Espiritual Fe

Tenemos el momento actual para servir.

“Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles”.

Lc 4, 38-44

Santa Faustina en el segundo numeral de su diario, nos recuerda que el momento actual es lo único que nos pertenece y que hemos de aprovecharlo sin dilaciones; precisamente la curación de la suegra de Pedro nos sitúa en ese presente bien aprovechado cuando acontece el contacto sanador de Jesús que se capta en una mejoría que compromete con el servicio de forma inmediata; enseguida se puso a servirles. El encuentro con Jesús nos entra en la dinámica del servicio:

La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás. El Evangelio nos ayuda a descubrir que un cuidado enfermizo de la propia vida atenta contra la calidad humana y cristiana de esa misma vida. Se vive mucho mejor cuando tenemos libertad interior para darlo todo: “Quien aprecie su vida terrena, la perderá” (Jn 12, 25). Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad: que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión”.

DA No. 360

Santa Faustina, asume como una responsabilidad que no admite aplazamientos la realidad de vivir y servir en presente. A veces ciertas fiebres nos inmovilizan, no estancan en el pasado o nos distraen con los afanes del futuro que quizás nuncan lleguen. Tener una vida enfermiza es ver menguadas las fuerzas para responder, una vida que no vive para servir no sirve para vivir, es decir; se está en un presente es desperdiciado, toda vez que las ocasiones para hacer resplandecer el servicio cristiano se deja pasar. Tanto la conversión como el servicio como consecuencia han de ser aquí y ahora.

Jesús nos toca para abrir nuestra vida a un hoy de oportunidades y acciones que comuniquen el bien en nuestros gestos, palabras y acciones que dejen circular la misericordia que hemos recibido, anhelemos esto sumándonos al bello clamor que Santa Faustina consigna al comenzar su diario espiritual:

Oh, Dios mío Cuando miro hacia el futuro, me atemorizo, pero ¿por qué sumergirse en el futuro?

Para mí solamente el momento actual es de gran valor, ya que quizá el futuro nunca llegue a mi alma.

El tiempo que ha pasado no está en mi poder, cambiar, corregir o agregar, no pudo hacerlo ningún sabio ni profeta, así que debo confiar a Dios lo que pertenece al pasado.

Oh momento actual, tú me perteneces por completo, deseo aprovecharte cuanto pueda, Y aunque soy débil y pequeña, me concedes la gracia de tu omnipotencia.       

Por eso, confiando en Tu misericordia, camino por la vida como un niño pequeño y cada día Te ofrezco mi corazón, inflamado del amor por Tu mayor gloria.

Vilna 28 Julio 1934. Diario de Santa Faustina No. 2

Con esta disposición de aprovechar el momento actual como tiempo de salvación, Santa Faustina invoca en su súplica: “…Que Tu misericordia pase a través de mi corazón al prójimo”, dándonos la ubicación concreta de su experiencia de fe como respuesta que no evade la responsabilidad de ser transparencia de la Misericordia, ella no pide misericordia para llenarse sin más sino para dispensarla, para comunicarla.

Ella tiene claro como creyente, ante el Dios Misericordioso que le salió al encuentro, que no puede excusarse, ni justificarse de tal responsabilidad en la que estamos todos llamados a descubrir sentido y alegría (DSF 742), reconociendo que las posibilidades están dadas para mostrar la curación de Jesús en nuestra vida: servir es la evidencia, y por ello debe ponerse en camino de su pójimo mediante la Obra, la Palabra y la Oración.

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