Espiritual Fe

¡Católico!, el desprendimiento y el servicio te enriquece.

“No será así entre ustedes”.


Mt 20, 20-28

Dos aspectos muy importante en el discipulado cristiano será la renuncia a la riqueza sí esta se convierte en el tesoro donde está nuestro corazón aprisionado hasta impedirnos el seguimiento, y dar por superado la búsqueda del poder por el poder que termina ahogando o desfigurando el espíritu de servicio. ¡Riqueza y poder no, desprendimiento y servicio sí!

El Evangelio que San Mateo nos entrega hoy en la fiesta de Santiago y que tiene su fuente en San Marcos (10, 35-40) posiblemente encuentra su origen en aquella imagen que impactó fuertemente a ese discípulo de Jesús en aquel acontecimiento en el monte alto (Mc 9 2-8). La transfiguración les había permitido ver a la derecha y a la izquierda de Jesús aquellos grandes personajes de la historia de la salvación como eran Moisés y Elías.

Era una imagen que prefiguraba la Gloria del Señor, lucían resplandecientes después de tantas luchas, ellos entenderían que el esfuerzo, el desprendimiento por el proyecto de Dios y hasta el martirio, traerían el bien eterno; Jesús les había asegurado que se sentarían junto a él en doce tronos, que recibirían  100 veces más con una familia espiritual extendida, y les precisó el justo polo a tierra con las persecuciones, y finalmente heredar la vida eterna (Mt 19, 29).

Aquella impactante imagen en el Tabor se había convertido en una incontrovertible garantía,  no era poca la motivación para que la madre de Santiago y Juan, enterada de semejante acontecimiento del que fue testigo ocular su hijo, realizara semejante petición a Jesús;Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino” (Mt 20,21).

Tanto San Mateo, como san Marcos nos ofrecen esta enseñanza de Jesús después del tercer anuncio de la Pasión del Señor. Así encontramos en Jesús el ejemplo del servicio vivido con total desprendimiento hasta el final, Jesús se hizo el último y el esclavo, su ejemplo de servicio no transita por el poder mundano como sí por un amor de donación, de entrega radical en obediencia amorosa al Padre y por misericordia hacia nosotros. Jesús es quién siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (2 Co 8, 9); aquella categórica sentencia de Jesús; “No será así entre ustedes”, debe quedarse para siempre en nuestra conciencia y actuación cristiana porque;   

 Nos dice cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: “Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…”. Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias.

La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino -dice san Pablo- “…para enriqueceros con su pobreza”. No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz… Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la “riqueza insondable de Cristo” (Ef 3, 8), “heredero de todo” (Hb 1, 2).

Papa Francisco. Mensaje para la Cuaresma 2014.

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