Fe

¿Por cualquier camino religioso se entra al cielo?

A5
Escrito por Padre Henry Vargas

Mucha gente afirma que todas las religiones son buenas y, en consecuencia, que da lo mismo relacionarse con Dios en cualquiera de esas religiones. Afirmaciones de este tipo tiene algo de verdad pero no son del todo correctas.

Es cierto que todas las religiones contienen algunos aspectos buenos y son capaces en cierta medida de orientar espiritualmente y/o de a ayudar a las personas a ser mejores siempre y cuando las practiquen a conciencia y con recta intención.

Pero el cristianismo es único, sobre sale por encima de cualquier confesión religiosa. ¿Y por qué? Porque, a diferencia de las demás confesiones religiosas, es el mismo Dios quien lo ha fundado; es el mismísimo Dios Padre quien se nos ha dado a conocer por medio de su Hijo Jesucristo con la acción del Espíritu Santo.

Cualquier persona de buena voluntad, siempre y cuando la ignorancia que le impida ver, conocer y seguir a Jesucristo sea invencible y viva su religión a la perfección, puede servir a Dios y lograr la vida eterna en cualquier religión; pero en todo caso hay que saber que la gracia que consigue esos efectos es concedida por Jesucristo por los caminos que Él conoce.

Pero también es necesario afirmar que una persona, si descubre o llega a conocer que la Iglesia fundada por Jesucristo es la católica, tiene el sacrosanto deber de entrar a ella, de perseverar en ella y buscar en ella, tanto la salvación personal como la construcción del reino de Dios. Si no lo hace comprometería su eterna salvación, por la sencilla razón que ya no podría decirse que estaría de buena fe en la religión que practica (Lumen Gentium, 14).

El cristianismo no es una religión humana ni natural, es la única religión sobrenatural. Es decir, viene directamente de Dios y capacita a los creyentes para vivir la vida nueva de Jesucristo. Esta vida nueva es mucho más que una simple conducta humanamente respetuosa o un comportamiento ético.

Ahora bien, la moralidad está muy bien, y ayuda a las personas a respetar a las demás, a no matar, a ser buenos ciudadanos, a cumplir las leyes, etc., pero el evangelio, la palabra de Dios hecha carne o persona, es mucho más.

El evangelio es el motor de la vida y la verdad por antonomasia. La vivencia del evangelio es la base de la salvación pues es la única manera en la cual el ser humano concreta el verdadero querer de Dios y se identifica con la Divina persona de Jesucristo, el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6). Estas tres palabritas, aunque nosotros los cristianos las mencionemos con mucha frecuencia y a veces con ligereza, no las hemos asimilado a plenitud del todo.

El cristianismo es, por tanto, más que una religión. El cristianismo es la auto revelación de Dios, es una epifanía, o sea, es la auto manifestación de Dios.

El cristianismo en esencia no es la búsqueda de Dios que hace el ser humano;  es todo lo contrario, es la búsqueda del ser humano que hace Dios, es Dios quien se da a conocer, se revela. Dios se acerca al ser humano para comunicarle su misma vida.

El cristianismo tampoco es una ideología con carácter social. El cristianismo ha sido implantado y predicado por Jesucristo para llevar a los seres humanos a la comunión con Dios Trinidad.

El objetivo fundamental o preponderante del cristianismo, que está llamado a ser una única Iglesia-cuerpo de Jesucristo-, no es por tanto gobernar el mundo ni ser dueño del mismo o de los bienes y riquezas para distribuirlos a la humanidad, es, por encima de todo, ofrecer la salvación eterna en Jesucristo, anunciar la venida del reino de Dios y preparar los corazones para recibirlo. Esta misión la lleva a cabo mediante la predicación y la administración de los sacramentos principalmente.

La Iglesia concreta su misión siendo luz del mundo y sal de la tierra, aprendiendo de su fundador y maestro, velando por el bienestar y el desarrollo de la humanidad. Como Jesús de Nazaret predica el reino, perdona los pecados, cura las enfermedades y sacia el hambre de muchos, así también la Iglesia ejerce una gran tarea en la promoción del bien común, la armonía entre las naciones y en la defensa de la vida, etc..

A lo largo de la historia de la humanidad, la Iglesia ha contribuido a suprimir las lacras sociales como la esclavitud, la opresión de los débiles, las causas de las guerras, las injusticias, todo lo que amenaza la vida; y hoy como siempre la Iglesia sigue realizando una impresionante actividad caritativa en todo el mundo, sigue siendo defensora de los pobres, los enfermos, la educación, etc…

Como vemos claramente, la práctica y la concreción del evangelio implica nuestra presencia fiel en la Iglesia, y nuestra vida está llamada a ser más cristiana y en consecuencia más humana.

P. Henry Vargas Holguín.

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