Por: Paola González Osorio, Coordinadora editorial de la Fundación Ser Fraterno*.
Estamos en el mes de los niños, una celebración que conmemora los derechos de los menores, pero que también nos lleva a pensar, en algunos casos: ¿qué le regalaré a mis hijos este año? o ¿cómo los premiaré por su buen comportamiento?
Más allá de la reflexión sobre los derechos de nuestros hijos, actualmente parece haber una gran preocupación porque ellos tengan todas las herramientas para divertirse: la consola de videojuegos, el superhéroe de moda, la muñeca más estilizada y, por supuesto, el celular y la tableta que les sirve a ellos para jugar o ver videos y a nosotros para que nos dejen “libres”, para que no lloren, para que coman o para que nos permitan trabajar. ¡Cuidado papás y tutores! La felicidad de los niños no está en jugar a voluntad, con todo lo que se les antoje y sin control. Tampoco está en la cantidad de cosas que les compramos.
De acuerdo con Robert Waldinger, profesor investigador de la Universidad de Harvard, la felicidad radica en la calidad de las relaciones personales. En ese orden de ideas, se puede afirmar que la felicidad de los hijos, a corto y a largo plazo, proviene del acompañamiento sano y amoroso por parte de los padres.
Para ello, es necesario el tiempo de calidad en todos los momentos de la vida y no solo en fechas especiales, como el día del niño. El tiempo de calidad debe vivirse todos los días. Parece una tarea muy demandante, pero es mucho más fácil y divertida de lo que parece.
Por eso, desde Ser Fraterno compartimos con ustedes cinco pautas para regalar ese tiempo de calidad a los hijos:
- Estar presentes. Compartiendo de manera consciente. No se trata de estar con ellos por cumplir con una obligación o tenerlos con nosotros porque nadie más los puede cuidar. Se trata de estar presentes, dispuestos y disponibles para ellos, escucharlos, dialogar, cuidarlos, aconsejarlos, educarlos para que sean la mejor versión de sí mismos… ¡Amarlos!
- Enseñarles el valor del esfuerzo. Un niño no es feliz porque siempre le compran lo que quiere. Puede que en el momento se sienta agradecido y contento, pero a la larga, suplir siempre lo que desea le representa ganar las cosas de manera fácil y sin mayor esfuerzo. Los hijos pueden ser premiados con regalos, por supuesto, pero ello no significa que los padres deban ceder a todo lo que los hijos anhelan, ya que esto puede causar desilusiones a futuro, porque los grandes logros no se alcanzan de manera sencilla.
- Dialogar. No es fácil educar y a veces podemos sentir que las palabras no alcanzan para orientar a nuestros hijos. Es entonces cuando aparecen los gritos y en algunos casos los golpes, dos acciones que causan profunda tristeza en los hijos, los distancian de sus padres y transmiten un mensaje errado acerca de cómo resolver inconvenientes.
El mejor regalo, al momento de corregir y educar a los hijos es el diálogo. Enseñar a nuestros hijos a tener criterio para decidir y actuar bien no se consigue con acciones negativas, solo se logra a través de la conversación tranquila. Ello es una tarea compleja pero con el paso del tiempo evidenciaremos que dialogar es la mejor herramienta que pudimos dar a nuestros hijos.
- Jugar en familia. El juego es una herramienta didáctica y pedagógica que agrada a niños, adolescentes, jóvenes y adultos. A través del juego se fortalecen los vínculos familiares, se promueve el conocimiento propio y del otro, se desarrollan habilidades, se puede educar en virtudes y, especialmente, se comparte tiempo de diversión en familia. Los juegos tradicionales o de mesa son una excelente idea para salir de la rutina y “desconectarse” del mundo digital.
- Educar en virtudes, no desde la teoría sino desde el ejemplo, a través del trato que le da a sus hijos, a su cónyuge y en la manera como se relaciona con los demás.
Por último, recuerde que:
- La felicidad es fruto del amor y el amor es paciente, constante y respetuoso.
- Los recuerdos felices se construyen, no se pueden comprar.
*Comunicadora Social, Magister en Psicología y en Escrituras Creativas. Promotora del lenguaje con sentido, la lectura y la escritura. Trabaja en la enseñanza y asesoría sobre estrategias de redacción para la elaboración de contenidos con diversos enfoques.