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Directora del ICBF hace profesión de fe para difamar a la Iglesia católica

Escrito por Redacción R+F

Cristina Plazas Michelsen, directora del ICBF, se sumó al circo mediático contra el Arzobispo de Cali, con un ingrediente adicional: una dudosa profesión de fe.

En una carta que fue filtrada a los medios de comunicación por el mismo ICBF, y que parecería haber sido redactada con ese único fin, Cristina Plazas hace eco de las infamantes afirmaciones del abogado Elmer Montaña, representante de las víctimas de un abuso sexual cometido por un sacerdote católico, al acusar a la Iglesia católica de responsabilizar del abuso sexual a “los menores de edad víctimas del crimen y en sus familias”.

En un artículo anterior analizamos la forma como los medios de comunicación tergiversaron la defensa jurídica de la Arquidiócesis de Cali, y como medios de comunicación El Tiempo, Semana y El Espectador se prestaron para darle apariencia de veracidad a la acusación de Montaña quien dijo “Para la Iglesia los niños abusaron del sacerdote”, afirmación totalmente infundada pero que fue muy efectiva para incendiar a la opinión pública en una cacería de brujas dirigida contra el Arzobispo de Cali, Mons. Darío Monsalve.

Y hay varios elementos que parecerían indicar que los asesores del ICBF que prepararon la carta era conscientes de que la acusación que reprodujeron no tenía sustento, pero la aprovecharon para hacer méritos frente a la galería, a costa de una institución poco efectiva a la hora de defenderse y que frente a la opinión pública pareciera sufrir de presunción de culpabilidad.

El primer elemento es que en un asunto de tanta trascendencia en el que se afecta tan profundamente la imagen de la Iglesia católica, una institución que a pesar predica con sus obras la caridad hacia todos y en especial hacia los más débiles y vulnerables, es representada en este episodio como indolente con niños abusados sexualmente, indiferente frente a familias pobres y afligidas, y encubridora de abusadores sexuales, y que además es un caso que tiene connotaciones judiciales por estar en medio de un proceso penal, el sentido común aconsejaría citar entre comillas las expresiones de la Iglesia con la que se está en desacuerdo, ya que todo el debate se origina por un documento presentado ante un juzgado penal.

El que no lo hayan hecho así, podría sugerir que por la prisa de hacer un pronunciamiento oportuno no alcanzaron a leer el documento de 26 páginas que presentó la Arquidiócesis y que la revista Semana difundió en su integridad el 10 de febrero.

Sin embargo, la carta del ICBF se radicó apenas el pasado 20 de febrero, es decir, 10 días después de que el episodio alcanzara la cresta de la ola noticiosa, así que tuvieron suficiente tiempo para analizar el caso.

El segundo elemento, es que la carta la directora del ICBF no hace ninguna referencia al manejo por parte de la Iglesia del caso concreto del abuso sexual, indicando si había algo criticable de parte de la institución. Tampoco hace referencia a la pretensión indemnizatoria de las 9 víctimas indirectas del abuso sexual, que es lo que se encuentra en el centro del debate jurídico. Simplemente se dirige al Card. Rubén Salazar para “plantearle la grave inquietud” generada por el pronunciamiento del abogado, pidiéndole que en nombre de la Iglesia “rechace y desautorice públicamente esas afirmaciones” y que “exprese ´cero tolerancia´ ante todo lo que rodea el abuso sexual”.

Es decir, exige una retractación sobre una afirmación que el abogado de la Iglesia nunca hizo, y demanda una declaración que la Iglesia ha repetido desde 2002, con su política de cero tolerancia al abuso sexual. Pero relación con el manejo del caso concreto, ya sea en lo penal, en lo institucional o en el incidente indemnizatorio, la directora del ICBF no nada.

Eso explicaría el tercer elemento, que aunque Plazas utiliza el logo del ICBF y firma como directora de la entidad, no invoca sus competencias legales que le permitirían pronunciarse jurídicamente en defensa de las víctimas y de los familiares en cualquier caso de abuso sexual infantil, sino que para justificar su pronunciamiento debió recurrir a una más rebuscada y dramática profesión de fe.

En efecto, en los 49 años de existencia de la entidad esta debe ser la primera vez que un director general se pronuncia oficialmente para decirle al Cardenal Primado: “Como católica practicante, recuerdo, las palabras pronunciadas por nuestro Pontífice Francisco I”.

Peor aún, en el encabezado tiene la desvergüenza de decir que le escribe “Con la firme convicción de quien cree en los mismos valores y principios de fe”, cuando públicamente ha demostrado sus esfuerzos para promover la ideología de género, la distribución de anticonceptivos para menores de edad a espaldas de los padres de familia y la adopción por parte de parejas homosexuales.

Finalmente, el sello de recibido de la Arquidiócesis de Bogotá muestra que la carta fue filtrada a La W por el mismo ICBF, apenas horas después de haberla radicado.

Sólo el hecho de llamar al papa Francisco “I”, deja en evidencia que esta pobre mujer y los asesores que le escriben sus comunicaciones, jamás han leído un blog católico, menos aún una Encíclica, una Exhortación Apostólica o una Homilía firmada por el santo Padre.

La única vez que en nuestro medio se recuerda que alguien llamó al papa Francisco, con el apelativo de “I”, fue cuando los periodistas de Caracol Televisión dieron la noticia el día de su elección, y lo titularon así con el generador de caracteres, un error que muchos pudieron haber cometido después de Juan Pablo “II” y Benedicto “XVI”.  Ocasión que al parecer dejó una impresión indeleble en el conciencia de “católica practicante” de Cristina Plazas Michelsen.

Fuente: W radio. Imagen: Colprensa – W radio.

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