Fe

¿El cristianismo es una religión más?

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Escrito por Padre Henry Vargas

Las religiones existen porque el ser humano es, por antonomasia y desde siempre, un ser religioso (Catecismo, 28), un ser con visión de trascendencia, una creatura que cree en la existencia de un ser superior y supremo en quien el ser humano encuentra sentido a su ser. Este ser supremo es Dios, el ser humano es ‘capaz’ de Dios, como dice el catecismo.

Pero, ¿para encontrarnos con Dios da lo mismo una religión que otra? ¿El cristianismo es una religión más, igual a todas las demás, en el panorama religioso del mundo? ¿Ante los ojos del mundo el cristianismo es más o menos igual que el resto de las religiones?

Aunque haya elementos buenos y positivos en todas las religiones del mundo, también hay diferencias entre ellas: no todas las religiones son lo mismo.

¿Qué es lo que hace del cristianismo único en el mundo de las religiones y que lo hace sobresalir? ¿Qué es lo esfecífico de la fe cristiana?

Principalmente hay tres especificidades, de las cuales se derivan otras:

1.- La esencia de Dios: Los cristianos creemos que Dios es uno en su esencia (sólo hay un Dios) y trino en sus personas (hay tres personas divinas con la misma y única esencia en las tres).

2.- La iniciativa salvadora de Dios: En el cristianismo el ser humano no busca a Dios en un primer momento, es Dios quien busca al ser humano y se le da a conocer (Gn 3, 8). Es Dios quien se manifiesta, se deja conocer; es Dios quien toma la iniciativa para la salvación del ser humano invitándolo a participar de su misma vida (catecismo, 27).

3.- Dios es el fundador: Como bien sabemos, el cristianismo, que tiene que ser congregado en una única Iglesia, es la única religión que ha fundado Dios mismo en persona para hablarle al ser humano de manera directa. El cristianismo, a diferencia del resto de las religiones, no es una religión humana ni, mucho menos, natural.

Sí. Dios mismo le habla al ser humano de manera oral o verbal y escrita. Esta revelación la ha hecho Dios mismo que, sin dejar de ser uno, es Trinidad, es decir, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios Padre, por medio de la encarnación de su Hijo gracias a la acción del Espíritu Santo, le habla al ser humano.

Le habla para darnos a conocer todo aquello que Él ha querido comunicarnos: lo que conviene (la verdad) y hacernos participar de su misma vida divina.

Nos enseña el Concilio Vaticano II:

“Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad… Por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor, y vive en ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía” (DV, 2).

Dei Verbum, 2

Estas tres verdades esenciales, como tantas otras verdades derivadas, las encontramos y las profesamos en el Credo; el cual habla de cada divina persona de la Santísima Trinidad.

Dios Padre. El primer artículo del credo comienza así: “Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso…”. El Padre es la primera persona de la Trinidad. Es el padre de Jesucristo, al que engendra desde toda la eternidad, y es también por medio de Jesucristo padre de todos los seres humanos. Nosotros somos hijos del padre en el hijo. Esto quiere decir que Él nos ama, nos cuida y nos llama a la comunión divina.

Precisamente el Padre Nuestro es la oración cristiana por excelencia, dirigida al Padre y que además nos enseña lo que Dios padre significa para nuestra vida.

Dios Hijo. El segundo artículo del credo comienza así: “Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios”. Confesamos que Jesucristo es Señor, es decir,  Dios como el Padre y que no ha sido creado -como sí lo es el mundo- sino engendrado desde siempre en la intimidad de la vida trinitaria.

Confesamos también “que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”. El que la segunda persona de la Trinidad se haya encarnado es, sin duda, una de las verdades más originales y sorprendentes de la fe cristiana.

Dios Espíritu Santo. El tercer artículo del credo comienza así: “Creo en el Espíritu Santo, señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo…”. Este artículo se refiere al Espíritu Santo, persona divina en la que se expresa el amor recíproco del Padre y del Hijo.

Es hermoso que a la divina persona del Espíritu Santo se le llame “Señor y dador de vida”, porque la vida verdadera, que es Cristo, se nos comunica por medio del Espíritu Santo, que actúa en los corazones de los fieles para que sean capaces de vivir las exigencias del evangelio de Jesucristo. El Espíritu Santo actúa en la vida de la Iglesia, a la que dirige e impulsa desde Pentecostés (Hch 2, 1-13).

Aunque solemos afirmar que Dios Padre crea el mundo, Dios Hijo redime a la humanidad y Dios Espíritu Santo la santifica, conviene no olvidar que estas acciones son comunes a las tres divinas personas. Es decir es el mismo Dios, la Santa Trinidad, quien crea, redime y santifica al ser humano.

¿Pero cómo hemos llegado a conocer estas verdades de nuestra fe? Las conocemos y, por tanto, las confesamos y las celebramos porque el mismo Dios Trinidad nos las ha revelado o manifestado en la Sagrada Escritura y más especialmente por medio del Hijo de Dios que nos ha hablado del Padre y del Espíritu Santo.

La revelación es la auto definición de Dios sobre Dios mismo; es la donación que Dios hace de sí mismo al ser humano; y, por tratarse de una auto donación, nadie puede suplir al sujeto de la misma, lo cual nos lleva a concluir que el único que puede hablar sobre Dios es Dios mismo, el único que puede darle Dios al ser humano es Dios mismo.

De ahí que si conocemos a Dios como Santísima Trinidad es porque la segunda divina persona, el Hijo eterno de Dios que se ha hecho ser humano nos ha dado a conocer a las otras dos divinas personas, al Dios Padre y al Espíritu Santo, con su vida, sus palabras y sus obras.

P. Henry Vargas Holguín.


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