Este es un valioso texto publicado durante el Pontificado del Santo Padre Juan Pablo II. Nos aproxima a comprender el fenómeno de la llamada “Nueva Era”, y nos orienta sobre cuál es la respuesta adecuada de un cristiano y del evangelio ante el llamativo engaño y poder con que ésta puede envolver a las personas que, sinceramente, buscan respuestas y colmar vacíos.
Sobre todo, nos pone ante la Persona de Jesús, quien se define a sí mismo como “Portador del Agua de la Vida”, con respecto a la cual promete que, quien beba de Ella, nunca más volverá a tener sed.
¿En qué difiere el movimiento Nueva Era de la fe cristiana? Hay una sed espiritual en muchas personas, que la ‘espiritualidad’ de la Nueva Era trata de colmar. Su atractivo puede deberse a una falta de atención seria con respecto a temas que, en realidad, son elementos integrantes de la síntesis católica.
Tales son, por ejemplo, la importancia de la dimensión espiritual del hombre, integrada en el conjunto de su existencia, la búsqueda del sentido de la vida, la vinculación entre los seres humanos y el resto de la creación, el deseo de una transformación personal y social, y el rechazo de una visión racionalista y materialista de la humanidad.
«Los pastores deben preguntarse sinceramente si han prestado suficiente atención a la sed del corazón humano en busca del “agua viva” que solo puede dar Cristo nuestro Redentor (cf. Jn 3, 7-13)».
Juan Pablo II, a un grupo de Obispos de los Estados Unidos