Mario Arturo Iannaccone, experto en Historia del Cristianismo y Periodista, publicó recientemente en Il Timone un interesante análisis sobre la práctica del ‘Mindfulness’ y su compatibilidad (más bien, incompatibilidad –N. de R.–) con la vida espiritual cristiana, traducido por Religión en Libertad.
Mindfulness, la moda de vaciarse la mente
Iannaccone explica que el ‘Mindfulness’ es una versión «light» de la meditación budista Vipassana y de su versión japonesa, el Zen, con la diferencia de que no se requiere ninguna privación (alcohol, carne, medicinas, abstinencia) y esto es lo que convierte esta práctica en algo fácil y más «secular».
Y ahí parece radicar en gran medida la aceptación y popularidad de la práctica, pues no son necesarios «estudios, dietas, posturas incómodas, el uso de imágenes o símbolos particulares, o el conocimiento de tradiciones religiosas o espirituales exóticas. Parece una práctica neutra, psicológica, limpia, con un fundamento teórico simple: «controlar la mente para vaciarla de todo pensamiento es, en sí, un beneficio».
Creada por el médico inmunólogo Jon Kabat-Zinn y difundida a través de libros como «Vivir con plenitud las crisis. Cómo utilizar la sabiduría del cuerpo y de la mente para afrontar el estrés, el dolor y la enfermedad», esta práctica promete enseñar «los beneficios de estar presentes en el instante, absteniéndose de juicios, ansiedades y previsiones, y aceptándose» a uno mismo.
Raíces gnósticas
El ‘Mindfulness’ no es sólo una técnica de respiración que favorece la tranquilidad y el manejo del estrés –lo que hasta ahí no tendría ningún problema–, sino que es una práctica que tiene unas fuertes raíces gnósticas de las que no se puede disociar enteramente.
Kabat-Zinn y sus discípulos, por ejemplo, han explicado que la práctica permite alcanzar un estado de conciencia sobre el medio ambiente, al estilo de la ecología profunda y la gnosis New Age. Algo que trasciende de los simples beneficios individuales y que apunta a un movimiento social y cultural.
Algunas versiones del Mindfulness también adoptan elementos del «camino del dharma budista, el yoga, la cábala y otras. El mindfulness se une fácilmente a formas e imágenes que provienen de la variedad de la gnosis y que tienen el efecto de contaminar e insinuar lentamente en el cristiano imágenes, pensamientos y dinámicas totalmente extrañas a la recta doctrina de su religión».
La oración cristiana busca llenarse espiritualmente de la gracia de Dios, no vaciarse de todo contenido
Iannaccone señala que los cristianos contamos con varios estilos de oración: «oración mental, oración hablada, contemplación sobre imágenes o símbolos», las cuales también permiten «liberación de los pensamientos, el vivir en el momento en el cual se está rezando, la respiración regular, el control del pensamiento, la concentración sobre una imagen e incluso vaciarse de pensamientos, o bien ‘limpiar’ la mente de pensamientos parásitos».
Por otra parte, desde la perspectiva teológica, el cristianismo enseña «el respeto por la naturaleza del hombre como criatura, que no está hecho para vivir en el vacío, sino en la conciencia de ser hijo de Dios. La diferencia sustancial es que el católico vacía la mente para llenarla con una imagen (el Santísimo, Jesús, la Virgen), un sentimiento o símbolo«.
El Santo Rosario, por ejemplo, es «una forma de meditación donde el objetivo no es el vacío, sino la plenitud«, pero a diferencia de la gnosis que pretende «vaciar» la mente para encontrar la paz, lo que busca es el encuentro con una persona viva, que conduce a la plenitud.
Rechazo de la Gracia
Mientras que los maestros carmelitas o benedictinos enseñan formas de oración que ofrecen también los beneficios del control de la imaginación o de la cancelación del pensamiento activo (vía apofática), al pretender de manera permanente y persistente vaciar la mente, el mindfulness puede llevar a desviar «los influjos sutiles de la gracia«.
Otros riesgos:
Existen otros riesgos que señala Iannaccone, y son el «agravar los sentimientos de aburrimiento«, la «sensación de vacío y despersonalización», conocidos en la literatura psicológica y psiquiátrica, la tendencia a «juzgar severamente a quien no lo practica y a cambiar algunas relaciones sociales importantes, como las conyugales, parentales o filiales», que en personas sensibles puede reavivar «experiencias negativas» del pasado y en la medida en que la meditación «no está unida a la naturaleza, a la persona, puede llevar a la pasividad».
Este tipo de meditación puede llevar a «negar sensaciones de rabia o tristeza que, aun así, no son anuladas, sino que vuelven de otro modo», emergiendo luego «rencores, traumas, miedos y, paradójicamente, ansiedades».
También puede crear una dependencia parecida a la farmacológica. El riesgo de aislamiento o pasividad es especialmente grave cuando se introduce esta práctica «en la edad del desarrollo: no es una coincidencia que se introduzca en los programas escolares, pues tiende a volver pasivos a los jóvenes. De mente vacía a cabeza vacía el paso es breve…«
Fuente: religionenlibertad.com