Esa es la conclusión del artículo escrito por los doctores Vadim M. Shteyler, M.D., Jessica A. Clarke, J.D., and Eli Y. Adashi, M.D. y publicado en la última edición de The New England Journal of Medicine.
Según los «expertos» el certificado de nacimiento ha sido un documento en constante evolución, con cambios que reflejan las transformaciones sociales, el interés público y las exigencias de la privacidad.
Por eso «creemos que es hora de otra actualización: las designaciones de sexo deben moverse por debajo de la línea de demarcación. La designación del sexo como masculino o femenino en los certificados de nacimiento sugiere que el sexo es simple y binario cuando, biológicamente, no lo es. El sexo es una función de múltiples procesos biológicos con muchas combinaciones resultantes. Aproximadamente 1 de cada 5000 personas tiene variaciones intersexuales. Hasta 1 de cada 100 personas presentan quimerismo, mosaicismo o micromosaicismo, condiciones en las que las células de una persona pueden contener diferentes cromosomas sexuales, a menudo sin que ellos lo sepan. Los procesos biológicos responsables del sexo no están completamente definidos y no existe una prueba universalmente aceptada para determinar el sexo».
Pero esas particularidades científicas, extremadamente raras e irrelevantes a la hora de establecer el hecho biológico del sexo de las personas, no es lo que justifica la propuesta. Además, los «microquimerismos», que suceden por ejemplo a una madre que recibe células madre reparadoras de sus tejidos cardiacos, de parte de sus hijos cuando estuvieron en el vientre, nunca han planteado un cuestionamiento a la validez de dichos certificados.
Ideología disfrazada de ciencia
La verdadera razón está en las exigencias del movimiento transexual, que pasa de lo científico a lo ideológico:
«La asignación de sexo al nacer tampoco captura la diversidad de experiencias de las personas. Aproximadamente 6 de cada 1000 personas se identifican como transgénero, lo que significa que su identidad de género no coincide con el sexo que se les asignó al nacer. Otros no son binarios, lo que significa que no se identifican exclusivamente como hombre o mujer, o no conformes con el género, lo que significa que su comportamiento o apariencia no se alinea con las expectativas sociales para el sexo asignado», dicen los investigadores.
A pesar de todo reconocen que «Ciertamente, conocer el sexo de un paciente es útil en muchos contextos, cuando se interpreta adecuadamente. El sexo modifica la sospecha clínica de un ataque cardíaco en ausencia de síntomas clásicos y es un sustituto de muchos factores sociales, ambientales y biológicos indefinidos en la investigación, por ejemplo…Mantener datos estadísticos sobre el sexo de los recién nacidos puede promover los intereses de la salud pública. Poner la información sobre sexo por debajo de la línea de demarcación [del registro] no comprometería la función de salud pública del certificado de nacimiento. Pero mantener las designaciones sexuales por encima de la línea causa daño», concluyen.
El sexo no es «asignado» al nacer sino que es un hecho biológico
El artículo avanza la idea de que abusivamente los médicos le «imponen» el sexo a una persona al nacer.
Sin embargo, como bien lo explica el biólogo evolutivo Colin Wright:
La afirmación de que el sexo biológico se «asigna al nacer» es muy engañosa, ya que establece una falsa equivalencia entre personas transgénero e intersexuales, y sugiere que la identidad, en oposición a la anatomía reproductiva, define el sexo biológico de uno.
En lugar de ser «asignado» al nacer, el sexo simplemente se registra utilizando los genitales como un predictor muy confiable del tipo de gónada subyacente.
Por tanto, el hecho de que los médicos, en muy raras ocasiones, se equivoquen en su valoración, no cuestiona inmediatamente el sexo de todos.
Fuente: Failed Assignments — Rethinking Sex Designations on Birth Certificates | NEJM