En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos» (Mt 19, 23-30).
Jesús da a entender que tiene más posibilidad un camello de pasar por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los cielos. ¿Pero Jesús está diciendo que algo imposible para un camello, como es que pase por el ojo de una aguja, sea más posible para un rico que entre a la vida eterna? ¿Para Jesús es imposible que los ricos se salven? ¿Para Jesús los ricos tienen prohibido entrar al reino de los cielos?
La respuesta para estas dos últimas preguntas es negativa. Los ricos no tienen las puertas del reino de los cielos cerradas, simplemente Jesús está diciendo que los ricos lo tienen difícil, no imposible.
¿Con respecto al tema de la aguja de qué está hablando Jesús? Obviamente aquí no se trata de una aguja de coser. La mayoría de la gente cree que Jesús hablaba de una aguja de costura. Jesús en realidad se refería a las puertas de entrada de las ciudades amuralladas en la antigüedad.
Cada una de esas entradas tenía dos grandes puertas, cuyas bisagras estaban al lado y lado de la entrada. Una de esas puertas tenía una pequeña puerta llamada ‘ojo de aguja’; dicha puerta pequeña estaba destinada, sobre todo en la noche, sólo para el paso individual de pocos peatones. Las dos puertas se abrían de día para el paso de carruajes, para el paso de gran cantidad de gente y/o de animales.
Cuando las grandes puertas estaban cerradas hacer pasar un camello por la pequeña puerta llamada ‘ojo de aguja’ era obviamente muy difícil; requería que el camello se despojara de su carga y doblara sus patas y cuello. Una tarea difícil que a menudo dejaba raspones en las patas de los camellos.
Si los camellos tenían difícil, no imposible, entrar a una ciudad por una de esas pequeñas puertas, así también es de difícil, no imposible, que los ricos entren al cielo; y la puerta que da acceso al reino de los cielos es Jesús (Jn 10, 9), y es una puerta exigente, una puerta angosta (Mt 7, 13-14).
Por tanto, las exigencias para entrar al reino de los cielos son iguales para todos, ricos o pobres materialmente hablando. ¿Qué pide Jesús a todos, ricos o pobres? Los unos y los otros se deben despojar de sus cargas, doblar sus cuellos en obediencia, arrodillarse ante Dios y reconocer a Jesús como el camino hacia la salvación.
La entrada al reino de Dios es estrecha y requiere sacrificios, humildad y obediencia para someterse a la voluntad divina. De esta manera la riqueza o la pobreza no son un factor determinante para la condenación o para la salvación; entrar en el reino de los cielos requiere en todos la debida disposición.
Jesús pide entrar a la eterna bienaventuranza habiendo ya sido dichosos en esta tierra en plena comunión con Dios; y parte de la dicha aquí, en esta realidad terrenal, está en ser dichosos teniendo un espíritu de pobre (Mt 5, 3) o siendo pobres en el espíritu, no pobres espirituales.
P. Henry Vargas Holguín.