Espiritual Fe

Vivir la Imagen de la Misericordia.

Santa Faustina nos recrea en su Diario titulado; “La Divina Misericordia en mi alma”, una escena marcante en la que tuvo experiencia de encuentro personal con Jesús, y que se convertiría en adelante un elemento de culto que debemos entender bien para celebrarlo con propiedad en la espiritualidad de la Misericordia.  Esta escena ha quedado registrada para nosotros, dejándonos por bondad la “Imagen de la Divina Misericordia o del Señor de la Misericordia”. Era el año 1931 y así nos lo describe Santa Faustina:

“Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca.  Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho.  De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido.  En silencio, atentamente miraba al Señor, mi alma estaba llena del temor, pero también de una gran alegría.  Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que vez, y firma: Jesús, en Ti confío.  Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y [luego] en el mundo entero”

DSF # 47.

La Imagen; será un elemento definitivo en la vida de santa Faustina y lo será para todos los seguidores de la espiritualidad de la misericordia. Hay que decir que no es una imagen más, con ella podemos entrar en dialogo con Dios, todos cuantos necesitamos rescate y nuevas oportunidades.

Religiosamente a muchos nos llama la atención, nos invita a la relación, al dialogo confiado con la Misericordia que nos sale al encuentro; la mirada de Jesús que es la misma mirada en la Cruz, sus pasos dirigidos hacia nosotros, su mano derecha levantada sin superar la altura del hombro llamándonos a la calma y con el gesto de bendecirnos, su túnica a la altura del pecho que se descubre para manifestarnos su Corazón herido -resplandeciente- del cual brota un manantial de Sangre y Agua que nos dan la vida: a toda esta propuesta compasiva que nos sale al encuentro nuestra respuesta debe ser la confianza, esa misma que es la firma de ese contrato entre dos, que entra en vigor al contemplar la Imagen Sagrada.

Esa razón ha motivado su difusión en el mundo entero y sus múltiples versiones, siendo la del pintor Eugenio Kazimirowski, la primera de ellas y la referente, por cuanto Santa Faustina acompañó su creación, brindando las instrucciones durante año y medio con el permiso de su superiora y en obediencia al Señor y a su confesor que así se lo exigieron. Su culminación sería en 1934.

Detenernos en ella merece todas las frases de alabanza al Señor por su belleza, pero el que expresemos nuestra adhesión de fe requiere comprometer la vida como lo hizo Santa Faustina, y aquí está la pregunta que la Imagen hace a cuantos estamos seducidos con su estética y teología. Por eso me quedo con una intuición: “Es una Imagen viva de Dios que transparentar”.

Lo anterior no es un concepto vago, ya que Jesús de alguna manera lo aclaró a Santa Faustina interiormente: “Mi imagen está en tu alma” (No. 47), de forma que la Santa la asumirá como vivencia de conversión hasta pedir ser transformada en ella y ser su vivo reflejo como lo describe con una plegaria convertida en manifiesto de metanoía consignado en el numeral 163 de su diario.

Pero; ¿qué dice? ¿Qué pregunta? ¿Qué responde esta Imagen? Definitivamente estas respuestas las da la experiencia de encuentro con ella, y de ello da cuenta  Santa Faustina en su experiencia personal descrito en su diario. A nosotros nos queda vivir la experiencia acogiendo aquella respuesta de Jesús a los discípulos en  el Evangelio: “Vengan y lo verán” (Jn 1,35-39). 

La Imagen, busca hacer crecer en nuestras inseguras almas esa verdad de la Confianza absoluta en Dios, allí tiene sentido “su firma”: “Jesús en ti Confío” (No. 47). Al captar su profundidad encontramos oportuno desmontar aquellas falsas o contrapuestas imágenes que tenemos de Dios y que  terminan condicionando nuestro acontecer cristiano; Me refiero a las falsas  imágenes de un “dios” castigador, justiciero, implacable, laxo, lejano e indiferente.

Santa Faustina  asumió la Imagen como un regalo que el Señor quiso colocar a la contemplación de todos. En ella está contenido el anhelo de Jesús porque fuese pintada y expuesta para la veneración de todos nosotros en esta época (No. 49), también es posible advertir que en ella se encuentra todo lo que Faustina nos quiso compartir de sí como experiencia de vida y contacto con Jesús. Oremos con la mirada fija en ella y declarando constantemente; “Jesús en ti confío”.

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