Fe

¿Todas las religiones valen igual o son lo mismo?

¿Todas las religiones valen igual o son lo mismo?
Escrito por Padre Henry Vargas

El ser humano es ‘capaz de Dios’ (Catecismo, 35). El ser humano ha sido creado por Dios y para Él (Catecismo, 27-28), bien lo dice San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti” (Confesiones, Libro 1, 1, 1). 

En todo ser humano debe existir una relación armónica entre la fe y la razón. Y gracias a esta armonía es que el ser humano puede acceder a Dios, y es en este campo que Dios está cerca del corazón humano y de su razón. Dicho de otra manera, quién no se relaciona con Dios se está traicionando a sí mismo, está negando su propia esencia y vocación.

El ser humano desde su aparición en la tierra, y desde que ha tomado conciencia de su ser, siempre ha dirigido su mirada hacia el infinito, siempre ha tenido visión de trascendencia que le permite creer en un ser superior, Dios. Dios pues quiere que el ser humano se relacione con Él.

San Pablo, en su discurso en el Areópago de Atenas (Hch 17, 22-31), reconoce y alaba, en los griegos, el esfuerzo, el buen intento y la buena voluntad de buscar la divinidad; hecho que si bien no llevaba al conocimiento del verdadero Dios no por ello iba en sentido contrario o fuera un camino enteramente errado. Es que la búsqueda a tientas de Dios, tiene mucho que ver con los designios de su providencia Divina. No había y no hay en el Nuevo Testamento una actitud totalmente cerrada hacia todo lo que no provenía de Cristo y/o de la fe en Él.

El encuentro del ser humano con Dios debe partir de la verdad, no de suposiciones, fantasías o hipótesis. Hay que tener en cuenta que la religión verdadera sólo puede ser una, y sólo una. Sería absurdo creer que Dios haya fundado varias religiones contradictorias entre sí. La única religión verdadera es la que Dios ha revelado y fundado.

¿Y cuál es la verdad a tener en cuenta? La verdad está en la voluntad salvífica del único Dios verdadero. Y la salvación del ser humano está en la correcta relación con Dios, y esta relación con Él pasa necesariamente por la relación con Jesús su hijo muy amado (Mt 3, 17; Mc 9, 7) que se ha hecho hombre. ¿Es que de no ser así qué sentido tendría la encarnación del Hijo de Dios? Esta es la verdad, aunque no sea conocida, entendida o aceptada por las diferentes religiones.

A partir de aquí vemos que el cristianismo no es una religión más en el panorama trascendente. El cristianismo no consiste tanto en una religión, aunque para el mundo así lo sea, sino más bien es una relación directa entre Dios y el hombre.

Jesús no se encarnó para establecer una nueva religión, sino para restaurar nuestra relación con Dios. Por eso el cristianismo, más que componerse de reglas y normas que deben obedecerse, es una relación personal con Dios a la que tenemos acceso como acción de amor de Él con nosotros.

Por tanto el cristianismo tiene grandes y decisivas diferencias con las demás concepciones religiosas que hay en el mundo, diferencias que veremos más adelante.

Jesús es el único en quien el designio salvador de Dios se concretiza: “No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros podamos salvarnos” (Hch 4, 12). Es por esto que la salvación se adquiere sólo por la fe en Jesús, y esto es una afirmación constante en el Nuevo Testamento. Precisamente quienes creen en Cristo son la verdadera descendencia de Abrahán (Rm 9, 6-7; Gál 3, 29; Jn 8, 31-58; Lc 1, 55). La bendición de todos en Abrahán encuentra su sentido en la bendición de todos en Cristo.

Pero Jesús no excluye a los gentiles de la salvación, en Él no hay diferencia entre judíos y gentiles (Gál 4, 24; Col 3, 11). En tal sentido Él dice que vendrán de oriente y de occidente a sentarse a la mesa en el reino mientras los hijos del reino serán echados fuera (Mt 8, 11-12; Lc 13, 18-29, cf. 11, 20-24). Jesús acoge a algunos de los gentiles y les alaba la fe; fe que no encuentra en buena parte del pueblo de Israel (Mt 8, 10; Lc 7, 9; Mt 15, 21-28; Mc 7, 24-30).

Jesús resucitado da a los once discípulos una misión universal (Mt 28, 16-20; Mc 16, 15-18; Hch 1, 8); es por esto que la Iglesia desde sus orígenes desarrolla su misión entre los gentiles (Hch 10, 34).

Según Col 1, 15-20 todo ha sido creado en Jesucristo, mediante él y todo camina hacia él. Este mismo texto muestra que esta causalidad de Cristo en la creación está en relación también con su mediación salvadora. La recapitulación de todo en Cristo es el último designio de Dios Padre (Ef 1, 10). En esta universalidad se distingue la actuación especial de Cristo en la Iglesia: “Bajo sus pies sometió todas las cosas y le constituyó Cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena todo en todo” (Ef 1, 22-23; Col 1, 17).

Si la salvación está ligada a la aparición histórica de Jesús, es incuestionable la adhesión personal a él en la fe. Solamente en la Iglesia, que está en continuidad histórica con Jesús, puede vivirse plenamente su misterio. Es por esto que la Iglesia, o el cristianismo, tiene una clara pretensión o vocación de universalidad.

Y, como ya se ha enunciado antes, de la gran y única diferencia entre el cristianismo y las otras concepciones religiosas se derivan otras diferencias que a continuación menciono:

1.- Dios es concebido como Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Para el cristianismo, Dios es uno y trino.

2.- El fundador del cristianismo es el Hijo de Dios, Dios mismo. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. A diferencia de otros líderes fundadores de religiones, Jesucristo declaró abiertamente de sí mismo que Él era uno con Dios. Es Dios mismo quien, en Jesús -su hijo-, busca al ser humano. En las demás religiones es el hombre quien busca a Dios.

3.- De quien más documentos históricos hay, y los más antiguos, es de Jesús.

4.- Los textos sagrados del cristianismo, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, son considerados “Palabra de Dios”. Fuera de la Biblia no hay textos que se consideren de tal manera.

5.- Fuera del cristianismo no existe ninguna otra religión que ofrezca realmente el perdón de Dios. Jesús iba por la vida perdonando los pecados, y delegó su autoridad de perdonar a su Iglesia.

6.- El fundador del cristianismo es el único que se sacrifica por la humanidad. Con el gesto de la última cena, anticipación de su sacrificio en la cruz, el Señor cuestiona la idea del sacrificio animal como condición para agradar a Dios, idea propia de las religiones neolíticas. Jesús es el único que reconcilia de manera perfecta al hombre con Dios.

7.- Y algo que sólo Él, el fundador del cristianismo, podía hacer, por ser Dios mismo, son los milagros que eran expresión de amor a favor de todos los que le buscaban. Por tanto el cristianismo es la única religión que surge del amor de Dios.

8.-  El cristianismo es la única religión mesiánica. Jesús es el Cristo, es decir “el ungido”, el rey, el mesías. Jesús es considerado el mesías prometido por el Antiguo Testamento y, por tanto, el Salvador.

9.- La sabiduría divina de Jesucristo no tiene comparación alguna. Esa sabiduría,  de quién es La Verdad, no se encuentra fuera del cristianismo.

10.- Jesús es más que un maestro sin igual, digno de ser seguido. Él es el medio por el cual la humanidad puede lograr la verdadera libertad de aquello que la destruye.

11.- El cristianismo es la única religión cuyo fundador vive, gracias a su resurrección. En consecuencia, el fundador del cristianismo sigue haciendo presencia en la humanidad, mediante su presencia sacramental, en la Iglesia que Él fundó.

12.- El cristianismo es la única religión que recibe el mandato divino de hacer misión y de enseñar. La palabra enseñar, en griego matheteusate, significa literalmente hacer discípulos.

13.- El cristianismo fue, y es, el único camino de luz en épocas oscuras.

14.- El cristianismo es la única realidad religiosa que es, ha sido y será perseguida.

15.- La salvación para el cristianismo es la visión eterna y beatifica de Dios. Y la salvación es un regalo de Dios: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef 2, 8-9). La salvación para las demás concepciones religiosas es el esfuerzo humano de encontrar la felicidad, es un tipo de liberación o rescate de las adversidades físicas y espirituales del mundo, es una forma de autorrealización personal, es una mejor relación con el entorno, etc..

Ahora bien, habiendo hablado del cristianismo y de sus particularidades que lo hacen único, nos preguntamos: ¿Y entonces qué papel juegan las otras concepciones religiosas? ¿Éstas son camino de salvación para el resto de la humanidad? ¿A quién no le llegue el anuncio de Cristo logra la salvación? Quien está fuera del cristianismo desde luego que tiene opción de salvación. Hay que excluir por consiguiente la existencia de economías de salvación diversas para los que creen en Jesús y los que no creen en él. No puede haber caminos para ir a Dios que no confluyan en el único camino que es Cristo (Jn 14, 6).

Por tanto, no es objeto hoy de discusión la posibilidad de salvación fuera de la Iglesia de aquellos que viven según su conciencia. Se reconoce que en las diversas religiones hay rayos de la verdad de Dios que iluminan a todo hombre, hay semillas del Verbo. Por disposición de Dios hay en las diferentes religiones cosas buenas y verdaderas; se encuentran elementos de verdad, de gracia y de bien no solamente en los corazones de los hombres, sino también en los ritos y costumbres de los pueblos, aunque todo pueda y deba ser sanado, elevado, perfeccionado y completado.

¿Y cuáles son esos rayos de verdad o elementos de verdad comunes entre el cristianismo y las demás religiones?

1.- La concepción de la idea de que hay un ser superior.

2.- Cuánto existe es obra de ese ser superior.

3.- El ser humano es un ser espiritual.

4.- El deber de hacer el bien y nunca el mal por parte de quien es religioso.

5.- La concepción de que la vida, sobre todo la vida humana, es sagrada y valiosa.

6.- El compromiso común de todas las religiones es la consecución de la paz mundial.

7.- Hay un más allá después de la experiencia terrenal.

P. Henry Vargas Holguín.

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