Fe

¿Satanás puede estar detrás de milagros?

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Escrito por Padre Henry Vargas

En la vida es necesario estar atentos para no perder de vista a Dios y, en consecuencia, no perder la salvación, engañados por ‘milagros’ que no son de Dios, y por falsos profetas manipulados por el “padre de toda mentira” (Jn 8, 44).

El poder de hacer ‘milagros’ o acciones prodigiosas no es exclusivamente sobrenatural sino también preternatural.

Lo preternatural se distingue de lo sobrenatural en el sentido que lo sobrenatural es algo exclusivamente realizado solo por Dios y/o proviene de Él.

Lo que sí es obra de Dios o viene de Él es lo sobrenatural, es la gracia santificante, su vida misma en la vida del cristiano. La gracia santificante y la gracia sacramental, que sí es una participación en la vida divina, no la concede Dios más que a sus amigos.

Dios es el único omnipotente, cuyo único límite es lo real y objetivamente imposible desde su óptica y desde toda lógica (porque, por ejemplo, no puede crear un círculo cuadrado), y como tal Él es el único creador.

Los milagros de Dios obran más allá de las leyes de la creación. De manera pues que Dios puede crear algo de la nada, puede devolver la vista a un ciego cuando humanamente se ve que no es posible, puede revivir un muerto; y aquí, como es obvio, también debemos incluir todos los demás milagros realizados por Jesús y los milagros que la Iglesia ha aprobado por intercesión de los santos.

Lo preternatural, del latín praeter naturalis, (que significa “más allá de lo natural”), es un fenómeno realizado por las criaturas, incluso por aquellas que son espirituales o angelicales, tanto si están al servicio de Dios como en su contra, dependiendo de que tipo de relación se tenga con Él.

En este sentido Dios puede permitir a un pecador la posibilidad de hacer un ‘milagro’ o fenómeno prodigioso porque ello no supone necesariamente una unión íntima con Dios; pero tras estos ‘milagros’ siempre actúa Satanás.

Vemos en el Antiguo Testamento el episodio en que los magos del Faraón, por medio de encantamientos, hicieron ‘milagros’ (Ex 7, 11) para negar al único Dios vivo y verdadero; pero fueron ‘milagros’ que no pudieron superar ni igualar, ni en cantidad ni en ‘calidad’, los milagros obrados por “el dedo de Dios” (Ex 8, 15), a través de Moisés y Aarón.

En el Antiguo Testamento se advierte de la existencia de los falsos profetas que realizan ‘milagros’ y prodigios: “Practiquen cuidadosamente todo lo que yo les ordeno, sin añadir ni quitar nada. Si surge en medio de ustedes un profeta o un intérprete de sueños, que te propone un signo o un prodigio, y te dice: «Vamos detrás de otros dioses –que tú no conoces– para rendirles culto», aunque se cumpla el signo o el prodigio, no hagas caso de las palabras de ese profeta o de los sueños de ese visionario. Porque el Señor, su Dios, los pone a prueba para ver si ustedes lo aman realmente con todo su corazón y con toda su alma. Sigan al Señor, su Dios. Témanlo y observen sus mandamientos, escuchen su voz, sírvanlo y sean fieles a Él” (Dt 13, 1-5).

Pasando al Nuevo Testamento Jesús también advierte de que existe la posibilidad de que hayan ‘milagros’ realizados por personas sin ningún vínculo con Él, y en consecuencia con Dios, son personas fuera de la Iglesia: “Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor!, ¿no profetizamos en tu nombre, y en nombre tuyo arrojábamos los demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Yo entonces les diré: nunca os conocí; apartaos de mi, obradores de iniquidad” (Mt 7, 22-23).

En su sermón profético, Jesús advierte que hay falsos profetas (adivinos, brujos, chamanes, manipuladores de ciencias ocultas, satánicos, líderes de sectas varias, y un largo etc.); y que dichos profetas actúan, lo sepan o no, bajo el poder del diablo y están a su servicio (Mc 13, 22-23). “… surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos” (Mt 24, 24).

Por otra parte San Pablo dice que: “Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy” (1 Co 13, 2). Aquí San Pablo dice que se puede tener el don de profecía y tener la posibilidad de mover montañas (los ‘milagros’) sin caridad o, que es lo mismo, sin amar a Dios o sin ninguna relación con Él, que es el amor, y por lo tanto sin vivir o estar en su gracia.

“Juan le dijo (a Jesús): ‘Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros’. Pero Jesús dijo: ‘No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros’” (Mc  9, 38-40).

Dios, pues, dejará hacer a la gente lo que quiera. Será Él quien discernirá al final de los tiempos quien en verdad sí estaba a su favor y quién no, quien recogió con Él y quien desparramó. “El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama” (Lc 11, 23).

Por tanto, hay hechos prodigiosos, extraordinarios y ‘milagrosos’ fuera de la Iglesia. Es que la Iglesia no tiene un monopolio exclusivo de los milagros. Esto que se ha dicho puede sorprender e incluso escandalizar ya que se cree que lo prodigioso es exclusivamente obra divina.

La facultad de realizar ‘milagros’ o prodigios o fenómenos paranormales, puede Dios permitirla incluso al propio Satanás y a los demonios como sus aliados. Es que, en teología, los ángeles y los demonios están dotados con poderes preternaturales, pues su intelecto y otras características van más allá de las capacidades humanas.

El diablo y sus ángeles pueden, pues, realizar hechos extraordinarios, aunque no pueden hacer cosas imposibles para su naturaleza angélica. Lo que obran Satanás y sus demonios deben hacerlo según las leyes de la naturaleza y basándose en ellas.

Todos los fenómenos que puedan resultar de un movimiento natural de fuerzas físicas, aunque el ser humano no sea capaz de producirlos ni siquiera llevando sus capacidades naturales al límite máximo, puede lograrlos el diablo y sus ángeles en virtud de su propia potencia natural, extraordinariamente superior a la del ser humano, aunque sea invisible.

En este sentido Satanás puede curar, incluso instantáneamente, ciertas enfermedades extrañas producidas por su misma acción diabólica; es claro que aquí no se trata propiamente de una curación, sino tan sólo de dejar de dañar, temporalmente, y todo para seguir engañando. Dicho de otra manera, lo mismo que un médico puede curar ciertas enfermedades con su ciencia, con su experiencia y con los medios a su alcance, lo puede hacer también el diablo con sus poderes.

Satanás puede también producir la estigmatización y demás fenómenos corporales propios de la mística. Puede curar la ceguera de alguien si a través de las leyes de la naturaleza tal hecho es posible. Puede también provocar una tempestad. Puede conceder una gran fuerza física a alguien. Puede dar origen a prodigios en contra de la ley de la gravedad por el concurso invisible de sus fuerzas, y aquí tenemos las levitaciones demoníacas. Los demonios (al servicio de Satanás, y con el protagonismo de éste) pueden causar también todos los fenómenos extraordinarios clasificados en cuatro categorías: Infestaciones, posesiones, obsesiones y vejaciones.

¿Qué es lo que estos entes del mal no pueden hacer? No pueden crear algo de la nada, no pueden saltarse o eliminar las leyes de la naturaleza, no pueden resucitar a los muertos, no pueden hacer inmortal a una persona, no pueden cambiar la sustancia o esencia de las cosas (no pueden, por ejemplo, transformar el agua en vino), etc..

Es decir, el diablo y/o sus ángeles caídos pueden manipular las fuerzas de la naturaleza o sus leyes, pero no pueden ir en contra de dichas leyes instauradas por Dios, y que rigen la obra de la creación, como tampoco pueden negarlas ni crear nuevas leyes; Satanás o Diablo no puede hacer lo que es propio de Dios.

P. Henry Vargas Holguín.

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