Espiritual

Oración personal y familiar Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

oración personal Aleteia

Logo fp

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y  SANGRE DE CRISTO

 

Domingo 14 de junio de 2020

 

 

(Además de la cruz, mantel, vela, imagen y Biblia, como signos litúrgicos para la oración, hoy podemos agregar un pan y una copa vino en el altar familiar).

 

+ Señal de la cruz

“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

 

  1. Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

 

  1. En presencia de Dios, pedimos perdón:
  • Tú que has sido enviado para sanar a los contritos de corazón: Señor, ten piedad. / Señor, ten piedad.
  • Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad. / Cristo, ten piedad.
  • Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad. / Señor, ten piedad.

 

  1. Proclamamos la Palabra

(Leer lento, fuerte y entonado. Preferentemente los adultos)

1º) Lectura del libro del Deuteronomio 8, 2-3. 14b-16a

Salmo: 147, 12-15.19-20 https://www.youtube.com/watch?v=NAcGC-xAREw

2º) Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 10, 16-18

Secuencia antes del Evangelio

* Este es el pan de los ángeles, convertido en alimento de los hombres peregrinos: es el verdadero pan de los hijos, que no debe tirarse a los perros.

Varios signos lo anunciaron: el sacrificio de Isaac, la inmolación del Cordero pascual y el maná que comieron nuestros padres.

          Jesús, buen Pastor, pan verdadero, ten piedad de nosotros: apaciéntanos y cuídanos; permítenos contemplar los bienes eternos en la tierra de los vivientes.

Tú, que lo sabes y lo puedes todo, tú, que nos alimentas en este mundo, conviértenos en tus comensales del cielo, en tus coherederos y amigos, junto con todos los santos.

Lauda Sion (secuencia completa)

http://www.corosanclemente.com.ar/Part/Secuencias/Secuencia%20de%20Corpus%20Christi.pdf

 

Evangelio de N.S. Jesucristo según san Juan 6, 51-58

Catequesis para mayores de 12 años

En esta Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, vamos a compartir la enseñanza de la Iglesia en contenida en nuestro Catecismo:

“La Eucaristía es “fuente y culmen de toda la vida cristiana” (LG 11). “Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua” (PO 5).

“La comunión de vida divina y la unidad del Pueblo de Dios, sobre los que la propia Iglesia subsiste, se significan adecuadamente y se realizan de manera admirable en la Eucaristía. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo y por él al Padre” (Instr. Euch mysterium).

Finalmente, por la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos (cf 1 Co 15,28).

En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: “Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar” (San Ireneo de Lyon).”

Escuchamos ahora una homilía de san Juan Pablo II sobre esta fiesta de la Sagrada Eucaristía, reflexionando sobre las lecturas de hoy:

«Te alimentó con el maná» (Deuteronomio 8, 3). En la solemnidad del Corpus Domini, nos reunimos cada año delante de la basílica de San Juan de Letrán para celebrar el sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo. Jesús mismo nos invita a participar en el banquete eucarístico: «El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día (…). El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí» (Jn 6). Jesús pronunció estas palabras en Cafarnaúm. Con ellas anunciaba la institución de la Eucaristía, que realizaría durante la última cena.

Las palabras de la institución de la Eucaristía, que leemos en los sinópticos y en san Pablo, y que el sacerdote repite en cada santa misa, constituyen una síntesis del anuncio que refiere Juan: «Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros». «Este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derrama por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía».

Acogiéndolas con fe y gratitud, la Iglesia sabe lo que debe hacer, y toma mayor conciencia de lo que la Eucaristía representa para su vida y para la salvación del mundo entero.

Hoy, solemnidad del Corpus Domini, la Iglesia vuelve a descubrir, por decirlo así, que la Eucaristía es una peregrinación, un camino. Moisés, en el pasaje del Deuteronomio proclamado en la primera lectura, afirma: «Recuerda el camino que el Señor tu Dios te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto (…). Te alimentó con el maná (…) para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. (…) Te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres» (Dt 8).

¡Sí! En el tiempo del éxodo Dios alimentó a su pueblo con un alimento desconocido. Del mismo modo, los Apóstoles, testigos de la institución de la Eucaristía, cuando comenzaron la cena del Jueves santo no imaginaban lo que el Maestro les diría poco después: que ese pan era su verdadero Cuerpo y que ese vino era su verdadera Sangre. Y cuando Jesús habló, ¿qué entendieron? Sólo más tarde cayeron plenamente en la cuenta de que, precisamente en virtud de ese alimento y de esa bebida, el hombre sería capaz de emprender el camino hacia la definitiva tierra prometida. Hacia la casa del Padre.

«O sacrum convivium…», «Oh sagrado banquete, en que Cristo se nos da como alimento, se perpetúa el memorial de su pasión, el alma se llena de gozo y se nos da la prenda de la vida futura» (Antífona al Magníficat de la solemnidad).

El Señor nos invita a cada uno de los presentes a participar con fe y amor en el sagrado banquete, en el que ha querido hacerse nuestro alimento y nuestra bebida para comunicarnos su misma vida divina…

«Éste es el pan de los ángeles, el pan de los peregrinos».

Con qué elocuencia la celebración del Corpus Domini nos ayuda a profundizar la verdad de que la Eucaristía es el sacramento de la peregrinación humana. Peregrinación prefigurada en el éxodo del pueblo de Israel de Egipto hasta la tierra prometida.

Quizá precisamente por esto, en la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, la Iglesia no sólo celebra la Eucaristía, sino que se pone en camino y junto con Jesús-Eucaristía recorre las calles de la ciudad. También nosotros, aquí en Roma, esta tarde, con la solemne procesión que se realiza desde San Juan de Letrán hasta Santa María la Mayor, queremos recordar la presencia de Dios que guió a su pueblo en el desierto hasta la tierra prometida. Sobre todo, queremos proclamar que Cristo-Eucaristía guía a la Iglesia y a todos nosotros a lo largo del camino que es él mismo, camino que lleva al Padre.

Nuestro caminar junto a él, ¿no tiene en Dios su fin? Sólo por medio de Jesús, que se nos ofrece bajo las especies del pan y del vino, la vida del hombre alcanza su plenitud: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».

¡Cristo, tú eres el camino que lleva al Padre! (cf. Jn 14, 6). Tú nos guías en la peregrinación diaria hacia la patria celestial.

Con tu presencia sacramental nos haces gustar anticipadamente la alegría de la participación completa y definitiva en la vida del Padre durante el banquete eterno.

En el sacramento de tu Cuerpo y de tu Sangre «se nos da la prenda de la gloria futura». ¡Quédate con nosotros! ¡Camina con nosotros hoy y siempre! Amén.

Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

 

Catequesis para menores de 12 años

  • Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
  • Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
  • Reflexionamos las palabras: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.»
  • En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

 

  1. Cada uno de la familia dice una acción de gracias. Dios Padre, te damos gracias por

.

  1. Ahora, cada uno hace una petición. Dios misericordioso, te pedimos por

.

  1. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc..

 

  1. Oramos unidos a Jesús: Padre nuestro…

 

  1. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

 

  1. Oramos a María: Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita. Amén

 

  1. Comunión espiritual: Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio). Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

 

  1. Oremos: Señor Jesucristo, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu Pasión, concédenos venerar de tal manera los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que podamos experimentar siempre en nosotros los frutos de tu redención. Que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

 

  1. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

 

Sugerencias:

 

  1. Prepararse en familia para participar de la Santa Misa: leer previamente las lecturas, hacer una oración antes de que comience, ofrecer la Misa por las intenciones de la familia, preparar el altar familiar, vestirse adecuadamente, participar con devoción.

 

  1. Dedicar un tiempo con Jesús haciendo Adoración eucarística: https://www.youtube.com/watch?v=MJCZQttCGqo

 

  1. Doctrina, Palabra, ritos, himnos eucarísticos (pág. 81)

https://liturgiapapal.org/attachments/article/518/Culto%20fuera.pdf

 

  1. Escuchar los himnos eucarísticos:

Adorote devote https://www.youtube.com/watch?v=1-vv3CvJD8E

Verbum Supernum Prodiens https://www.youtube.com/watch?v=JyHaJAahHbg

 

  1. Ver la película animada: El gran milagro


LA ORACIÓN FAMILIAR

 

La familia es un santuario donde Dios quiere habitar. Es un lugar sagrado donde se hace presente el amor de las Tres Personas divinas.

La familia cristiana vive de la Palabra y la Eucaristía, haciendo de su casa un templo de oración. Por ello les ofrecemos esta guía de oración personal y familiar,[1] realizada por un sacerdote de Fasta, para las Familias Peregrinas que buscan habitar en Dios. La Oración familiar espiritualiza el ejercicio fundamental de las virtudes morales y teologales en la vida del hogar cristiano.

Para hacer Oración Familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y las pantallas, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo haremos Iglesia en nuestro hogar. Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.

Fraternalmente,

[email protected]

Instagram: familiasperegrinas.fe

 

[1] Las fuentes son: Diversos comentarios bíblicos de La Biblia, Eunsa, BAC, homilías de los Papas, Padres de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, vatican.va, fraynelson.com, curas.com.ar, catholic.net, aciprensa.com, vaticannews.va, deiverbum.org

Leave a Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.