Un “tweet” de Marco Tosatti (@MarcoTosatti) del 14 sep. 2021, cita: «Moralità dei Vaccini? Una Severa Critica, don Giulio Meiattini» (¿Moralidad de las vacunas? Una crítica severa de Don Giulio Meiattini).
El “tweet” remite a su sitio web Stilum Curiæ, en el cual ‘relanza’ un interesante artículo de Stefano Fontana, el cual traducimos y ofrecemos aquí a nuestros lectores, con el título «La Nota de la CdF y la Moralidad de las vacunas: Una crítica severa de Don Giulio Meiattini» (Ver Original en Italiano).
Dicho artículo fue publicado originalmente en el Observatorio Internacional Cardenal Van Thuan. Este refiere la crítica de Don Giulio Meiattini a la posición adoptada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en su Nota sobre la moralidad de algunas vacunas anti Covid-19, de diciembre de 2020. Veamos.
La Nota de la CdF y la Moralidad de las vacunas: Una crítica severa de Don Giulio Meiattini
Meiattini: «La guerra es contra un ‘sistema’ que está convirtiendo el virus en su caballo de Troya».
Por Stefano Fontana
El libro “Mors tua vita mea” (“Tu muerte, mi vida”) sobre la licitud moral de las vacunas que utilizan líneas celulares de fetos víctimas de aborto voluntario (editado por Massimo Viglione, Prefacio de Monseñor Carlo Maria Viganò, Maniero del Mirto, Roma 2021), contiene un ensayo de particular interés escrito por Don Giulio Meiattini, monje y teólogo benedictino, titulado «Las respuestas “desproporcionadas” de una teología moral “proporcional”», págs. 45-56.
El texto hace una crítica precisa y severa a la Nota sobre la moralidad de algunas vacunas anti Covid-19 de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de diciembre de 2020. De aquí se avanza hacia consideraciones más amplias, argumentando que evaluar la cuestión de la licitud moral de la vacuna reduciéndola a la relación del individuo único con la vacuna única no solo es ingenuo sino también irresponsable e injusto.
La Nota de la Congregación, según nuestro Autor, no sólo se equivoca sino que hace una grave omisión. Veamos sus aspectos erróneos y la omisión en la que incurre.
El error consiste en reconocer el estado de absoluta necesidad de la vacunación en el caso específico del SARS-CoV-2. La nota afirma:
“El deber moral de evitar esa cooperación material pasiva no es vinculante si existe un peligro grave, como la propagación, por lo demás incontenible, de un agente patógeno grave: en este caso, la propagación pandémica del virus SARS-CoV-2 que causa Covid-19”.
Nota sobre la moralidad de algunas vacunas anti Covid-19 de la Congregación para la Doctrina de la Fe
De esta manera la Nota asume y, en consecuencia, afirma: que existe un “peligro grave”, que el contagio se debe a un “patógeno grave” y que es “incontenible”. Pero con respecto a estas tres afirmaciones, observa Meiattini:
a) no son competencia del magisterio;
b) no son seguras y no expresan ninguna certeza, al punto de que son objeto de cuestionamiento científico y sobre ellas prevalece un serio debate por parte de los propios expertos;
c) en muchos casos contrastan con los hechos más evidentes;
d) son desproporcionadas.
Así pues, basar la legalidad de la vacunación con vacunas que utilizan líneas celulares de fetos víctimas de aborto voluntario en un hallazgo empírico tan débil es incorrecto e injusto.
La omisión consiste en no haber hecho mención alguna al aspecto de inseguridad y eficacia real de las nuevas vacunas, manteniendo absoluto silencio sobre los inquietantes aspectos de la «experimentación masiva» en curso.
Está claro, señala Meiattini, que se está inaugurando un sistema de vacunación masiva permanente. Las variantes del virus y la asunción sistemática de la profilaxis vacunal preparan una «vacunación total y permanente» (pág. 53). La OMS ha ampliado el concepto de «pandemia» y nace el concepto de «estado terapéutico permanente».
La cuestión ética, por tanto, se transforma y se convierte en la siguiente: “¿Es moralmente legítimo convertirse en consumidores permanentes y ‘sistemáticos’ de productos farmacéuticos comprometidos con la industria del aborto?”.
Por tanto, limitar la discusión al ámbito de una bioética personal y de la «proporcionalidad» entre costes y beneficios sanitarios es insuficiente. La aplicación de «visas de salud» y la próxima implantación de microchips en nuestros cuerpos son una forma de chantaje inaceptable la primera, y una forma de dominio dictatorial de nuestros cuerpos la segunda.
¿Pueden estas perspectivas realistas ser marginadas por consideraciones morales sobre la actual campaña de vacunación? Meiattini dice que no. Hacerlo equivaldría a no entender que “la guerra no es contra el virus, sino contra un ‘sistema’ que está convirtiendo al virus en su caballo de Troya”.
Stefano Fontana
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