En una entrevista realizada por Lorenzo Bertocchi para el diario italiano La Verità, el exprefecto para la Doctrina de la Fe del Papa Francisco, cardenal Gerhard Ludwig Müller hizo claridad sobre los deberes de los católicos en relación con el Papa.
“El Papa debe mantenerse en pleno acuerdo con la Revelación, tal como se conserva y se testimonia en las Sagradas Escrituras y en la tradición apostólica”, dijo Müller.
El Pontífice “debe reconocer formalmente todas las decisiones dogmáticas de los Concilios y de los Papas que lo han precedido”, agregó.
“Ni el Papa en ejercicio ni sus predecesores pueden proponer sus puntos de vista subjetivos a la fe de toda la Iglesia, sea sobre política, la educación de los niños o el arte culinario”, señaló, en medio de la controversia por las declaraciones del Papa Francisco sobre las uniones civiles entre personas homosexuales.
«Muchas formas de pensamiento o comportamiento de los papas individuales pueden y deben ser criticadas, sin poner en cuestión la misión divina y el poder del Papa como sucesor de Pedro”, explicó, justo cuando una buena parte de los clérigos estigmatiza a los fieles por cuestionar actitudes y comentarios poco católicos del Papa Francisco, señalándolos de «enemigos del Papa».
Esta es la entrevista completa, traducida al español por Secretum Meum Mihi:
- Eminencia, ¿qué idea ha hecho de las declaraciones del Papa sobre el tema de las uniones civiles, al menos en cuanto a cómo fueron presentadas y discutidas después del documental «Francesco», recién presentado?
Siempre, cuando los enemigos de la Iglesia, los ateos y los activistas LGTB son interlocutores o intérpretes del sucesor de Pedro, existe la posibilidad de que el resultado sea el opuesto al esperado. De hecho, o el Papa los reconduce a la fe católica, o estos distorsionan sus afirmaciones a su favor, y así confunden a los católicos que quieren permanecer fieles al Papa. Ningún católico puede tomar en serio la enseñanza de la Iglesia interpretada por los interlocutores adversarios de la Iglesia. Es del todo irrelevante lo que informan sobre sus conversaciones con el Papa, o cómo aparece en videos o entrevistas. Y desde el punto de vista de la ciencia teológica, estas conjeturas pastorales privadas no representan ningún “locus theologicus”. Ellas no tienen ninguna autoridad para un católico, incluso cuando el Papa quiere “iniciar procesos” a través de ellas. La fe se deriva de la revelación de Dios y no del “wording and framing” manipulativo de ‘influencers’ teológicos y políticos. La enseñanza de la fe sobre el origen, el significado y los límites de la autoridad del Papa en materia de fe y moral están claramente definidas por el Concilio de Florencia y, en manera particular, por el Vaticano I y II. La autoridad doctrinal y pastoral del Papa no deriva de la específica personalidad del titular del trono de Pedro. Esto lo vemos con el pescador Simón, a quien Cristo hizo Pedro, pero en virtud de su misión divina. Su poder, que exige la obediencia de todos los fieles católicos, consiste exclusivamente en poner de manifiesto lo que el Padre celestial le ha revelado: es decir, que Jesús no es cualquier profeta o modelo moral, sino el Hijo de Dios (Mt 16,16). Además, Jesús no es “Hijo de Dios” en un sentido derivado o metafórico, un poco como nosotros somos hijos por adopción en la Gracia (ver Rom 8,16). Él es el Hijo en la Santísima Trinidad, nos ha revelado a su Padre (Mt 11, 27) y a él –como Hijo– toda potestad le es dada en el cielo y en la tierra. Los apóstoles y su sucesor enseñan solo lo que Jesús les enseñó (Mt 28,20). La obediencia ciega a las personas, como el culto hacia la persona del ‘führer’ en los sistemas totalitarios, es lo opuesto a la obediencia a la religión como componente de la fe sobrenatural que se dirige directamente a Dios, que no engaña y no puede engañar (Lumen Gentium, 25).
- Sin embargo, más allá de las circunstancias y de las posibles tergiversaciones del Papa, queda la declaración sobre la posibilidad de tutela legal para las uniones civiles. Que es un tema político y no solo teológico.
La confusión, a veces inducida conscientemente, consiste en confundir la verdad objetiva de la unión natural y sacramental del hombre y la mujer en el matrimonio con los problemas personales que tienen algunos individuos por una atracción erótico-sexual hacia personas del mismo sexo. Un estado secular se refiere por sus normas, no por una revelación sobrenatural o una religión en particular, sino el derecho natural que se expresa en la razón. La Iglesia –como custodia también de las verdades antropológicas naturales– debe oponerse al reclamo del Estado o de organizaciones ideológicas como las LGTB, que relativizan el matrimonio entre hombre y mujer como una construcción social según sus propios gustos, y en consecuencia también quieren redefinir las relaciones entre personas de sexo diferente o idéntico como un tipo de matrimonio. Papas y obispos deben aprender en el mundo de los medios de comunicación de hoy a expresarse de manera clara e inequívoca, de modo que la preocupación pastoral por algunas personas en situaciones difíciles no se preste a abusos que socaven la antropología, cuyos principios ontológicos y morales se originan en la razón y en la revelación.
- Algún obispo ha dicho que lo del Papa sería un error con respecto al magisterio precedente, como por ejemplo la nota de Doctrina de la Fe de 2003 en la cual parece decir que no es posible ningún reconocimiento legal. ¿Es así?
Ante todo, el Papa debe mantenerse en pleno acuerdo con la Revelación, tal como se conserva y se testimonia en las Sagradas Escrituras y en la tradición apostólica. Entonces también debe reconocer formalmente todas las decisiones dogmáticas de los Concilios y de los Papas que lo han precedido. Ni el Papa en ejercicio ni sus predecesores pueden proponer sus puntos de vista subjetivos a la fe de toda la Iglesia, sea sobre política, la educación de los niños o el arte culinario. Así, por ejemplo, los juicios políticos sobre el comportamiento del emperador y el Papa en el Medievo están vinculados a esa época y no son vinculantes para la fe revelada. Muchas formas de pensamiento o comportamiento de los papas individuales pueden y deben ser criticadas, sin poner en cuestión la misión divina y el poder del Papa como sucesor de Pedro. Jesús hizo a Simón, Pedro, y sobre este edificó su Iglesia. Y al mismo tiempo Jesús, el verdadero jefe de la Iglesia, lo criticó duramente por su negación sobre la necesidad de la Pasión y, con ella, del mismo Cristo, durante la misma Pasión. Los santos Jerónimo, Agustín y Tomás de Aquino, en sus comentarios a la carta a los Gálatas, elogiaron a Pablo por su sinceridad en su crítica violenta a Pedro y, viceversa, a Pedro por su humildad, con la cual aceptó esta corrección fraterna. En esa circunstancia, Pedro demostró un inestimable servicio a la unidad de la Iglesia. Y el ejercicio del primado de la Iglesia de Roma debe tener siempre ante los ojos a los dos príncipes de los apóstoles, que con la sangre de su martirio han conquistado el primado de la Iglesia de Roma en la comunidad de las Iglesias episcopales de Oriente.
- Una parte del mundo católico, sin embargo, considera suficiente que una unión civil homosexual no se llame «matrimonio», sin por tanto referirse a la familia. En estas condiciones, desde su punto de vista, ¿no es posible un reconocimiento de las uniones civiles?
Los fieles cristianos no son sofistas y no juegan nominalísticamente con las palabras. El matrimonio es la unión de por vida de un hombre y una mujer, según la definición de la palabra y de la cosa en el orden de la creación y de la redención. Cualquier convivencia de personas del mismo sexo (por ejemplo, comunidad de orden) o de diferentes sexos tiene un valor religioso o moral. Pero no se puede llamar “matrimonio”, y cualquier unión sexual fuera del matrimonio es objetivamente un pecado grave. Esto no lo pueden cambiar ni siquiera aquellos teólogos que se jactan de ser “progresistas”, y que se refieren a una supuesta cercanía al Papa Francisco. Históricamente ya ha sucedido que incluso algunos Papas han tambaleado en cuestiones de fe o se han equivocado gravemente. Por lo tanto, la infalibilidad en materia de fe o moral se da solo cuando un Papa propone a la fe de toda la Iglesia una doctrina de fe revelada. Sin embargo, él no puede proponer a la fe de la Iglesia –como le fue revelada– sus vivencias personales, sus valoraciones subjetivas o determinadas teorías filosóficas o teológicas. Porque la revelación en su realidad constitutiva se terminó definitivamente con la muerte del último apóstol. Papas y obispos son testimonios de la revelación de Dios adquirida de una vez por todas en Jesucristo, y no destinatarios de una nueva revelación que va más allá de Cristo, o incluso reduzca a Cristo a un paso preliminar para un superior conocimiento de Dios. Detrás del discurso pseudointelectual del “cambio de paradigma”, sólo se encuentra una herejía enmascarada, que falsifica la palabra de Dios. El Papa y los obispos no han recibido una nueva revelación pública como parte del “Depositum Fidei”. En un tiempo los protestantes nos acusaron injustamente de anteponer el Papa a Cristo: hoy, con razón, defendemos la auténtica enseñanza del papado contra ciertos católicos que absolutizan la posición de poder político-religioso del pasado, y relativizan su misión divina en el ser “el perpetuo y visible fundamento de la unidad de la fe y de la comunión” de los obispos y de sus iglesias particulares.
Fuente: Cardenal Müller: “Se pueden y se deben criticar formas de pensar o comportamientos de los Papas”