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Oración personal y familiar SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

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SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 

Viernes 19 de junio de 2020

 

+  Señal de la cruz

“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

 

  1. Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles

llena con tu divina gracia, los corazones que creaste.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Amén

 

 

  1. En presencia de Dios, pedimos perdón:
  • Tú que has sido enviado para sanar a los contritos de corazón: Señor, ten piedad. / Señor, ten piedad.
  • Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad. / Cristo, ten piedad.
  • Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad. / Señor, ten piedad.

 

  1. Proclamamos la Palabra

(Leer lento, fuerte y entonado. Preferentemente los adultos)

1º) Lectura del libro del Deuteronomio 7, 6-11

Salmo: 102

2º) Primera carta del apóstol san Juan 4, 7-16

Evangelio de N.S. Jesucristo según san Mateo 11, 25-30

Catequesis para mayores de 12 años

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús estuvo siempre presente en la fe de la Iglesia y fue el mismo Jesús quien reveló esta gracia de misericordia que brota de su corazón. La fiesta del Inmaculado Corazón de María se celebra un día después, dado que los dos corazones siempre estuvieron unidos por el mismo amor.

Leeremos una carta del Benedicto XVI de 2006 con motivo de una de las encíclicas que habla sobre este culto.

“Las palabras del profeta Isaías, “sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación” (Is 12, 3), con las que comienza la encíclica con la que Pío XII recordaba el primer centenario de la extensión a toda la Iglesia de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, no han perdido nada de su significado hoy, cincuenta años después. La encíclica Haurietis aquas, al promover el culto al Corazón de Jesús, exhortaba a los creyentes a abrirse al misterio de Dios y de su amor, dejándose transformar por él. Cincuenta años después, sigue siendo siempre actual la tarea de los cristianos de continuar profundizando en su relación con el Corazón de Jesús para reavivar en sí mismos la fe en el amor salvífico de Dios, acogiéndolo cada vez mejor en su vida.

El costado traspasado del Redentor es la fuente a la que nos invita a acudir la encíclica Haurietis aquas:  debemos recurrir a esta fuente para alcanzar el verdadero conocimiento de Jesucristo y experimentar más a fondo su amor. Así podremos comprender mejor lo que significa conocer en Jesucristo el amor de Dios, experimentarlo teniendo puesta nuestra mirada en él, hasta vivir completamente de la experiencia de su amor, para poderlo testimoniar después a los demás.

En efecto, como escribió mi venerado predecesor Juan Pablo II, “junto al Corazón de Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer el sentido verdadero y único de su vida y de su destino, a comprender el valor de una vida auténticamente cristiana, a evitar ciertas perversiones del corazón humano, a unir el amor filial hacia Dios con el amor al prójimo. Así -y esta es la verdadera reparación pedida por el Corazón del Salvador- sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia, se podrá construir la civilización del Corazón de Cristo”.

En la encíclica Deus caritas est cité la afirmación de la primera carta de san Juan:  “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él”, para subrayar que en el origen del ser cristianos está el encuentro con una Persona. Dado que Dios se manifestó del modo más profundo a través de la encarnación de su Hijo, haciéndose “visible” en él, es en la relación con Cristo donde podemos reconocer quién es verdaderamente Dios. Más aún, dado que el amor de Dios encontró su expresión más profunda en la entrega que Cristo hizo de su vida por nosotros en la cruz, es sobre todo al contemplar su sufrimiento y su muerte como podemos reconocer de manera cada vez más clara el amor sin límites que Dios nos tiene:  “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16).

Por lo demás, este misterio del amor que Dios nos tiene no sólo constituye el contenido del culto y de la devoción al Corazón de Jesús:  es, al mismo tiempo, el contenido de toda verdadera espiritualidad y devoción cristiana. Por tanto, es importante subrayar que el fundamento de esta devoción es tan antiguo como el cristianismo. En efecto, sólo se puede ser cristiano dirigiendo la mirada a la cruz de nuestro Redentor, “al que traspasaron”. La encíclica Haurietis aquas recuerda, con razón, que la herida del costado y las de los clavos han sido para innumerables almas los signos de un amor que ha transformado cada vez más eficazmente su vida (cf. n. 52). Reconocer el amor de Dios en el Crucificado se ha convertido para ellas en una experiencia interior que les ha llevado a confesar, como santo Tomás:  “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20, 28), permitiéndoles alcanzar una fe más profunda acogiendo sin reservas el amor de Dios.

El significado más profundo de este culto al amor de Dios sólo se manifiesta cuando se considera más atentamente su contribución no sólo al conocimiento sino también, y sobre todo, a la experiencia personal de ese amor en la entrega confiada a su servicio. Obviamente, experiencia y conocimiento no pueden separarse:  están íntimamente relacionados. (…) La mirada puesta en el costado traspasado del Señor, del que brotan “sangre y agua”, nos ayuda a reconocer la multitud de dones de gracia que de allí proceden y nos abre a todas las demás formas de devoción cristiana que están comprendidas en el culto al Corazón de Jesús.

(…)  El culto del amor de Dios, al que la encíclica Haurietis aquas invitaba a los fieles, debe ayudarnos a recordar incesantemente que él cargó con este sufrimiento voluntariamente “por nosotros”, “por mí”. Cuando practicamos este culto, no sólo reconocemos con gratitud el amor de Dios, sino que seguimos abriéndonos a este amor de manera que nuestra vida quede cada vez más modelada por él.

Dios, que ha derramado su amor “en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”, nos invita incesantemente a acoger su amor. Por consiguiente, la invitación a entregarse totalmente al amor salvífico de Cristo tiene como primera finalidad la relación con Dios. Por eso, este culto, totalmente orientado al amor de Dios que se sacrifica por nosotros, reviste una importancia insustituible para nuestra fe y para nuestra vida en el amor. (…)

Los dones recibidos del costado abierto, del que brotaron “sangre y agua”, hacen que nuestra vida se convierta también para los demás en fuente de la que brotan “ríos de agua viva”. La experiencia del amor vivida mediante el culto del costado traspasado del Redentor nos protege del peligro de encerrarnos en nosotros mismos y nos hace más disponibles a una vida para los demás. “En esto hemos conocido lo que es amor:  en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos”.

La respuesta al mandamiento del amor sólo se hace posible experimentando que este amor ya nos ha sido dado antes por Dios. Por tanto, el culto del amor que se hace visible en el misterio de la cruz, actualizado en toda celebración eucarística, constituye el fundamento para que podamos convertirnos en personas capaces de amar y entregarse, siendo instrumentos en las manos de Cristo:  sólo así se puede ser heraldos creíbles de su amor.

Sin embargo, esta disponibilidad a la voluntad de Dios debe renovarse en todo momento:  “El amor nunca se da por “concluido” y completado”. Así pues, la contemplación del “costado traspasado por la lanza”, en el que resplandece la ilimitada voluntad salvífica por parte de Dios, no puede considerarse como una forma pasajera de culto o de devoción:  la adoración del amor de Dios, que ha encontrado en el símbolo del “corazón traspasado” su expresión histórico-devocional, sigue siendo imprescindible para una relación viva con Dios.

(…) Le imparto una especial bendición apostólica a usted, reverendísimo padre, y a todos los religiosos de la Compañía de Jesús, siempre muy activos en la promoción de esta devoción fundamental.”

Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

 

Catequesis para menores de 12 años

  • Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
  • Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
  • Reflexionamos las palabras: “Soy paciente y humilde de corazón.”
  • En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

 

  1. Cada uno de la familia dice una acción de gracias. Dios Padre, te damos gracias por

.

  1. Ahora, cada uno hace una petición. Dios misericordioso, te pedimos por

.

  1. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc..

 

  1. Oramos unidos a Jesús: Padre nuestro…

 

  1. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

 

  1. Oramos a María: Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita. Amén

 

  1. Comunión espiritual: Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio). Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

 

  1. Oremos: Dios rico en misericordia, que nos das la alegría de celebrar las grandes obras de tu amor en el Corazón de tu Hijo muy amado; te rogamos que de esta fuente inagotable alcancemos la abundancia de tu gracia. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

 

  1. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

 

 

Sugerencias:

 

  1. Seguimos rezando diariamente el santo Rosario. En este Tiempo Ordinario rezamos el Ángelus.

 

  1. Sobre la devoción al Sagrado Corazón de Jesús:

https://www.youtube.com/watch?v=0EX_gFZzsDo&t=1392s

https://www.youtube.com/watch?v=yJYiT2-I_1o

https://www.youtube.com/watch?v=S6Rsv3GxBmU

https://www.youtube.com/watch?v=3lqI0lBtIhg

https://www.youtube.com/watch?v=4CFHoVKEtS8

  1. Sobre el Inmaculado Corazón de María (que lo celebramos el sábado) https://www.aciprensa.com/recursos/fiesta-del-inmaculado-corazon-de-la-virgen-maria-1033
  2. Escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=6aTjjW4NC98

El cielo para Ti https://www.youtube.com/watch?v=xgB8U0irJtQ

 

LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 

-Señor, ten piedad de nosotros. (se repite cada invocación)

-Cristo, ten piedad de nosotros.

-Señor, ten piedad de nosotros.

-Cristo, óyenos.

-Cristo, escúchanos.

-Cristo, escúchanos.

 

-Dios, Padre Celestial, (desde aquí, respondemos: Ten piedad de nosotros)

-Dios Hijo, Redentor del mundo,

-Dios, Espíritu Santo,

-Santísima Trinidad, que eres un solo Dios,

-Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre,

-Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo,

-Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios,

-Corazón de Jesús, de infinita majestad,

-Corazón de Jesús, templo santo de Dios,

-Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo,

-Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo,

-Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad,

-Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor,

-Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor,

-Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes,

-Corazón de Jesús, digno de toda alabanza,

-Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,

-Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia,

-Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad,

-Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace,

-Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido,

-Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados,

-Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia,

-Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan,

-Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad,

-Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,

-Corazón de Jesús, colmado de oprobios,

-Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados,

-Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte,

-Corazón de Jesús, traspasado por una lanza,

-Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo,

-Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra,

-Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra,

-Corazón de Jesús, víctima por los pecadores,

-Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan,

-Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren,

-Corazón de Jesús, delicia de todos los santos,

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, (Resp. Perdónanos Señor)

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, (Resp. Óyenos Señor)

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, (Resp. Ten piedad de nosotros)

-Jesús, manso y humilde de Corazón,    Respondemos: Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

Oración: Oh Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amantísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ofrece y concede el perdón a éstos que piden misericordia en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

 

Oración de Consagración a los corazones de Jesús y María

 

Santísimos corazones de Jesús y María, unidos en el amor perfecto, como nos miráis con misericordia y cariño, consagramos nuestros corazones, nuestras vidas, y nuestras familias a Vosotros.

Conocemos que el ejemplo bello de Vuestro hogar en Nazaret fue un modelo para cada una de nuestras familias. Esperamos obtener, con Vuestra ayuda, la unión y el amor fuerte y perdurable que os disteis.

Que nuestro hogar sea lleno de gozo. Que el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia, y el respeto mutuo sean dados libremente a todos.

Que nuestras oraciones incluyan las necesidades de los otros, no solamente las nuestras.

Y que siempre estemos cerca de los sacramentos.

Bendecid a todos los presentes y también a los ausentes, tantos los difuntos como los vivientes; que la paz esté con nosotros, y cuando seamos probados, conceded la resignación cristiana a la voluntad de Dios.

Mantened nuestras familias cerca de Vuestros Corazones; que Vuestra protección especial esté siempre con nosotros.

Sagrados Corazones de Jesús y María, escuchad nuestra oración. Amén.

LA ORACIÓN FAMILIAR

 

La familia es un santuario donde Dios quiere habitar. Es un lugar sagrado donde se hace presente el amor de las Tres Personas divinas.

La familia cristiana vive de la Palabra y la Eucaristía, haciendo de su casa un templo de oración. Por ello les ofrecemos esta guía de oración personal y familiar,[1] realizada por un sacerdote de Fasta, para las Familias Peregrinas que buscan habitar en Dios. La Oración familiar espiritualiza el ejercicio fundamental de las virtudes morales y teologales en la vida del hogar cristiano.

Para hacer Oración Familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y las pantallas, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo haremos Iglesia en nuestro hogar. Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.

Fraternalmente,

[email protected]

Instagram: familiasperegrinas.fe

 

[1] Las fuentes son: Diversos comentarios bíblicos de La Biblia, Eunsa, BAC, homilías de los Papas, Padres de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, vatican.va, fraynelson.com, curas.com.ar, catholic.net, aciprens

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