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La familia FACMIS: un pedacito del Paraíso en la Tierra

Cuando la cultura de la muerte pretende ganarle la batalla a la vida, la historia de FACMIS es un bálsamo que llena de Esperanza el corazón de los colombianos. Esta es la historia de un matrimonio que se forjó, en sus inicios, en las chabolas de Perú y tras 25 años de trabajo, 100% hecho a mano, se ha transformado en la Familia de todos quienes se han acercado a su casa. Vivo testimonio de Fe, perseverancia y amor.

El 31 de diciembre de 1993 empezó a gestarse una obra de Dios que hoy está más viva que nunca. La vida le ganó la partida a la muerte, gracias a un hecho inexplicable, que cualquier profesional de la medicina puede aceptar como un milagro. Exactamente un año más tarde, el 31 de diciembre de 1994, a las 11:59 de la noche, se confirmó la conversión de un hombre sencillo, músico de quilates, quien después de haber conocido el lado oscuro de este mundo, dio un paso al lado, se entregó completamente al Señor y se inició la  construcción de una relación, paso a paso, piedra sobre piedra como en la casa sobre la roca del Evangelio, con el Creador; sin conocerlo, tal como le ha sucedido a muchos seres humanos que hoy son reconocidos por su santidad.

Matrimonio de Camilo e Isabel. Foto: archivo particular.

Camilo Albarracín se la jugó a fondo y se entregó a la causa del Amor, tal como lo hicieron los primeros discípulos de Jesús. Pegado a su Fe, en medio de la incertidumbre, el 1 de enero de 1995 conoció a la mujer de su vida: Isabel Franco. Juntos coincidieron en un Rosario organizado por ella, donde él fue invitado a tocar guitarra. 11 días después eran novios, y el 12 de febrero, delante del Santísimo, Camilo le pidió la mano. El 25 de marzo de ese 1995 se casaron delante de Dios y para siempre. Porque las cosas de Dios no tienen horario ni siguen la lógica humana: simplemente ocurren.

Su testimonio como pareja nos remonta a las primeras familias cristianas, esas que acompañaron a los apóstoles de Cristo y dieron vida a nuestra Iglesia. Una Iglesia que ora y actúa. Sí, una Iglesia que se ha construido a pulso, basada en el esfuerzo de hombres y mujeres anónimos que viven y vibran por su Fe, con honestidad y coherencia. En FACMIS, como en esa Iglesia de carne y hueso, nada ha sido fácil, ni regalado. Todo ha sido producto de la oración, la gratitud, la perseverancia y el trabajo.

LOS FRUTOS DE 25 AÑOS DE AMOR

La historia de FACMIS está atada a la de Camilo e Isabelita –como todos llaman a Isabel-, quienes optaron, como esposos consagrados a Cristo, abandonar la mundanidad para entregarse de lleno a una labor misionera. El 6 de marzo de 1995, a escasos días de su matrimonio, dieron su primer “Sí” rotundo a Jesús: renunciaron a todo para vivir de la Divina Providencia. El periplo vital de este matrimonio misionero tuvo una fase inicial de castidad (abstinencia) y conocimiento mutuo.

Apegados a la luz del Evangelio y de manera organizada, fueron formándose como misioneros. Horas interminables de oración compartida y diálogo enmarcaron su primer año de vida conyugal. Luego de tomar la decisión de iniciar su familia, de cara a Dios, recibieron a su primera hija, María Isabel, el 2 de julio de 1996.  En octubre de ese mismo año tomaron rumbo hacia Lima, donde llegaron como misioneros católicos a una de las zonas más pobres de la capital peruana. Casi dos años de esforzada labor les enseñaron a superar todo tipo de pruebas, desde asumir la misericordia de Dios como principio rector de su familia, hasta aceptar con humildad el rol que más amor ha despertado en sus corazones: el de “pordioseros” (Por amor de Dios). Muchas puertas se cerraron en sus narices, crueles insultos recibieron, incontables lágrimas derramaron. Conocieron la rudeza de las personas toscas, pero también la ternura de quienes llevan dentro del pecho un corazón compasivo.

En 1998 regresaron a Colombia. Su labor se hizo realidad en diferentes lugares, siempre llevando su amor y solidaridad a comunidades vulnerables. Vivieron en Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá, donde evangelizaron a numerosas familias con enormes dificultades.

Familia misionera Albarracín Franco, siempre unidos. De izquierda a derecha: Rafael Ernesto, Juan Camilo, María Isabel, Camilo, Isabel y María Clara.

En esos primeros años de labores en Colombia, conocieron de cerca la violencia y no solo estuvieron en la gran ciudad, también vivieron en el campo, más exactamente entre Anolaima y Reventones, en una vereda de Cundinamarca, donde se ganaron el respeto de la gente, luego de sembrar con sus propias manos, y ante la duda de muchos,  más de 2.000 matas de café. “¡Cómo es posible que un matrimonio joven, de origen urbano, unos misioneros puedan sembrar toda esa cantidad de matas!”, pensaron los vecinos.

Los Albarracín Franco aprendieron a trabajar la tierra con dedicación. Meses más  tarde migraron a Chía. En Zipaquirá nació Juan Camilo, su segundo hijo, el 24 de diciembre del año 2000. El sueño entrañable de crear una Fundación tuvo un nuevo impulso.

Con todas las de la ley, apenas 9 meses después, el 4 de septiembre de 2001, surgió FACMIS (Fundación Asociación Católica María Inmaculada del Sinaí).

El objetivo inicial de la Fundación era darle una familia a niños abandonados por sus padres o que, por su extrema pobreza, no han recibido la atención ni el cuidado que merecen, casos en que los propios padres han preferido entregarlos a otras personas.

Camilo e Isabelita: quienes conocemos su testimonio de vida los llamamos cariñosamente “los santos del delantal”.

En esta primera etapa, y por espacio de 20 años, Luz Marina Rincón, talentosa profesional y mujer de Dios,  donó su trabajo en la constitución de FACMIS y fue pieza fundamental en el desarrollo de la Fundación. Estuvo a cargo del área legal y contable, siempre actuando de manera discreta.

Cuando no daban tregua las tareas fundacionales, la familia dio la bienvenida a un nuevo integrante el 10 de enero de 2003: Rafael Ernesto, el tercer hijo de este matrimonio, quien aprendió a gatear en medio de la primera etapa de FACMIS, tiempo en el cual abrieron sus almas para ser familia de todas las personas que se acercaran a ellos.

¿Quieres conocer la familia FACMIS? Los días 21, 22 y 23 de febrero realizarán un retiro espiritual llamado “Servidores del Servidor”. Es una gran oportunidad para conocer este pedacito de Paraíso en la Tierra. Inscríbete aquí.

FACMIS, UNA ESCUELA DE AMOR Y SOLIDARIDAD

Para Camilo e Isabelita, los primeros años de la Fundación fueron de trabajo extremo, de ir construyendo lo que se necesitaba en el camino. Una pequeña casa acogió a la primera comunidad de niños que llegó a la Fundación.  Osmildo Franco Castillo y Margot Umaña de Franco, padres de Isabelita, apoyaron dicha labor de manera irrestricta.

El 2003 trajo una novedad del Cielo: un lote sin futuro, ubicado en zona rural de Anapoima (cálido municipio ubicado a 85 kilómetros de Bogotá), que se encontraba completamente caído, fue donado a FACMIS. Los Albarracín Franco levantaron con sus manos una pequeña casita. La casa madre de FACMIS -hoy convertida en capilla-, dio cobijo a 15 personas que compartieron la ilusión de transformar ese humilde espacio en hogar para muchos.

Donde se construyó la primera casa de FACMIS, en Anapoima, hoy está la capilla.

En los planes de Dios se observó desde entonces una premisa: quienes conocen la historia de Camilo e Isabelita se suman a la causa. En apenas 7 años, el lote con la casita del 2003 se transformó en una casa con los requerimientos legales que una Fundación debe cumplir para alojar y formar a menores de edad. La casa de FACMIS se construyó por etapas, gracias a donaciones y el trabajo de innumerables voluntarios que aportaron su cariño y su compromiso. Desde su nacimiento, en la Fundación todo ha sido hecho 100% a mano.

En FACMIS, niños provenientes de hogares rotos o de familias separadas por la escasez u otros factores sociales, empezaron a recibir una educación bilingüe, acompañada de valores católicos y principios de civismo y normas de urbanidad.

La experiencia musical de Camilo y el amor por las artes dieron paso a la creación de un coro polifónico que terminó cantando en 8 idiomas (español, inglés, latín, alemán, francés, italiano, tagalo y quechua). El apoyo profesional de la maestra Marcela Cerón fue clave en ese momento.

El coro de la Fundación en un concierto de Navidad.

En el año 2013, el 12 de agosto, FACMIS recibió a la cuarta hija de Camilo e Isabelita: María Clara, quien llegó a la casa para ser consentida como la más pequeña de esta gran familia.

En términos misionales, cada año el crecimiento ha sido continuo. A pesar de las afugias económicas que nunca han dejado de hacerse presentes, la Divina Providencia siempre ha estado ahí. Hasta el año 2016 se alcanzaron a cubrir las necesidades de 40-50 niños de forma permanente.

Y han sucedido milagros de manera constante: días en que no hay mercado, suena la campana de la entrada y un amigo de FACMIS trae víveres y abarrotes de manera inesperada; lo mismo sucede cuando van a cortar un servicio… La Providencia Divina no para de actuar. Porque en FACMIS todos han aprendido a entender la forma como actúa Dios. Quienes han vivido y viven en la Fundación y quienes han apoyado y apoyan económicamente este milagro de amor, son testigos de la batalla de una familia que ha vivido como los cristianos del siglo I en pleno siglo XXI.

2016, EL AÑO DE LA GRAN PRUEBA; 2017, EL AÑO DE LA REINVENCIÓN DE FACMIS

Luego de 13 años de trabajo ininterrumpido, Camilo e Isabelita fueron puestos a prueba. Funcionarios de gran poder, responsables de políticas estatales, exigieron que FACMIS aceptara la ideología de género. Es decir, para que los niños pudieran continuar en la Fundación y FACMIS pudiera seguir atendiendo esta población, Camilo e Isabelita debían renunciar a los principios católicos y empezar a trabajar en la formación de los menores, utilizando las famosas “cartillas” (¿Se acuerdan de la exministra Gina Parody?). Corre el mes de agosto de 2016.

Reciben el plazo de una semana para dar su respuesta.  Camilo e Isabelita no tienen mucho que pensar. La respuesta es contundente: primero la Fe. Así las cosas, en menos de 96 horas, FACMIS entregó cada uno de los niños que recibía el amor, la educación y la atención de la Fundación, a sus respectivos padres o acudientes, firmando actas y siguiendo los protocolos fijados por la Ley Colombiana. El cierre del año es dramático para FACMIS en todos los sentidos; no obstante, es un periodo de profunda purificación espiritual.

Con el 2017, llegó el año de mayor creatividad y trabajo. La capilla terminó de ser levantada (aunque todavía falta la torre del campanario) y FACMIS empiezó a transformarse en un lugar de encuentro para familias y jóvenes católicos.

Altar de la capilla de FACMIS con imágenes del arte barroco ecuatoriano y peruano.

Desde ese año se organizan retiros, caminatas, brigadas médicas y se viven la Navidad y la Semana Santa de forma profunda y activa, ya no con los niños, sino con matrimonios en crisis, familias y jóvenes que encuentran respuestas ciertas a preguntas que los agobian en su diario vivir.

Porque en FACMIS, gracias a que fue otorgado el permiso para celebrar la Eucaristía y las fiestas de nuestra Fe, se puede disfrutar de un espacio donde se fusionan lo oración profunda y el encuentro con Dios (pueden sumarle a lo anterior, amables lectores, una dosis infinita de cariño y lo mejor de las gastronomías peruana y mediterránea).

Lo mejor de la gastronomía peruana y mediterránea te espera en FACMIS.

Han pasado 3 años de esta nueva etapa. Hoy, la FAMILIA FACMIS continúa con las puertas abiertas y organiza retiros que están cambiando positivamente las vidas de miles de personas, con el apoyo de sacerdotes católicos y grupos de servidores que, desde que pisan la Casa FACMIS, hacen parte de esta gran Familia.

VIVE LA EXPERIENCIA FACMIS

El próximo retiro FACMIS se llevará a cabo los días 21, 22 y 23 de febrero de 2020. Es una gran oportunidad para conocer este pedacito de Paraíso en la Tierra.

En compañía de los Albarracín Franco, Rafael Lykos, esposo de María Isabel (con quien acaba de celebrar el nacimiento de su primer bebé, Theodoro Lykos Albarracín); su hermana, María Lykos; Manuelita Michael, miembro fundador de FACMIS; Sandra Rojas, quien llegó a la Fundación el 25 de abril de1999, a la edad de 4 años; y  Andrés Duarte, quien se acaba de unir al staff FACMIS, los esperan.

Mayores Informes, comunicarse directamente con Camilo e Isabelita. Celular 311 2479412.  Inscripciones para el III Retiro Servidores del Servidor FACMIS en el siguiente link:

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScs1gawzYbipPXCqfnjx5G0lSwNO_AIcVW3rhdEIIAspW8MFA/viewform?vc=0&c=0&w=1

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