A medida que se acerca la fecha de las elecciones y los bogotanos comienzan a decantarse por sus candidatos, la amenaza de que Claudia López asuma como alcalde de Bogotá parece desinflarse.
En diversas encuestas ha comenzado a aparecer como viable un gobierno de centro derecha, beneficiando especialmente la candidatura de Carlos Fernando Galán, que según la última encuesta de Yanhaas ya supera por casi 7 puntos a la candidata verde LGTB.
La encuesta coincidió con un conversatorio organizado por estudiantes de la Universidad de los Andes, al que no asistió Miguel Uribe, y en el que les preguntó a los candidatos sobre temas como el aborto y la adopción homosexual.
Según el formato diseñado por los organizadores, a cada tema los candidatos debían pronunciarse con la imagen de un emoticón, sin hacer ningún comentario.
Como era de esperarse, los candidatos de izquierda celebraron tanto del aborto legal como la eliminación del derecho de los niños a ser adoptados por un papá y una mamá.
Sin embargo, algunos se sorprendieron con la oposición de Galán a la legalización del aborto, quién expresó su rechazo con un emoticón con cara de rabia, igual que como hizo con la tauromaquia.
Una respuesta audaz en un escenario pro aborto como Los Andes, en dónde era de esperarse el abucheo a cualquier posición provida, como efectivamente ocurrió.
Sin embargo, Galán ya había expresado antes su oposición al aborto, como lo hizo, por ejemplo, en el periódico Vanguardia Liberal de Bucaramanga en 2014, cuando en el marco de su campaña al Senado dijo que estaba en contra de la despenalización del aborto en los tres casos señalados por la Corte.
Galán abanderado de la causa LGTB en su vertiente más anticristiana
Sin embargo, y para decepción de muchos, Galán cuando llego la pregunta sobre la adopción homosexual mostró el mismo entusiamo Hollman y López, con un emóticon de «Me gusta».
Y es que en ese tema no hay mucha diferencia entre un gobierno de López y el que podría hacer Galán, quién atacó a través de Twitter a los padres de familia que opusieron resistencia a las cartillas de Gina Parody para adoctrinar estudiantes y padres de familia en la «ideología de género».
Los que marcharon en «defensa de los niños» y contra las cartillas guardan silencio ante los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes.
Carlos Fernando Galán (Twitter)
Además, en su programa Galán plantea un claro compromiso con la implementación de la ingeniería social homosexualista, al asumir como proyecto de gobierno «el cambio de imaginarios», el cual sólo se puede lograr a través de una agresiva campaña de adoctrinamiento moral favorable a la homosexualidad, que tiene como uno de sus principales ejes la condena y sanción ejemplarizante de aquellas personas o instituciones que pretendan sostener en público una visión cristiana del hombre, de la familia y de la sexualidad.
Lideraré una estrategia contra la discriminación a personas LGBT, basada en procesos de transformación de imaginarios, especialmente en servidores públicos y miembros de la Policía Metropolitana.
Carlos Fernando Galán
En ese orden de ideas, y teniendo en cuenta que estas posiciones políticas tienen siempre un trasfondo ético y filosófico es claro que no puede esperarse mucho de Galán en temas Pro vida.
Si bien es posible que sinceramente no esté de acuerdo con la legalización del aborto y que vea con simpatía la implementación de restricciones, su visión ideológica permite esperar que en su gobierno se implementen programas abortistas, tal como las demás administraciones de Bogotá lo han estado haciendo hasta ahora, con la tranquilidad que tienen los políticos liberales cuando afirman separar sus convicciones de las funciones públicas.
Mientras que en temas de familia y homosexualidad, asumirá con entusiasmo el adoctrinamiento LGTB y la persecución de los cristianos, eso sí no en nombre de las convicciones que tiene al respecto, sino de los «derechos humanos y del cumplimiento de la ley».
De modo que la única opción política , todavía viable y que haría una diferencia en vida y familia, sería el triunfo de Miguel Uribe, intención por la que vale la pena rezar.