Ahora que tengo su atención, queridos lectores, quisiera compartir en las siguientes líneas un poco de lo que se esconde detrás de las campañas del “amor y la tolerancia” que con el pasar del tiempo y ante nuestra ingenua complicidad nos va atrapando y parece no tener ningún límite ni escrúpulo, sobre todo porque estamos en el mes del “Orgullo Gay” y a pocos días de realizarse otro de sus estridentes carnavales.
Para comenzar, es necesario «exorcizar» la noción que tienen los progresistas respecto a la oposición de creyentes y no creyentes que, en nombre del sentido común, presentamos a la agenda gay y la ideología de género, que existe y está muy activa, aunque los medios de comunicación y “académicos” se esfuercen en negarlo o disimularlo una y otra vez.
Cuando hablamos de ideología de género no nos referimos a unos cuantos jerarcas que, desde el “inquisitorial Vaticano” y creyéndose “dueños de la verdad”, le dicen a las personas cómo pensar, hablar, actuar y realizar sus vidas conforme a las enseñanzas de un tal Jesucristo, que en la realidad es una “construcción medieval” y que sirve para mantener el Statu Quo, cuando el Jesús “histórico” fue, en verdad, un hombre del pueblo que quería la liberación de las cadenas de la religión que oprimían a su nación (Boff, 1994). Tampoco es un cuento de viejitas rezanderas chismosas, que algún día se les apareció quien sabe quién, diciéndoles que era un gravísimo pecado que hombre con hombre, mujer con mujer -del mismo modo en sentido contrario- se amaran y se besaran y fueran felices para siempre desde su “diversidad”.
No, queridos amigos, en especial queridos Millennials. Cuando hablamos de ideología de género no hablamos de una moral retrógrada cristiana, sino de la instrumentalización política de algunos grupos de la población que han sido tomados por los marxistas para seguir sus causas revolucionarias. A quien quiera profundizar en tal tema le recomiendo el Libro Negro de la Nueva Izquierda de Agustín Laje y Nicolás Márquez, un Best Seller desde que fue publicado en 2016 en la plataforma de Amazon y que ha tenido el mérito de conquistar el odio de las feminazis argentinas.
Pedofilia, ¿mucho “amor” para los niños?
Entre las muchas sandeces planteadas por esta ideología (no vale la pena profundizar en cada una de ellas), quiero enfocarme en esta ocasión en una de las más aberrantes, que afortunadamente no ha calado aún en el ambiente progresista de nuestras instituciones: la pedofilia. Tal vez no ha calado en el ambiente actual gracias a que resulta demasiado útil para descalificar y silenciar la oposición que presenta la Iglesia católica -principal exponente de la moral natural que sirvió de fundamento para construir la civilización occidental- a la revolución sexual, que parece haber conquistado las más altas esferas de nuestra cultura (academia, arte, medios de comunicación, política, empresas), debido a los escándalos que la laceran en esta materia, como ha sucedido recientemente en Chile, donde la credibilidad de la Iglesia parece no tocar fondo.
Empecemos pues con un poco de bibliografía de los fundadores de la ideología de género. Pensadores influyentes como Kate Millet que en su obra Política Sexual (1969) inmortalizó frases como: “Lo personal es político” o “La institución principal del patriarcado es la familia”, afirmó sin pudor alguno que los niños deberían “expresarse a sí mismos sexualmente, probablemente entre ellos en un principio, pero también con adultos”. No es la única, personajes admirados por los “doctores de género” como Simone De Beauvoir, Michel Foucault, Jean-Paul Sartre, entre otros pervertidos, firmaron una petición en el diario Le Monde (26 de enero de 1977) para suplicar por la libertad de tres pedófilos que estaban compareciendo ante la justicia por mantener relaciones sexuales, según estos “expresiones sexuales de amor”, con niños y además por producir pornografía infantil.
Cuánto desearía Luis Alfredo Garavito semejante solidaridad por parte de los fundadores de los “derechos sexuales” para que lo defendieran abiertamente en los medios de comunicación por “enseñarles a amar” a unos pobres niños indefensos, y así culpar más bien la penalización “retrógrada heteropatriarcal” del sexo con niños, ya que desde la visión progresista esto no es más que la herencia de una cultura mojigata, cristiana y retrógrada, que no le dejó otro camino a este “revolucionario sexual” que matarlos ante el miedo de su “injusta” persecución.
Cuánto desearía Rafael Uribe Noguera que en El Tiempo, El Espectador, La W, La Pulla, entre tantos otros medios de comunicación políticamente correctos, apareciera una francesa adorada por la progresía local, como lo era Simone De Beauvoir cuando publicó en Le Monde en enero de 1977: “tres años de prisión por unas caricias y unos besos, ¡ya basta!”.
Habría que preguntarle a la excandidata vicepresidencial doctora Claudia López, quien porta con orgullo su pañuelito verde, si han pensado en cobijar esa práctica bajo el dichoso eslogan de “igualdad de género”. Su partido guarda cercanía ideológica con el de los pedófilos alemanes, que no solo encubrieron los casos de abusos a menores hace 20 años, sino que en nuestros días piden que se incluya en la seguridad social el servicio de prostitución de mujeres, de forma más bonita “servicios sexuales”, para ancianos pensionados.
Ni más ni menos que Daniel Cohn-Bendit, el icónico líder de la revolución sexual de Mayo del 68 que está cumpliendo 50 años, es un pedófilo confeso, cuya impunidad únicamente se puede explicar por la complicidad de la izquierda progresista que, ante la caída en desgracia de la Iglesia católica, se ha atribuido el papel de última autoridad moral de la sociedad.
En efecto, el exlíder del Partido Verde alemán ha reconocido públicamente, en libros y en televisión, que disfruta mucho del sexo con niños de 5 o 6 años. En un texto autobiográfico, El Gran Bazar, habla de sus prácticas: “Ocurrió varias veces que algunos niños me abrieran la bragueta. Reaccioné de diferentes maneras, según las circunstancias, pero el deseo de aquellos niños me planteaba un problema. Yo les preguntaba: ¿por qué no juegan juntos?, ¿por qué me eligen a mí y no a los otros niños? Pero, si insistían, de todos modos los acariciaba”.
El periódico The Observer encontró incluso un texto escrito por él mismo en un periódico alternativo de Frankfurt en 1976: “Mi permanente coqueteo con estos niños adquirió de pronto una tonalidad erótica. Podía sentir perfectamente cómo las niñas de cinco años habían aprendido a excitarme. ¡Es casi increíble! La mayoría de las veces yo estaba un poco desarmado (…) Me ha ocurrido varias veces que algunos niños me hayan abierto la bragueta y hayan empezado a acariciarme. Dependiendo de las circunstancias he reaccionado de diferentes maneras. Cuando lo querían, les he acariciado. Por ello se me ha acusado de perversión.”
Y a pesar de todo sigue estando políticamente vigente, en gran medida gracias a los medios de comunicación que, habiéndose beneficiado enormemente del libertinaje sexual por él promovido, ahora censuran a quien ose atacar a su ídolo, como le pasó en 2009 a otro político de izquierda, François Bayrou, cuando le recordó ese episodio en un debate televisivo (ver).
En este video en francés de 1982, Daniel Cohn reconoce sus encuentros sexuales con niños. (Puede verse con subtítulos de YouTube con el botón «CC»y luego seleccionar traducción automática a español en el piñón de opciones):
Ahora, además de los argumentos de «libertad» y «no daño a terceros» que se aplicaron con tanto éxito a los colectivos homosexuales, hace poco se presentó una nueva perspectiva según la cual quienes abusan sexualmente de niños rara vez son pedófilos, sino que por lo general son personas que se sienten atraídas por adultos, pero que violan a los menores simplemente por “cercanía” y porque tienen la “oportunidad”. Por el contrario, los pedófilos (quienes «inocentemente» se sienten atraídos sexualmente hacia los niños) en su mayoría son «inocentes», y sufren injustamente al ser estigmatizados por su “orientación sexual natural”.
¿Será que cuando López dice: “me parece que ese cuento de la ideología de género no es otra cosa que un argumento para discriminar” o cuando la fórmula de Petro, Ángela María Robledo, defiende los “derechos sexuales” están, tal vez sin ser conscientes, allanando el camino para que el día mañana se diga que los niños tienen derecho a hacer con su cuerpo lo que quieran, incluyendo su comercialización sexual?
Al fin y al cabo, los pedófilos promueven los «derechos sexuales» de los adolescentes y niños a «tener sexo con quien quieran», no sólo con otros menores, y cuentan con estudios que demostrarían que un buen número de personas que tuvieron sexo con adultos cuando eran niños y adolescentes recuerdan dichas experiencias como placenteras y enriquecedoras.
Además, la explotación sexual es ya una “realidad” que los niños han “naturalizado”, y comienzan a exigir que se respeten “sus derechos”, pues se sienten oprimidos por las autoridades que intentan impedirles que comercialicen su cuerpo, como lo denunciaba hace unos días a La W un alarmado funcionario de Bogotá (2’15»):
Tal vez lo más atrevido, pero real, que se le podría decir hoy a ese mundo que festeja rabiosamente el “Día del Orgullo Gay” es que nadie le hace tanto daño a las personas con inclinaciones homosexuales como el colectivo gay, porque los instrumentaliza para una agenda que muchas veces va más allá de lo que ellos mismos imaginan, y si bien puede ofrecerles algunas satisfacciones como el poder para someter y juzgar a quienes piensan diferente, tener privilegios legales (discriminación positiva) y ser el centro de atención en una sociedad que cada vez enaltece más a todo aquél que se identifique como “víctima”, nunca les dará la plenitud personal que ofrece la vivencia del amor, la práctica de las virtudes morales, que es en definitiva a lo que las invita el mensaje cristiano.
Por otro lado, no van a encontrar mejores amigos y aliados que quienes viven sinceramente la fe católica, pues a diferencia de lo que encuentran en el mundo “políticamente correcto”, son los únicos que se atreven a decirle la verdad con amor, pues es un deber del que finalmente habrá que rendir cuentas a Dios (“…a pesar de que me señalen, escupan y crucifiquen por llevar a los demás al conocimiento de la Verdad”, I Timoteo 2, 4; “Ustedes han oído que se dijo: ‘Ama a tu prójimo[a] y odia a tu enemigo’. Pero yo les digo: ‘Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos, Mateo 5, 43-45″.
El papa Benedicto XVI, a quien el santo padre Francisco siempre ha mostrado admiración, nos recordó en su encíclica Caridad en la Verdad que: “Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo”, y en la Encíclica Dios es Amor, recuerda que el amor “es más que un sentimiento”, es una decisión.
Al fin y al cabo, como dice G. K. Chesterton, “debemos odiar el mundo (pecado hecho sistema cultural) hasta morir para el mundo, y amar el mundo hasta dar la vida por el mundo”, y que “el cristianismo no es una religión por la que se mata, sino una religión por la que se muere”.
REFERENCIAS
Boff, Leonardo. Jesucristo el liberador. Ensayo de cristología crítica para nuestro tiempo. Santander: Sal Terrae, 1994.
Bruce, D., Harper, G. W., Fernandez, M. I., Jamil, O. B., & Adolescent Medicine Trials Network for HIV/AIDS Interventions. (2012). Age-concordant and age-discordant sexual behavior among gay and bisexual male adolescents. Archives of Sexual Behavior, 41, 441–448. doi: 10.1007/s10508-011-9730-8
Millet, Kate. (1969) Política Sexual. Link: https://revistaemancipa.org/wp-content/uploads/2017/09/Kate-Millett-Politica-sexual.pdf
Rind, B. (2016). Hebephilia and other chronophilic puzzles. Archives of Sexual Behavior. doi: 10.1007/s10508-016-0889-x
Rind, B., & Welter, M. (2016). Reactions to first postpubertal male same-sex sexual experience in the Kinsey sample: A comparison of minors with peers, minors with adults, and adults with adults. Archives of Sexual Behavior, 45, 1771–1786.