Esa experiencia debe conducirnos a expresarle al Señor nuestra alabanza o plegaria, nuestro arrepentimiento y adoración. Hoy por ejemplo, el salmista me invita a la alabanza: «Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra» (Sal. 148), mientras la primera lectura me conecta con el asombro y la gratitud al recordarme que el Señor «no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch. 17, 15.22; 18, 1).
Oremos con la Palabra hoy:
Alabado seas Señor en esta jornada que tu Misericordia nos concede vivir, bendito sea tu Santo Nombre ahora y por siempre. Tú, mi Hacedor y Padre amoroso creaste el mundo y cuanto contiene, en ti vivimos, nos movemos y existimos, no podemos escondernos de tu amor, no podemos escapar a tu caricia presente en la brisa, el rayo de sol y la llovizna, no podemos escapar de tu tierno y realista abrazo en cada trozo de la Palabra cotidiana y en el Sagrario donde nos aguarda tu Amor Enviado como Pan fresco que nos acompaña. Tú, Señor, eres nuestro sustento, en ti vivimos, nos movemos y existimos.
Señor, no nos retires tu aliento, porque quedan tantas cosas pendientes, aprendizajes con los cuales crecer y madurar, tantas reconciliaciones aplazadas que afrontar, vicios por superar, pecados por derrotar, alegrías qué celebrar: Señor, sigue tratándonos según tu Misericordia y no como merecen nuestros pecados.
Concédenos dar pasos hacia la verdad y la auténtica libertad en nuestra sociedad, hacia el perdón y las relaciones más cristianas, acrecienta nuestro vigor para no rendirnos ante la cultura de la muerte, concédenos responderte con mayor virtud y santidad para ser una Iglesia más tuya y menos mundana, concédenos amor por nuestra Patria, que seamos hoy más que nunca la tierra de tu Sagrado Corazón, porque en ti vivimos, nos movemos y existimos. Amén.
Gracias Miguel por compartirnos este mensaje de vida. Que el Señor se siga moviendo en cada uno de nosotros.
Maravilloso. Gracias por darnos elementos que nos permitan dar cuenta de nuestra fe con argumentos sólidos y confiables.