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Expresiones colombianas que hablan de lo que tenemos en el corazón

Expresiones colombianas que hablan de lo que tenemos en el corazón
Escrito por Santiago Peláez

Un ciudadano venezolano que vivió durante unos años en Colombia le comentaba a un amigo mío cómo las expresiones de los colombianos decían mucho de su forma de pensar y actuar, y cómo particularmente dos de ellas lo sorprendían sobre manera, una en sentido positivo y la otra de manera negativa.

Mi amigo le preguntó a qué expresiones se refería, a lo que aquel empezó por explicar cómo admiraba que muchas veces y en contextos muy diferentes (tanto como cuando buscaba una dirección, como cuando se encontraba con alguien para dirigirse conjuntamente a otro lugar), oía como respuesta  la expresión “camine”.

Sentía este venezolano que cuando una persona acudía a esta expresión manifestaba un acto de solidaridad, de compañía y es que, en efecto, caminar al lado del otro significa que su camino no me es indiferente; caminaron al lado de Jesús sus discípulos durante su vida pública porque querían acompañar al Maestro, deseaban hacer suyo también ese camino que aunque se ofrecía confuso y a veces contradictorio con las  normas en las que se habían educado como judíos, estaba iluminado por la sabiduría y la autoridad que Jesús transmitía, y cuando después de los acontecimientos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor, él se les aparece a los discípulos que iban camino de Emaús, esa aparición vino a develar que en este camino que es la vida, tenemos la certeza de la compañía de Jesús a nuestro lado.

Oída la explicación del venezolano mi amigo no pudo menos que estar de acuerdo y a renglón seguido lo interpeló por aquella expresión nuestra que le impactaba negativamente a lo que este no dudó en contestar: si algo me parece desobligante y terriblemente contrario a la expresión de “camine” es cuando ante una situación imprevista o un hecho consumado recibo como respuesta un “de malas“, “para mí”, proseguía el venezolano, y sin desconocer que existen realidades frente a las cuales poco o nada se puede hacer, oír esta respuesta era “un portazo en la cara, una antítesis de la caridad”.

No pudo mi amigo dejar de pensar en ello, y recordar que las obras de misericordia y no solo las corporales sino también las espirituales nos interpelan a que la “mala situación” del otro no nos puede ser indiferente, y que si muchas veces no atravesamos situaciones calamitosas es por gracia de Dios.

Traigo a colación esta charla de mi amigo para hacer conciencia no solo de la importancia del lenguaje que utilizamos, sino sobre todo para invitar a todos nuestros lectores para que en este año Jubilar además de nuestras obras, nuestro lenguaje  hable también de la Misericordia y que el mismo sea signo de estar dispuestos a caminar junto al que experimenta las malas situaciones que se van presentando por la vida.

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