Después de años de ser un respaldo confiable del partido demócrata, en la última elección presidencial el voto católico acompañó mayoritariamente al candidato republicano, Donald Trump, quien venció a Hillary Clinton entre estos electores por un margen de siete puntos (52% – 45%), en gran parte por el apoyo que los grupos pro vida dieron a su plataforma electoral.
Algo que indignó al superior de los Jesuitas, el padre Francisco de Roux, quien el pasado 1° de febrero en su columna de opinión de El Tiempo titulada “El Papa y Trump”, se lamentó:
Lo triste es que las mayorías cristianas votaron por Trump. Y así mostraron la realidad de [mks_highlight color=»#dda654″]un liderazgo espiritual torpe en las iglesias, [/mks_highlight] que permite y contribuye a la manipulación de la sensibilidad religiosa. [mks_highlight color=»#dda654″]‘Vote contra el aborto, vote Trump’[/mks_highlight], decía la campaña populista, y votaron por Trump el 84 por ciento de los evangélicos y el 52 por ciento de los católicos. Así fue también hace 85 años, cuando las mayorías cristianas apoyaron al nacionalsocialismo manipulados con la consigna [mks_highlight color=»#dda654″]‘Vote contra el comunismo, vote Hitler’[/mks_highlight]. Y ese voto cristiano, carente de líderes capaces de discernir, contribuyó al estallido de la guerra más bárbara de la historia.
Es especialmente lamentable que una figura notable dentro de la Iglesia católica, aproveche su visibilidad precisamente para difundir la “leyenda negra” contra la Iglesia.
Sería un esfuerzo innecesario explicar el exagerado simplismo con el que el superior de los jesuitas en Colombia, da cuenta de las elecciones alemanas entre 1928 y 1923, que finalmente llevaron a Hitler al poder, pero baste decir que entre el 20 de mayo de 1928 y el 5 de marzo de 1933 los comunistas estuvieron entre el 3° y 4° lugar de las preferencias, y nunca pasaron del 15% de los votos. Es decir, contrario a la versión de la historia que da el Padre de Roux, nunca tuvieron una opción real de poder.
Cuento aparte es la notoria adopción de un lenguaje pro abortista en su columna, pues no conocemos ninguna campaña con el eslogan “Vote contra el aborto”.
Las campañas provida siempre ha utilizado el eslogan “Vote por la vida” (Vote Pro Life), lo que hace pensar que este hijo de san Ignacio nunca vio una campaña provida a favor de Trump, sino que más bien algún simpatizante del aborto en quien el confía, trató de explicarle su interpretación sobre lo que pasó en las elecciones del pasado 8 de noviembre en E.E.U.U., y al padre de Roux le pareció que sería muy iluminador para fieles lectores de sus columnas.
Quienes quieran saber los hechos sobre la responsabilidad del voto católico en el ascenso de Hitler al poder, deben saber que gracias a su apoyo disciplinado del Partido Católico Zentrum, Hitler no sólo se demoró más de lo esperado en llegar al poder, sino que no logró la mayoría absoluta sino hasta después de inhabilitar a los partidos de la oposición, gracias a la ley habilitante de 1933.
Es más, la comparación del Padre de Roux es insostenible al no distinguir con claridad dos grupos religiosos que se comportaron de forma radicalmente opuesta: católicos y protestantes, en especial los luteranos.
En los mapas que presentamos a continuación se observa claramente que gracias a la valiente orientación de la jerarquía católica en sus regiones, en aquellos Länder (estados federados) de mayorías católicas no ganó Hitler en el 33, a diferencia de lo que ocurrió en las regiones protestantes.
Y la resistencia de la Iglesia católica, en especial de la jerarquía, no cesó con la elección de Hitler como Canciller, sino que se endureció.
De ahí el “matoneo” que recibieron los diputados del partido católico Zentrum, según narra Vittorio Messori, como escarnio y venganza por la hostilidad del clero católico (ver).
Nadie mejor para explicar el factor protector que la fe católica ofrece frente a aventuras totalitarias, que el entonces Card. Joseph Ratzinger, quien escribió estas palabras:
El fenómeno de los «Cristianos Alemanes» ilumina el típico peligro al que está expuesto el protestantismo frente al nazismo. La concepción luterana de un cristianismo nacional, germánico y antilatino, ofreció a Hitler un buen punto de partida, paralelo a la tradición de una Iglesia de Estado y del fuerte énfasis puesto en la obediencia debida a la autoridad política, que es natural entre los seguidores de Lutero. [mks_highlight color=»#dda654″]Precisamente por estos motivos el protestantismo luterano se vio más expuesto que el catolicismo a los halagos de Hitler[/mks_highlight]. Un movimiento tan aberrante como el de los Deutschen Christen no habría podido formarse en el marco de la concepción católica de la Iglesia. En el seno de esta última, los fieles hallaron más facilidades para resistir a las doctrinas nazis. Ya entonces se vio lo que la Historia ha confirmado siempre: la Iglesia católica puede avenirse a pactar estratégicamente con los sistemas estatales, aunque sean represivos, como un mal menor, pero [mks_highlight color=»#dda654″]al final se revela como una defensa para todos contra la degeneración del totalitarismo[/mks_highlight]. En efecto, por su propia naturaleza, no puede confundirse con el Estado -a diferencia de las Iglesias surgidas de la Reforma-, sino que debe oponerse obligatoriamente a un gobierno que pretenda imponer a sus miembros una visión unívoca del mundo. (ver)
Esta afirmación de Ratzinger es confirmada por el historiador de la Universidad de Nottingham, Dick Geary, quien después de hacer un juicioso estudio demográfico sobre el apoyo al partido de Hitler en las elecciones alemanas de 1928 a 1932 concluyó que: ser católico, desempleado o vivir en ciudades o pueblos grandes hacía menos probable votar por Hitler, quien tenía sus principales apoyos entre los protestantes, del sector rural y políticamente desarraigados (sin compromisos ideológicos o con partidos tradicionales). Ver (En inglés).
Valdría la pena contarle al padre De Roux aquella frase del genial senador demócrata por Nueva York, Daniel Patrick Moynihan: “Uno tiene derecho a tener sus propias opiniones, pero no a tener sus propios hechos”.
Imagen: RCN radio.