El evento satírico-satánico fue organizado por la Red Rojo y Violeta de Santander, la cual se destaca por hacer apología al odio y a la violencia desde las redes sociales.
Durante el evento se leyó un comunicado en el que se denunció la violencia sexual contra las mujeres, en especial por los recientes casos ocurridos en la Universidad Industrial de Santander, hicieron consignas ecologistas y anticatólicas, blasfemando entre otros contra el santo Rosario.
Consignas del aquelarre:
Al final terminaron quemando varios objetos, entre los que se encontraba una foto tamaño carta de Ángela Hernández, reproduciendo así rituales de odio y brujería política, como los que se han realizado entre otros contra el presidente de Estados Unidos Donald Trump, o contra el ex procurador y actual embajador ante la OEA, Alejandro Ordóñez.
La imagen fue quemada por Mayra Martínez, estudiante de trabajo social de la UIS y vocera de la Red Rojo y Violeta.
La misma Mayra publicó en su red de Facebook una imagen suya quemando la foto, junto con un texto explicatorio:
Es normal querer quemarlo todo…Lo que no es normal es utilizar la fe de unxs para hacer política, lo que no es normal es la corrupción, lo que no es normal es inventarse títulos universitarios que no tiene, lo que no es normal es ser mujer y estar en contra de las mujeres.
En el mundo existe un debate sobre si el quemar imágenes de personas debe considerarse como un delito de odio, o si debe protegerse dentro de la libertad de expresión.
Recientemente un tribunal español sancionó a varios catalanes separatistas que quemaron la imagen del rey Juan Carlos. Sin embargo, dicha decisión fue revocada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos que lo consideró como parte de la libertad de expresión política protegida por su estatuto europeo.
Es evidente, en todo caso, el doble estándar de políticos y medios de comunicación al respecto.
Hace unos meses los medios de comunicación y el mismo gobernador de Antioquia, Federico Gutiérrez, se indignó y denunció penalmente al ciudadano que bajó y quemó la bandera que identifica al movimiento homosexual.
Sin embargo, ningún político ni periodista ha mostrado su indignación o solidaridad con Ángela Hernández ni en su momento con Alejandro Ordóñez, cuando activistas feminazis y homosexualistas quemaron sus imágenes en manifestaciones políticas, algo que perfectamente podría encajar dentro del tipo penal de hostigamiento por motivos religiosos.
Habrá que esperar que algún grupo de activistas queme públicamente la imagen de Claudia López, para que la opinión pública condene este tipo de hechos.
Algo que por supuesto esperamos que no suceda, y que no debería ocurrir para convocar al diálogo político sereno, condenando todo tipo de violencia política, comenzando por la simbólica.