Espiritual Fe

María Magdalena; testimonio de la lucha de Dios por nosotros.

“La historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad fundamental: discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y la muerte”. (Benedicto XVI, 23 de julio del 2006).

Jesús le dice: “¡María!” Ella se vuelve y le dice: “¡Rabboni!”, que significa: “¡Maestro!


jn 20, 1. 11-18

Arrastrar consigo ha sido la estrategia del Maligno y para ello aprovecha las heridas afectivas y emocionales que muchos sufrimos en el camino de la vida, por eso será importante que los servidores en la Iglesia trabajemos preparando los espacios adecuados para que todos los católicos tengamos experiencias concretas del Amor de Dios que Sana nuestras heridas y colma nuestra existencia vacía dándonos el sentido y la orientación adecuada.

El contacto con Dios Vivo como lo experimentó María magdalena nos asegura por la gracia divina y la sinceridad de nuestra respuesta que nunca más nos convertirnos en un factor de riesgo para el otro y viceversa. Sin esta experiencia curativa y liberadora; la vida terminará desangrándose y apuntando en dirección equivocada, perdiéndose nuestro potencial humano y maltratando nuestra dignidad de bautizados. Nuestra lucha hoy por hoy, en el contexto de un mundo enfermo que naturaliza el pecado, es un clamor para que el Señor y Maestro de nuestra Vida: nos sane y restaure en nuestra afectividad, sexualidad e identidad.

El Mal siempre buscará confundir y arrastrar hasta destruir, y hoy que la Iglesia nos ofrece la fiesta de Santa María Magdalena; ese gran referente del anuncio del Resucitado, del discípulo fiel que mucho amó y en mayor medida fue tratada a misericordia, la cual la hizo seguidora agradecida y radical: en ella podemos advertir que en la debilidad humana, hemos de tener como ella, la humildad de pedir ayuda al Señor para ser curados por él.

Un aspecto del triunfo de Dios en todos los que por nuestra fragilidad requerimos rescate, lo contemplamos en esa esperanzadora y misericordiosa acción de Dios para enfrentar el poder devastador que ha experimentado “María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios“. (Lc 8, 2 Mc 16, 9) Los relatos de liberación en la Biblia sobre estos casos (Mc 1,23-28, Mc 5,1-20, Mc 7, 24-30, Mc 9,14-29) pueden darnos algunas pistas de este terrible estado que a veces implica enfermedades, y que se hace notar con algunos signos como gritos: fuerza incontrolable, violencia, auto agresión, vivir en los cementerios, marginalidad y exclusión entre otros.

sobre su liberación de siete espíritus, Carmen Bernabé Ubieta comenta;

“el número siete, que es el número de la perfección, habla de una situación completa, acabada. No había nada de ella que no hubiera sido tomado por esta posesión. Estaba completamente endemoniada. Perfectamente poseída. Vivía en un infierno”.

“María Magdalena. Tradiciones en el cristianismo primitivo” Ed. Verbo Divino, 1994

Y el Catecismo de la Iglesia Católica nos precisa:

La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús llama “homicida desde el principio” (Jn 8,44) y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre (cf. Mt 4,1-11). “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo” (1 Jn 3,8). La más grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios.

CIC. 394 – 395

Tengamos claro; el poder de Satán no es infinito, no es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acción cause graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero “nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman (Rm 8,28).

En la experiencia de María de Magdala podemos decir : Jesús la liberó de esta fuerza opresora total y la hizo su fiel seguidora: estuvo firme con Jesús incluso hasta el Calvario, estará presente bajo la Cruz, junto con la Madre de Jesús y otras mujeres (Mc 15,40-41. Jn 19, 25), Estará pendiente donde colocarían el Cuerpo de Jesús (Mc 15,47), y descubrirá, en la mañana del primer día después del sábado, el sepulcro vacío (Jn 20, 1), junto al que permanecerá llorando hasta que reconozca a Jesús Resucitado. Ahí estaba María la enamorada, porque su amor era más fuerte que la muerte.

“Sentía un afecto muy tierno por su Maestro, y por eso, cuando el sábado hubo pasado, no podía soportar permanecer inactiva, sino que fue, al romper la mañana, con el deseo de obtener algún consuelo del lugar”.

Homilia 85. San Juan Crisóstomo

Jesús nos libera de cuanto nos oprime y esclaviza, de esas fuerzas sin control que generan un infierno en la tierra porque el maligno despliega con gran furor sobre los hombres su potencia deformadora solo equivalente al colmo de su odio contra los hijos amados de Dios. Sí Dios nos ha concedido una identidad en relación a Su Imagen y Semejanza,  y esta certificada una vez hemos sido sumergidos en las aguas del bautismo;  el maligno buscará robarnos esta seguridad, secuestrarla para de-formarla, ese ha sido su movimiento arbitrario y rebelde, pero el testimonio de la existencia de María Magdalena nos recuerda que el demonio no hace obras perfectas, porque perfecto sólo Dios, sólo su Poder y Amor; y por ellos todos tenemos la misma esperanza de nuestra grandiosa Santa y apóstol de los apóstoles. Santa María Magdalena, ruega por nosotros.

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