. San Juan Pablo II lo decía claramente: es necesario una comunidad en la vida del laico para que lo custodie, lo cuide y persevere en su camino de santidad.
*Juan Carlos Saucedo, fundador de la Casa de la Misericordia (Bogotá)
- Nacimos hace 28 años en la Parroquia San Pedro Apóstol de la Arquidiócesis de Bogotá. Enseñamos a orar con la Palabra de Dios para configurarnos como otro Cristo misericordioso, dentro de las parroquias, empresas, colegios. Trabajamos, además, con chicos con problemas de drogadicción y niños que han sido maltratados. Estamos en proceso de consolidación del carisma, somos nuevos en comparación con otros movimientos que llevan mucho más tiempo.
- La vida de oración, el testimonio, la comunión con la Iglesia, amar al sacerdote y estar a su servicio. También la humildad, la conciencia de que somos un cuerpo y que en la parroquia la cabeza es el sacerdote, y por lo tanto hay que ir a él. Creo que debe haber apertura de los sacerdotes para acoger, enseñar, guiar y ayudar a discernir todas estas fuerzas que brotan del Espíritu Santo.
- Es necesario para uno crecer espiritualmente una comunidad, esto es fundamental. Por eso los movimientos lo que ofrecen son lazos comunitarios, para que en medio de la cercanía de unos con otros nos vamos corrigiendo, vamos creciendo, sabiendo que no estamos solos.
*Nancy Blanco, líder del Movimiento de retiros parroquiales Juan XXIII (Bogotá)
- Somos un movimiento mundial, llevamos 49 años y estamos en 19 países; en Colombia cumplimos 12 años. Buscamos a las personas que están alejadas de la Iglesia Católica para acercarlas y volverlas a encaminar. Lo hacemos a través de los retiros y el seguimiento posterior.
- En el caso del Movimiento Juan XXIII siempre he dicho que es un estilo de vida. Esto significa que cuando alguien realiza un retiro y continúa un proceso de conversión, necesariamente cambia para vivir en coherencia y ser testimonio en su entorno.
3. Sí, nos ha pasado en varias ocasiones, donde el sacerdote piensa que llegamos a robarle los fieles, y es lo contrario: llegamos para ponerlos al servicio de la parroquia. Es importante, por eso, invitar al párroco a que conozca el Movimiento, lo que hacemos a fondo, y también pasa que dentro de una misma parroquia están saturados de grupos y puede pensar que seremos otro más. Por eso la clave está en abrirnos hacia él, incluso lo invitamos a que viva el retiro.