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Oración Familiar y Personal Domingo 6 de septiembre

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Domingo 6 de septiembre de 2020

Semana XXIII durante el año – Ciclo A

 

+  Señal de la cruz

“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

 

  1. Ven, Espíritu Creador. Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé nuestro director y nuestro guía, para que evitemos todo mal.

Por ti conozcamos al Padre, al Hijo revélanos también; Creamos en ti, su Espíritu, por los siglos de los siglos. Amén

 

  1. En presencia de Dios, pedimos perdón:
  • Tú que has sido enviado para sanar a los contritos de corazón: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
  • Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
  • Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

 

  1. Proclamamos la Palabra (Leer lento, fuerte y entonado)

1º) Lectura de la profecía de Ezequiel 33, 7-9

Salmo: 94, 1-2. 6-9

2º) Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 13, 8-10

3º) Evangelio de N.S. Jesucristo según san Mateo 18,15-20

Catequesis para mayores de 12 años

Papa Francisco, Ángelus, en el día de hoy.

“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (cf. Mt 18, 15-20) está tomado del cuarto discurso de Jesús en el relato de Mateo, conocido como discurso “comunitario” o “eclesial”. El pasaje de hoy habla de la corrección fraterna, y nos invita a reflexionar sobre la doble dimensión de la existencia cristiana: aquélla comunitaria, que exige la protección de la comunión, es decir de la Iglesia, y aquélla personal, que requiere la atención y el respeto de cada conciencia individual.

Para corregir al hermano que se ha equivocado, Jesús sugiere una pedagogía de recuperación. Y siempre la pedagogía de Jesús es pedagogía de la recuperación; Él siempre busca recuperar, salvar. Y esta pedagogía de la recuperación está articulada en tres pasajes. Primero dice: “Repréndelo entre tú y él solo” (v. 15), es decir, no pongas su pecado delante de todos. Se trata de ir al hermano con discreción, no para juzgarlo, sino para ayudarlo a darse cuenta de lo que ha hecho. Cuántas veces hemos tenido esta experiencia: Alguno viene y nos dice: “Escucha, en esto te has equivocado. Tu deberías cambiar un poco en esto”. Tal vez al inicio nos da rabia, pero después lo agradecemos porque es un gesto de fraternidad, de comunión, de ayuda, de recuperación.

Y no es fácil poner en práctica esta enseñanza de Jesús, por varias razones. Existe el temor de que el hermano o la hermana reaccionen mal; a veces no hay suficiente confianza con él o ella… Y otros motivos. Pero cada vez que hemos hecho esto, hemos sentido que era justo el camino del Señor.

Sin embargo, puede suceder que, a pesar de mis buenas intenciones, la primera intervención fracase. En este caso está bien no desistir y decir: “Que se las arregle, yo me lavo las manos”. No, esto no es cristiano. No hay que desistir, sino recurrir al apoyo de algún otro hermano o hermana. Jesús dice:” Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos” (v. 16). Este es un precepto de la Ley de Moisés (cf. Dt 19,15). Aunque parezca contra el acusado, en realidad servía para protegerlo de falsos acusadores. Pero Jesús va más allá: los dos testigos son pedidos no para acusar y juzgar, sino para ayudar. “Pongámonos de acuerdo, tú y yo, vayamos a hablar con éste, con ésta que se está equivocando, que está quedando mal. Pero vayamos a hablarle como hermanos”. Este es el comportamiento de la recuperación que Jesús quiere de nosotros. De hecho, Jesús considera que también puede fracasar este acercamiento —el segundo acercamiento— con testigos, a diferencia de la Ley de Moisés, para la cual el testimonio de dos o tres era suficiente para la condena.

De hecho, incluso el amor de dos o tres hermanos puede ser insuficiente, porque aquél o aquélla son testarudos. En este caso, añade Jesús, “díselo a la comunidad” (v. 17), es decir, a la Iglesia. En algunas situaciones toda la comunidad está involucrada. Hay cosas que no pueden dejar indiferentes a los otros hermanos: se necesita un amor mayor para recuperar al hermano. Pero, a veces, incluso esto puede no ser suficiente. Y Jesús dice: ” “Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el pagano y el publicano” (ibid.). Esta expresión, aparentemente tan despectiva, en realidad nos invita a poner a nuestro hermano de nuevo en las manos de Dios: sólo el Padre podrá mostrar un amor más grande que el de todos los hermanos juntos. Esta enseñanza de Jesús nos ayuda tanto, porque —pensemos en un ejemplo—, cuando nosotros vemos un error, un defecto, una equivocación, en tal hermano o hermana, habitualmente la primera cosa que hacemos es ir a contárselo a los demás, a chismorrear. Y los chismes cierran el corazón a la comunidad, cierran a la unidad de la Iglesia. El gran chismoso es el diablo, que siempre está diciendo cosas feas de los demás, porque él es el mentiroso que busca dividir a la Iglesia, de alejar a los hermanos y de no hacer comunidad. Por favor, hermanos y hermanas, hagamos un esfuerzo para no chismorrear. ¡El chismorreo es una peste más fea que el Covid! Hagamos un esfuerzo: nada de chismes. Es el amor de Jesús, que acogió a publicanos y paganos, escandalizando a las personas rígidas de la época. Por lo tanto, no se trata de una condena sin apelación, sino del reconocimiento de que a veces nuestros intentos humanos pueden fracasar, y que sólo estando ante Dios puede poner a nuestro hermano ante su propia conciencia y la responsabilidad de sus actos. Si la cosa no resulta, silencio y oración por el hermano y por la hermana que se equivocan, pero nunca el chismorreo.

Que la Virgen María nos ayude a hacer de la corrección fraterna un hábito saludable, para que en nuestras comunidades se puedan establecer siempre nuevas relaciones fraternas, basadas en el perdón mutuo y, sobre todo, en la fuerza invencible de la misericordia de Dios.”

Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

 

Catequesis para menores de 12 años

  • Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
  • Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
  • Reflexionamos las palabras: “Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.”
  • En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

 

  1. Cada uno de la familia dice una acción de gracias. Dios Padre, te damos gracias por

.

  1. Ahora, cada uno hace una petición. Dios misericordioso, te pedimos por

.

  1. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc..

 

  1. Oramos unidos a Jesús: Padre nuestro…

 

  1. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

 

  1. Oramos a María: Dios te saluda María …

 

  1. Comunión espiritual: Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio). Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

 

  1. Oremos: Señor Dios, que nos has redimido para hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de Padre, para que cuantos hemos creído en Cristo alcancemos la verdadera libertad y la herencia eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

 

  1. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

 

Sugerencias: Ver CATEQUIZIS (excelente)

https://www.youtube.com/channel/UCgX6FCqhbsIwvvHSxXleyYg

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