Esta región cuenta con 1,2 millones de refugiados, principalmente de Sudán del Sur, dispersos en los campamentos de la diócesis de Arua, Nebbi y Gulu. A este número hay que sumar los refugiados en los alrededores de Kampala, la capital ubicada en el centro del país. Robert Lalonde recoge en una entrevista las primeras impresiones de este viaje:
¿Cómo describiría la situación que prevalece allí?
Dado que estos son campamentos de refugiados, podríamos creer que hay una situación de angustia. Pero hay que saber que estos campamentos existen desde 2013. Tienen comida, agua potable y medicinas. Incluso tienen un pedazo de tierra para cultivar. Relativamente hablando, las condiciones de vida son muchísimo mejores que en muchas aldeas de África que no reciben ayuda externa. Por otro lado, la situación sigue siendo difícil y por eso esperan apoyo de nosotros, y esto es lo que fuimos a evaluar más de cerca.
¿Cuál fue el momento más impresionante del viaje?
Todos nosotros quedamos impresionados por la disposición de acogida de Mons. Odoki y por el liderazgo que demostró. Entre otras cosas, ha puesto a disposición dos sacerdotes diocesanos para llevar a cabo el trabajo pastoral en los campamentos. También nos impresionó mucho cuando supimos que el terreno sobre los que están construidos los 9 campamentos de las diócesis de la región noroeste pertenecía al pueblo ugandés que tuvo la generosidad de ofrecerlo a los refugiados. Esta aptitud de acogida entre hermanos y hermanas en la fe también es de interés para la propia Uganda, que desea que algún día su país vecino viva en paz. ¿No es esto mostrar una gran hospitalidad y una hermosa lección para todos?
¿Cuál es el compromiso de la Iglesia Católica en los campamentos?
La presencia de los obispos fue una gran oportunidad para que la Iglesia mostrara su preocupación por esas personas que no han elegido estar ahí por propia elección, sino que han llegado ahí por los avatares de la vida. Sin embargo, ese tiempo de exilio obligatorio fuera de la patria para estos refugiados puede convertirse en una oportunidad admirable para capacitarles y construir la sociedad del mañana. Cuando estas personas vuelvan a casa, la construcción de su país estará en sus manos. La Iglesia ya se ha comprometido y eventualmente se comprometerá aún más en la provisión de otras sesiones de capacitación. El año pasado, ACN envió € 34.000 a la comunidad de Emaús, con sede cerca de Kampala. Esta comunidad tiene una gran competencia en diferentes campos como la catequesis, la pastoral, la doctrina social, el apostolado de la familia y la educación sexual y afectiva para jóvenes, importante en un país diezmado por el SIDA. Ya hay 65 jóvenes formados en los campamentos.
Hablando de los jóvenes: ¿cuál es la situación de los jóvenes en los campamentos?
Estos jóvenes han experimentado un trauma significativo. Algunos han visto a sus padres asesinados en frente de ellos, otros tienen sus caras quemadas… Se preguntan cómo pueden perdonar. La comunidad de Emaús por ejemplo ha puesto en marcha un programa para acompañarlos en el proceso de perdón al invitar a los jóvenes a acercarse y arrodillarse ante el Santísimo Sacramento para orar. Los testimonios de curación se han multiplicado, es como si el Señor hubiera intervenido para apaciguar corazones y mentes.
Además del aporte económico para desarrollar el trabajo pastoral, Ayuda a la Iglesia que Sufre tiene proyectado colaborar con subsidios para la construcción de infraestructura apropiada para atender las necesidades espirituales de los refugiados.
Tú también puedes unirte a esta bella causa con tus oraciones y ayuda económica. Escribe ya o llama a las lineas de atención y participa de esta campaña que cambiará la vida de muchos.
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