¿CÓMO Y POR QUÉ SE SIMBOLIZAN LOS EVANGELISTAS?
En el Antiguo Testamento, en la visión de Ezequiel (1, 5), se habla de un ser espiritual con cuatro caras. Una en forma de hombre, otra en forma de león, otra en forma de toro y la otra en forma de águila.
En el libro del Apocalipsis (4, 6-10) se habla de cuatro seres vivientes en el Cielo: estos seres vivientes son un león, un toro, un hombre y un águila.
Según San Ireneo, Padre de la Iglesia, que nació alrededor del año 130 después de Cristo, los evangelios son sólo cuatro, como también son sólo cuatro las caras del ser espiritual de la visión de San Ezequiel y son cuatro también los seres vivientes del libro del Apocalipsis.
La intención de San Ireneo al decir que los evangelios eran cuatro, era frenar la difusión de los evangelios apócrifos que creaban confusión.
Ireneo concretó su razonamiento en su texto ‘Contra las Herejías’ donde dice:
“Los Evangelios no pueden ser ni menos ni más de cuatro; porque son cuatro las regiones del mundo en que habitamos, y cuatro los principales vientos de la tierra, y la Iglesia ha sido diseminada sobre toda la tierra; y columna y fundamento de la Iglesia son el Evangelio y el Espíritu de vida; por ello cuatro son las columnas en las cuales se funda lo incorruptible y dan vida a los hombres.
Porque, como el artista de todas las cosas es el Verbo, que se sienta sobre los querubines y contiene en sí todas las cosas, nos ha dado a nosotros un Evangelio en cuatro formas, compenetrado de un solo Espíritu. Como dice David, rogándole que venga: “Muéstrate tú, que te sientas sobre los querubines”.
Los querubines, en efecto, se han manifestado bajo cuatro aspectos que son imágenes de la actividad del Hijo de Dios:
“El primer ser viviente, dice [el escritor sagrado], se asemeja a un león”, para caracterizar su actividad como dominador y rey; “el segundo es semejante a un becerro”, para indicar su orientación sacerdotal y sacrificial; “el tercero tiene cara de hombre” para describir su manifestación al venir en su ser humano; “el cuarto es semejante a un águila en vuelo”, signo del Espíritu que hace sobrevolar su gracia sobre la Iglesia. Los Evangelios, pues, concuerdan con estos, sobre los cuales Cristo descansa”.
Según la tradición, el relacionar a cada evangelista con cada una de las cuatro caras de ese ser espiritual de la visión de Ezequiel, pero más especialmente con cada uno de los cuatro seres vivientes en el cielo del apocalipsis, ha sido iniciativa también de San Ireneo.
Ireneo, en su mismo libro, fue el primero en asociar a cada uno de los evangelistas con uno de los cuatro seres vivientes, aunque confunda la simbología de Marcos con la de Juan:
“Uno de ellos, según Juan, narra su real y gloriosa generación del Padre, diciendo: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba ante Dios, y el Verbo era Dios: todas las cosas fueron hechas por su medio, y sin él nada ha sido hecho”. Por tal motivo, este Evangelio nos llena de confianza: ésta es su característica.
El Evangelio según Lucas, ya que tiene rasgos sacerdotales, comenzó presentando a Zacarías cuando ofrece a Dios el sacrificio. Y es que ya se estaba preparando el becerro cebado que debía matarse por el regreso del hermano menor.
Mateo anuncia su origen humano, diciendo: “Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”. Y sigue: “Este fue el origen de Jesucristo”. Es, pues, el Evangelio de su humanidad, por eso este Evangelio habla de él de manera humilde y conserva su figura como hombre manso.
Marcos, a su vez, toma inicio del Espíritu profético que viene de lo alto sobre los hombres, diciendo: “Principio del Evangelio de Jesucristo, como está escrito en el profeta Isaías”, dando la imagen de un Evangelio que vuela con sus alas. Por eso comunica sus mensajes en forma fluida y sucinta; este es, en efecto, el estilo propio de los profetas”.
Posteriormente, San Jerónimo, también padre de la Iglesia, nacido hacia el año 370, consolidó y perfeccionó la idea de San Ireneo hasta relacionar la vida de Jesús, el Cristo e hijo de Dios, con los cuatro seres vivientes:
Jesús se encarnó en un hombre, soportó sufrimientos y cargó con la cruz con la nobleza de un buey, desafió la muerte resucitando con la fuerza de un león y, finalmente, ascendió a los cielos volando con la majestuosidad de un águila.
Y como cada evangelista, aun tocando la misma temática de los demás, resalta uno de los aspectos trascendentales de la vida de Jesús ya mencionados, San Jerónimo relaciona también a cada uno de esos seres vivientes con cada evangelista, teniendo en cuenta sobre todo el prólogo de cada evangelio.
San Jerónimo en su “Comentario al Evangelio según San Mateo, además de confirmar el orden de los evangelios, escribe:
«El primer rostro humano representa a Mateo, quien empezó su narrativa como si fuese la de un hombre: “El libro de las generaciones de Jesucristo, el hijo de David, el hijo de Abraham”.
El segundo representa a Marcos, en quien la voz de un león que ruge en el desierto se escucha: “Una voz clama en el desierto: Preparen los caminos del Señor, enderecen sus senderos”.
El tercero representa el becerro que prefigura que Lucas el evangelista empieza con Zacarías el sacerdote.
El cuarto representa a Juan el evangelista quien, tomando alas de águila y acelerando su ascenso, habla sobre el Verbo de Dios».
San Jerónimo plasma el orden de los evangelios en su traducción llamada ‘biblia vulgata’; traducción querida por el Papa Dámaso. Biblia considerada canónica en el concilio de Trento.
Ampliando y aclarando mejor lo anterior veamos la relación entre cada evangelista y su representación iconográfica:
1.- El evangelista San Mateo es simbolizado o representado por un hombre alado o un ángel porque su evangelio se centra en la humanidad de Cristo. Su evangelio comienza con ‘el árbol genealógico’ de Jesús y cuenta su historia humana desde el nacimiento hasta el bautismo. Esta lista o genealogía de Jesús es muy importante porque vincula a Jesús como hijo de Abraham (el padre en la fe, el padre del pueblo de Dios) y como descendiente del rey David (el más importante de los reyes) resaltando su dignidad real. Juega aquí un rol importante el anuncio de la Encarnación del hijo de Dios, es decir, la acción por la cual, siendo Dios, se hizo también hombre.
2.- El evangelista San Marcos es simbolizado por un león. Y esta simbolización de San Marcos tiene dos motivaciones. Primero, porque es el evangelista que describe con más detalles lo relativo a la resurrección del Señor, por lo visto ya anteriormente. Y segundo, porque San Marcos inicia su evangelio presentándonos a Juan Bautista sacudiendo con su penetrante voz, comparada con el rugido de un león, la conciencia de los pecadores. Él tiene además una personalidad muy fuerte como la del león.
3.- El evangelista San Lucas es representado o simbolizado por un toro, porque su evangelio comienza con la visión de Zacarías en el Templo, donde se sacrificaban animales como bueyes. San Lucas presenta a Zacarías, ofreciendo un sacrificio (el de un toro o buey) a Dios. Otro de los motivos es que este evangelio se centra en el carácter sacrificial de la muerte de Cristo. Por lo que se asocia con un toro o buey, animal destinado por excelencia para sacrificio.
4.- El evangelista San Juan es simbolizado por un águila, el ave de la visión más perfecta, penetrante y profunda, porque este evangelio es así: es el más profundo, teológico y el más contemplativo. Es el evangelio que tiene una gran elevación espiritual, y esta altura es representada por el Águila, el ave que tiende a elevarse muy alto. San Juan es simbolizado con el águila porque también su evangelio comienza de manera elevada: la contemplación del hijo de Dios en las alturas del cielo.
P. Henry Vargas Holguín
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