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Oración personal y familiar Domingo 9 de agosto

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Oración personal y familiar      Domingo 9 de agosto
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Domingo 9 de agosto de 2020

Semana XIX durante el año – Ciclo A

 

+  Señal de la cruz

«En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»

 

  1. Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

 

  1. En presencia de Dios, pedimos perdón:
  • Tú que has sido enviado para sanar a los contritos de corazón: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
  • Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
  • Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

 

  1. Proclamamos la Palabra

(Leer lento, fuerte y entonado)

1º) Lectura del primer libro de los Reyes 19, 9. 11-13a

Salmo: 84

2º) Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 9, 1-5

3º) Evangelio de N.S. Jesucristo según san Mateo 14, 22-33

Catequesis para mayores de 12 años

Angelus del Papa Francisco en la Plaza de San Pedro, en el día de hoy.

“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El pasaje evangélico de este domingo (cfr Mt 14, 22-33) narra cuando Jesús camina sobre las aguas del lago en tempestad. Después de haber dado de comer a la multitud con cinco panes y dos peces – como vimos el domingo pasado –, Jesús ordena a los discípulos subir a la barca y volver a la otra orilla. Él se despide de la gente y después sube a la colina, solo, para rezar. Se sumerge en la comunión con el Padre.

Durante la travesía nocturna del lago, la barca de los discípulos se queda bloqueada por una repentina tormenta de viento. Esto es habitual, en el lago. A un cierto punto, vieron a alguien que caminaba sobre las aguas que iba hacia ellos. Se turbaron pensando que era un fantasma y gritaron por el miedo. Jesús les tranquiliza: «¡Ánimo!, que soy yo; no temáis». Pedro entonces – Pedro, que estaba tan decidido – responde «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas». Un desafío. Y Jesús le dice: «¡Ven!». Pedro baja de la barca y da algunos pasos; después el viento y las olas le asustan y empieza a hundirse. «¡Señor, sálvame!», grita, y Jesús le agarra de la mano y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».

Esta historia es una invitación a abandonarnos con confianza en Dios en todo momento de nuestra vida, especialmente en el momento de la prueba y la turbación. Cuando sentimos fuerte la duda y el miedo parece que nos hundimos, en los momentos difíciles de la vida, donde todo se vuelve oscuro, no tenemos que avergonzarnos de gritar, como Pedro: «¡Señor, sálvame!» (v. 30). Llamar al corazón de Dios, al corazón de Jesús: «¡Señor, sálvame!». ¡Es una bonita oración! Podemos repetirla muchas veces: «¡Señor, sálvame!». Y el gesto de Jesús, que enseguida tiende su mano y agarra la de su amigo, debe ser contemplado durante mucho tiempo: Jesús es esto, Jesús hace esto, Jesús es la mano del Padre que nunca nos abandona; la mano fuerte y fiel del Padre, que quiere siempre y solo nuestro bien. Dios no es el gran ruido, Dios no es el huracán, no es el incendio, no es el terremoto – como recuerda hoy también la historia del profeta Elías –; Dios es la brisa ligera – literalmente dice así: el “susurro de una brisa suave”- que no se impone sino que pide escuchar (cfr 1 Re 19,11-13). Tener fe quiere decir, en medio de la tempestad, tener el corazón dirigido a Dios, a su amor, a su ternura de Padre. Jesús quería enseñar esto a Pedro y a los discípulos, y también hoy a nosotros.  En los momentos oscuros, en los momentos de tristeza, Él sabe bien que nuestra fe es pobre – todos nosotros somos gente de poca fe, todos nosotros, yo también, todos – y que nuestro camino puede ser perturbado, bloqueado por fuerzas adversas. ¡Pero Él es el Resucitado! No olvidemos esto: Él es el Señor que ha atravesado la muerte para ponernos a salvo. Incluso antes de que nosotros empecemos a buscarlo, Él está presente junto a nosotros. Y levantándonos de nuestras caídas, nos hace crecer en la fe. Quizá nosotros, en la oscuridad, gritamos: “¡Señor! ¡Señor!”, pensando que está lejos. Y Él dice: “¡Estoy aquí!”. ¡Ah, estaba conmigo! Así es el Señor.

La barca a merced de la tormenta es la imagen de la Iglesia, que en todas las épocas encuentra vientos contrarios, a veces pruebas muy duras: pensemos en ciertas persecuciones largas y amargas del siglo pasado, y también hoy, en algunas partes. En esas situaciones, puede tener la tentación de pensar que Dios la ha abandonado. Pero en realidad es precisamente en esos momentos que resplandece más el testimonio de la fe, el testimonio del amor, el testimonio de la esperanza. Es la presencia de Cristo resucitado en su Iglesia que dona la gracia del testimonio hasta el martirio, del que brotan nuevos cristianos y frutos de reconciliación y de paz por el mundo entero.

La intercesión de María nos ayude a perseverar en la fe y en el amor fraterno, cuando la oscuridad y las tempestades de la vida ponen en crisis nuestra confianza en Dios.”

 

Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

 

Catequesis para menores de 12 años

  • Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
  • Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
  • Reflexionamos las palabras: “Mándame ir a tu encuentro sobre el agua”.
  • En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

 

  1. Cada uno de la familia dice una acción de gracias. Dios Padre, te damos gracias por

.

  1. Ahora, cada uno hace una petición. Dios misericordioso, te pedimos por

.

  1. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc..

 

  1. Oramos unidos a Jesús: Padre nuestro…

 

  1. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

 

  1. Oramos a María: Dios te saluda María …

 

  1. Comunión espiritual: Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio). Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

 

  1. Oremos: Dios todopoderoso y eterno, a quien, movidos por el Espíritu Santo, nos animamos a llamar Padre, confirma en nuestros corazones la condición de hijos tuyos, para que podamos entrar en la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

 

  1. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

 

Sugerencias: 

 

Escuchar: https://www.youtube.com/watch?v=HanrZ2ODuZ4

 

Santo Domingo de Guzmán (8 de agosto)

 

https://www.youtube.com/watch?v=Km3fQBKbHEI

 

https://www.youtube.com/watch?v=JuswyEVHeWM

 

Oración a Santo Domingo:

 

Oh, luz de la Iglesia, doctor de la verdad, rosa

de paciencia, marfil de castidad, tu nos diste

gratuitamente el agua de la sabiduría,

predicador de la gracia, llévanos a la Patria Celestial.

 

LA ORACIÓN FAMILIAR

La familia es un santuario donde Dios quiere habitar. Es un lugar sagrado donde se hace presente el amor de las Tres Personas divinas.

La familia cristiana vive de la Palabra y la Eucaristía, haciendo de su casa un templo de oración. Por ello les ofrecemos esta guía de oración personal y familiar,[1] realizada por un sacerdote de Fasta, para las Familias Peregrinas que buscan habitar en Dios. La Oración familiar espiritualiza el ejercicio fundamental de las virtudes morales y teologales en la vida del hogar cristiano.

Para hacer Oración Familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y las pantallas, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo haremos Iglesia en nuestro hogar. Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.

Fraternalmente, [email protected]

 

 

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