La Iglesia nos invita hoy a recordar un maravilloso acontecimiento que enriqueció en grado sumo la espiritualidad cristiana y nos acerca de manera muy especial a lo que verdaderamente significa el papel de María en la historia de la salvación.
Para comenzar, es necesario recordar que la devoción a Nuestra Señora no es una simple opción dentro de la Iglesia católica sino pieza fundamental para alcanzar la plena unión con Cristo, mediador de la humanidad. Ella se ha convertido en una compañía alegre y vigilante para llegar a nuestro único puerto de Salvación y gloria eterna, Jesucristo Nuestro Señor.
Los documentos del magisterio nos hacen un especial énfasis en que «la Iglesia se sabe limitada y pequeña, pero se siente animada por el Espíritu y protegida por María. Su intercesión poderosa le permitirá superar las «estructuras de pecado» en la vida personal y social y le obtendrá la «verdadera liberación» que viene de Cristo Jesús». (Documento de Puebla); María se convierte así en una garantía espiritual para alcanzar la unión y transformación plena en Cristo.
Dentro de esta exaltación de María en la vida, doctrina, liturgia, y sobre todo, como camino de perfección en la vida cristiana, la Iglesia nos invita a encomendarnos a Ella con la oración del Santo Rosario, reconoce su compañía en nuestro peregrinar terreno y su asistencia para con nuestra necesidades espirituales y materiales.
(Nuestra Señora del Santo Rosario entrega el rosario a Santo Domingo – Óleo de Murillo)
Institución de la fiesta.
La unión de todos los fieles en torno de la devoción a Nuestra Señora bajo la advocación del Santo Rosario, conquista de la Madre de Dios su asistencia para que las naves cristianas logren sobreponerse a su enemigo. El Papa San Pío V instituyó la fiesta el día 7 de octubre de 1571 en agradecimiento a Nuestra Señora por la victoria naval en la batalla de Lepanto que evitó el avance y conquista de las fuerzas musulmanas sobre las tierras católicas del continente europeo.
Confiemos en la protección de Nuestra Señora del Santo Rosario y pidamos por todas y cada una de las necesidades de nuestra Iglesia!