Luego de haber sacudido el mundo del consumo audiovisual con su modelo de negocio, hoy Netflix cuenta con más de 150 millones de suscriptores en el mundo entero, y es de lejos la plataforma líder de televisión pagada por internet.
Sin embargo, el que los principales estudios estén retirando sus títulos de la plataforma para iniciar sus propios modelos, como Disney, hace que la relevancia de Netflix en el futuro dependa en buena medida de producir muchos contenidos propios y rápido, o de conseguir «gangas» de productoras encartadas, como parece ser el caso de esta serie.
Sin bombos ni platillos el pasado Viernes Santo aterrizó en la parrilla de Netflix esta serie “bíblica” de 60 capítulos producida en Colombia, a la que en México le fue «como a los perros en misa» a pesar de haber tenido una inversión de 12 millones de dólares por parte del Grupo Salinas.
La serie cuenta la historia de una María Magdalena que representa muy bien el ideal de mujer (feminista) contemporánea, irreverente y autónoma, a la vez que generosa y compasiva con todas las personas a su alrededor.
El Evangelio de la redistribución de la riqueza
“Qué debemos hacer para merecer esa salvación”, pregunta un discípulo al Juan el Bautista. “Sólo tienes un cuerpo, a ti te sobra la otra túnica. Cuando veas a uno de tus hermanos que no tiene qué ponerse, se la vas a dar”, responde el precursor del Mesías.
“Vamos a darle de comer a los que sufren de hambre –prosigue el Bautista–, ¿no les da pena que en su casa sobre el trigo cuando hay familias que se están muriendo de hambre? Cuando actuemos así y sólo así, vamos a estar cerca de Dios”, sentencia.
Una Virgen María posesiva y un Jesús “ilustrado”
“Llenas tanto mi vida, hijo: a veces pienso que quizá necesites un tiempo más…”, le dice la Virgen a Jesús para intentar retrasar un poco, junto a ella, su misión.
Pero Jesús está muy preocupado por la “tristeza”, porque hay “mucha gente que está sufriendo”, “pero, sobre todo, hay mucha ignorancia. Hay gente que se pasa toda su vida obedeciendo leyes que ni siquiera entienden. Pensando que ahí van a encontrar a Dios… La gente está buscando la felicidad donde no la va a encontrar. Y yo tengo que ayudarlos, mamá”, responde el Unigénito de Dios.
Sin embargo, cuando el Bautista le pregunta por qué lo debe bautizar a él y no al revés, Jesús no encuentra ninguna razón qué darle. Mas le responde con una gran sonrisa: “El Señor, nuestro Padre, lo tiene dispuesto así. Y así debe ser”, dando a entender que obedecer las leyes que no se entienden finalmente no debe ser motivo de “tristezas” ni “infelicidades”.
Un Evangelio alterno
Otro mensaje de este Jesús que seguramente resonará con el público contemporáneo es el de que “no hay que discriminar a los extranjeros” porque “sienten como nosotros, sufren como nosotros y quieren vivir como nosotros”; al menos, es el mensaje que Jesús le transmite a Lázaro, dedicado a la guerra de guerrillas contra los romanos, para pedirle que abandone las “armas, porque no son el camino”.
A los mercaderes del templo los reprende por abusar de gente ingenua, que dan ofrendas de animales a Dios, “¡Como si eso le importara a Él!”, sentencia Jesús en esta versión de las Escrituras.
“Dios no castiga”, “cuando sientes a Dios todo se vuelve diferente, cada atardecer es mucho más que eso”, dice Jesús en esta versión del Evangelio escrita por la guionista y directora Lina Uribe, quien estudió su pregrado en la Universidad Javeriana de Bogotá.
Magdalena, precursora del feminismo
Si hay algo frecuente en el discurso feminista, es la búsqueda permanente de íconos, de figuras míticas que sirvan de fundamento histórico a su movimiento. Y esa fantasía la vuelve realidad la “María Magdalena” de Netflix en esta serie.
Una mujer acomodada, hija de un hombre muy rico, que tiene una visión romántica del matrimonio, en la cual se anticipa 18 siglos a su tiempo, y quien se destaca por su disposición para desafiar las costumbres y autoridades de su época.
Los hombres que la Magdalena se encuentran son siempre maltratadores, parecería que por temor ante su superioridad intelectual.
Difícilmente se encontrará otra producción en la que se repita con tanta frecuencia: “qué importa lo que diga una mujer”, dejando en claro que la protagonista vive en un mundo insoportablemente machista, viviendo en carne propia el deprecio, el maltrato y la envidia que genera en las mujeres de su época.
Y ella es una mujer especialmente provocadora, porque lee y escribe latín; es atea, pero interpreta las Escrituras mejor que los creyentes; desafía a los romanos con una audacia que pocos hombres en su pueblo igualan; y que está dispuesta a tomar justicia (venganza) por su propia mano.
En conclusión, “María Magdalena” es una serie que satisfará los oídos de un público contemporáneo secularista, que quiere ver a un Jesús acorde a las modas de lo políticamente correcto.
Antes que tener la intención de ofender, esta producción adolece de las limitaciones creativas y religiosas de sus productores, quienes no son capaces de trascender su propia incredulidad para hacer un producto digno de una audiencia creyente y con una mediana formación desde el punto de vista cristiano.
Si hay algún motivo para ver esta serie, bastante plana desde el punto de vista narrativo y exageradamente colombianizada en su ambientación, sería porque ofrece una ventana a como los incrédulos ven o quisieran que fuera el cristianismo.
Corto promocional de la serie:
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