«Seamos cristianos”, demos sentido y carne concreta a la identificación que nos brinda el bautismo, no nos quedemos sin desplegar nuestra capacidad y potencial de hijos de Dios, los católicos somos más que un dato en la partida bautismal.
«En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de “cristianos”.”
Hch 11, 26
San Lucas, en el libro de los Hechos de los Apóstoles nos descubre un itinerario especial que nos conducirá a la identificación de los seguidores de Jesús quienes serán finalmente reconocidos como “cristianos” perdurando hasta nuestros días, tal identificación surgiría a partir del año 47 d. C., precisamente en Antioquía, posiblemente esta denominación vino de fuera, de aquellos que eran impactados por una comunidad signo y señal de Cristo en medio de sus ambientes.
Los capítulos previos de los Hechos nos permitirán encontrar ese proceso de identificación que estará cargado de sentido; “los creyentes” (2, 44), “los discípulos” (6, 1), “los seguidores del Camino” (9, 1-2) y finalmente “Cristianos” (11, 26): en todo ello podemos sospechar un proceso de maduración e implicaciones en el seguimiento y la configuración con Cristo, es el camino de una mayor conversión obtenida paso a paso, marcada por la perseverancia como ciertamente corresponde a esta peregrinación de toda la vida cristiana.
Hemos de “ser creyentes”; tener nuestra Fe firme en Cristo, en sus promesas, en su obrar real y poderoso en nuestra vida y en nuestra historia, pero seamos también “sus discípulos”: los llamados a sentarnos a sus pies para aprender a vivir a su manera: escuchemos a Jesús, el Maestro de la vida que nos llama a estar con él para convivir con él. Que la «creencia» no nos sitúe en la distancia de lo no reconocible o lo lejano, porque no creemos en algo distante, sino en alguien con quien hemos entrado en intima comunión, con el Maestro Misericordioso.
Seamos sus “seguidores del Camino”; los que acogen la enseñanza, la doctrina cristiana sin concesiones o propuestas líquidas, tengamos la capacidad de rendirnos y someternos a la luminosidad y exigencia de la enseñanza cristiana como lo hizo Apolo: Al oírle Áquila y Priscila, le tomaron consigo y le explicaron con más exactitud el Camino” (18, 24-26).
“Seamos cristianos”, demos sentido y carne concreta a la identificación que nos brinda el bautismo, no nos quedemos sin desplegar nuestra capacidad y potencial de hijos de Dios, los católicos somos más que un número en las frías estadística de partidas bautismales, entendemos que ser cristianos es: “penetrar en los sentimientos de Jesús, y quiere decir no considerar el poder, la riqueza, el prestigio como los valores supremos de nuestra vida, pues en el fondo no responden a la sed más profunda de nuestro espíritu, debemos abrir nuestro corazón al otro, llevar con el otro el peso de nuestra vida y abrirnos al Padre de los Cielos con sentido de obediencia y confianza, sabiendo que precisamente, si somos obedientes al Padre, seremos libres: éste debería ser el ejercicio cotidiano de la vida como cristianos” (Benedicto XVI. 01-06-2005).