Espiritual Fe

La certeza de la vida de la Iglesia por la Palabra de Dios.

Estamos llamados a ser pescadores de hombres, a entender que la estrategia de Jesús exige el esfuerzo de escuchar su Palabra para encarnarla y obtener así grandes resultados como aconteció con Pedro que acató una indicación de ir mar adentro pese al cansancio y la frustracción en una jornada dificil de trabajo;

“Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos pescado nada; pero, en tu Palabra, echaré las redes”

Lc 5, 1-11

El Señor siempre premia el esfuerzo, y para lograr los mejores resultados es vital luchar día a día con la Palabra, no con nuestras fuerzas que pueden pasar toda la noche intentándolo sin lograr nada, en razón de una misión compleja que es una lucha por sacar del fondo oscuro y frío, a hombres y mujeres necesitados de la Misericordia de Dios, y esto solo es posible con la gracia, una gracia que es su Palabra.

La clave no es lanzar las redes en el mar de cualquier manera toda una noche, sino en el lugar objetivo, en Su Palabra como ha entendido Pedro. Precisamente será Benedicto XVI en su ministerio petrino, precisamente en su audiencia de despedida nos ofrecía una certeza que le acompañaba y que nos consuela y conforta ahora más que nunca:

“En este momento, tengo una gran confianza, porque sé, sabemos todos, que la Palabra de verdad del Evangelio es la fuerza de la Iglesia, es su vida. El Evangelio purifica y renueva, da fruto, dondequiera que la comunidad de los creyentes lo escucha, y acoge la gracia de Dios en la verdad y en la caridad. Ésta es mi confianza, ésta es mi alegría… Cuando el 19 de abril de hace casi ocho años acepté asumir el ministerio petrino, tuve esta firme certeza que siempre me ha acompañado: la certeza de la vida de la Iglesia por la Palabra de Dios”.

Sólo la Palabra poderosa de Dios puede generar una primavera espiritual en la Iglesia, y mantenernos firmes en la verdad en nuestras comunidades, debemos amar la Palabra de Dios y promover el encuentro con ella con eficacia. Cuándo escuchamos la Palabra y la proponemos; la pesca es fecunda de hombres y mujeres rescatados que abandonan el mar que en la simbólica bíblica representa el misterio del Mal, en el que se hunden multitudes a la espera de la tabla de la salvación representada en una providencial red que es lanzada por pescadores convencidos.

No olvidemos que la Palabra de Dios seduce y enamora, no seamos acomplejados para presentarla a un mundo que requiere de su fuerza, claridad y medicina, porque;

“Su curación no se debió a hierbas o a pomadas sino a tu Palabra, Señor, que los sanó”.

Sb 16, 12

Con ella tenemos identidad cristiana para enfrentar los embates de nuestro tiempo. Creamos en la fuerza vital de la Palabra predicada y ofrecida como camino diario de oración, en ella está la vida de nuestras familias, comunidades y de la Iglesia. Señor, ¿a quién iremos? solo Tú tienes Palabras de vida eterna (Jn 6, 68).

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