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Claridad con el dinero de las viudas

Claridad con el dinero de las viudas
Escrito por Isaías del Campo

El Óbolo de San Pedro: Esta colecta pedida por la Iglesia -habitualmente el 29 de junio, fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo- hunde su tradición en la limosna que los católicos ingleses comenzaron a enviar a la Santa Sede en el S. VII (el Peter’s Pence), para agradecer por el celo evangelizador del Papa.

De acuerdo al Vaticano, esta colecta está destinada a “las múltiples necesidades de la Iglesia Universal y las obras de caridad en favor de los más necesitados”.  Por ello, no es fácil para el común de los fieles, entender cómo estas donaciones, muchas de ellas hechas con el esfuerzo generoso de la viuda del Evangelio, terminan en inversiones inmobiliarias en Inglaterra, o en fondos que sostienen plataformas petroleras…

Estos dineros de colectas son administrados la Secretaría de Estado vaticana, quien adquirió con ellos un inmueble en Londres ubicado en zona prometedora y central. Pero con los cambios del Brexit, y una hipoteca que requiere de 150 millones de euros para ser saldada, lo que debe ocurrir antes del próximo abril, si no se paga la hipoteca a unas sociedades de crédito de Luxemburgo, la Iglesia corre el riesgo de perder una inversión de 230 millones de euros. Sí, de los dineros de las limosnas del óbolo de San Pedro.

Después de que el sustituto de la Secretaría de Estado, Mons. Peña Parra, pidió en junio dinero al IOR (Banco Vaticano) para saldar la deuda ‘luxemburguesa’, pues la Santa Sede quería vender el inmueble, el IOR y la Oficina del Revisor, presentaron dos denuncias al Tribunal vaticano en las que sostienen que el óbolo de San Pedro no está siendo gestionado de modo trasparente.

Esta denuncia motiva un oficio del promotor de justicia vaticano para que se allanen oficinas de la Secretaría de Estado, y se incauten equipos, lo que efectivamente ocurrió estrepitosa y escandalosamente el 1 de octubre pasado. Allí, en ese oficio se lee que “hay graves indicios de delitos de abusos de funciones, peculado, fraude”.

Cinco empleados fueron suspendidos y también sus salarios. Pero ocurre que ninguno de estos funcionarios ha sido indagado, solo suspendidos de manera cautelar.

Entonces, ¿al final qué? ¿Qué hay? ¿Lucha por el control de los dineros de la limosna del Papa? ¿Cuáles son los fraudes, o malversación de fondos? ¿Qué está ocurriendo allá arriba?

La no claridad en todos estos asuntos (trasparencia se dice hoy) alimenta todo tipo de especulación, y lo más grave, sigue minando la confianza de los fieles en la Iglesia. Hoy, uno de los más importantes medios de comunicación católicos del mundo, sugiere que cuando alguien quiera donar a la Iglesia, o haga con el párroco, y para una destinación específica que pueda ser controlada. Es claro que incluso antes de la sugerencia, ya muchos lo habrán pensado.

En estos tiempos del internet y las comunicaciones rápidas, la trasparencia es el mejor negocio. Por lo demás, tenemos derecho a saber que se hace con el dinero que los fieles dan. Ese asunto de la “rendición de cuentas” no puede ser solo para las instituciones de la sociedad civil. Y es preciso restaurar la confianza, porque si no, las finanzas por lo menos las del Vaticano serán cada vez más afectadas.

Isaías del Campo

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