El Padre Raúl Sánchez nos advierte sobre ese lenguaje edulcorado y vago que habla de Dios sin decir Quién Es, de un «encuentro» sin precisar cómo tiene lugar sacramentalmente, de una extraña y falsa «Misericordia» que abdica del arrepentimiento y de la conversión para darse al pecador sin más y confirmarlo no en la fe sino en su propio pecado…
«Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados».
Hechos 3, 19 – Segundo Sermón de San Pedro.
Y continúa:
«Así el Señor hará llegar el tiempo del alivio…».
Hechos 3, 20.
Lo dice el Príncipe de los Apóstoles, y Vicario de Cristo, Pedro. El lenguaje es claro: sin ambigüedades, ni vaguedades, sin errores ni lugar a equívocos.