Espiritual Fe

¡Jesús nos busca!

“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él “.

Jn 3, 16-17

El Señor Jesús desea estar con nosotros, Él es el Emanuel (cfr. Mt 1,23), el Dios con nosotros. Este principio nos lo sugiere el misterio de la encarnación. El Señor en un acto libre y amoroso se ha insertado en nuestra historia, se ha encarnado en el vientre de María por obra y gracia del Espíritu Santo, se ha incrustado en nuestra humanidad, la ha asumido, se hizo hombre para compartir nuestro trasegar.

Jesús se hizo Carne para caminar a nuestro lado y salvarnos no desde fuera sino desde dentro, metiéndose en nuestras propias historias, no se quedó a la distancia, optó por entrar en las profundidad de nuestra propia vida. El Misterio de la encarnación expresa el accionar del Amor de Dios Padre que nos busca con locura en Jesús, precisamente San Mateo en su discurso parabólico nos contó ese movimiento de locura en una forma muy sencilla, a la vez bella y tremendamente profunda:

También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra”.

Mt 13, 45-46

¡El Padre Dios nos busca!, Él es un mercader que busca lo mejor, que busca su perla preciosa y al encontrarla lo vende todo para adquirirla, no se ahora nada al momento de pagar por ella; por ello con extremo costo ha enviando a su Hijo amado, al Hijo de sus complacencias, y su Hijo ha descendido a las profundidades del mundo para buscarnos donde solemos escondernos, en esas cuevas profundas de temores y miedos, de insatisfacciones y desesperanzas.

Jesús obediente al plan del Padre, ha descendido y ha buscado en lo profundo del mar oscuro donde ha caído nuestra vida, ha entrado a las aguas oscuras, saladas y frías para hallar la perla fina de su Padre, el Amor del Padre que busca lo mejor lo ha lanzado hasta nosotros para siempre.

El Señor ha tenido que bucear en lo profundo del mar hasta donde yacen las perlas metidas en sus conchas, aprisionadas tras su dureza, hundidos y endurecidos por tantas realidades; nos ha encontrado Jesús desconfiados, heridos y resistentes, escondidos en la dureza, en las excusas y necedades: Así nos ha ofrecido Su Misericordia.

Precisamente Jesús Misericordioso le recuerda a Santa Faustina ese movimiento de búsqueda tan costoso y extremo, esa iniciativa amorosa que tiene una poderosa razón:

Mi misericordia es más grande que tu miseria y la del mundo entero.  ¿Quién ha medido Mi bondad?  Por ti bajé del cielo a la tierra, por ti dejé clavarme en la cruz, por ti permití que Mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la Fuente de la Misericordia para ti”

Diario de Santa Faustina 1485 C.

El Padre Dios ha pagado por tí ofreciendo a Jesús, Dios sabe que su perla fina a veces se encuentra enconchada, atrapada,  acomodada en sus oscuridades más densas y frías como constituye el pecado, pero Dios desciende hasta donde te encuentres y lo paga todo por ti porque eres su perla preciosa; se entrega todo, paga con su vida, con su Sangre por tan valioso rescate, ¡nadie nos ama con tal amor extremo como él!.

Esa es la manera como el Señor y Maestro buscaba a sus discípulos a la orilla del lago en Galilea, y es la manera como busca en lo profundo del mundo oscuro y frio donde se encuentra nuestra vida, a ellos les contaba con esa parábola del Reino su movimiento amoroso hacia los hombres de todos los tiempos, ojalá podamos nosotros comprender que amor con amor se paga, que nuestra respuesta no puede ser otra que una sincera conversión.

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